Aurora: Luna de sangre

Capítulo 2: Sombras de traición

Posada Luz de medianoche.

En un callejón cerca de la muralla que divide la zona central y sur de la ciudad blanca, en medio de la oscuridad, una pequeña lámpara iluminaba una puerta de madera desgastada.

Era una entrada clandestina de la posada Luz de medianoche, a través de ella se podía ingresar a la sección aislada de la taberna, una habitación oculta en el segundo piso que solo personas influyentes de la ciudad conocían.

Seis sombras se podían ver alrededor de una mesa redonda de madera, estaban observando lo que parecía ser un mapa de la región, dónde se representaban en colores las propiedades de los distintos jefes de familia.

La tensión era palpable, y las miradas se cruzaban con un aire de conspiración.

— Baronet Cavil: Esta noche presenciarán la caída de esa familia arrogante y altanera -dijo uno de ellos, su voz impregnada de malicia.

— Barón Lewing: Debo decir que Sir Cavil me ha abierto los ojos -respondió inclinándose ligeramente-. Jamás pensé que encontraría la manera de deshacerse de los Ashki.

— Baronet Groth: No sea modesto, señor Lewing, todo esto ha sido posible gracias a usted y su familia. Su conexión con el mensajero de la luna sangrienta ha sido clave. Sin su intervención, nada de esto hubiera sido posible.

— Baronet Cavil: Agradezco sus palabras, pero no olvidemos que esto es resultado del esfuerzo conjunto de todos.

— Barón Snow: Muy bien, señores, dejemos los halagos para otro momento. Es hora de discutir los pasos finales. Habló con tono impaciente.

— Barón Lewing: Lo veo impaciente, cabeza de familia Snow. Habló observando a su compañero con una sonrisa ladina.

— Barón Snow: No se trata de impaciencia, respondió mirando hacia la puerta-. Tengo otros asuntos que atender, no pienso quedarme aquí mucho tiempo.

— No creo que alguno de ustedes planee quedarse mucho tiempo aquí -dijo Snow con un tono serio-. Sería un error ser descubiertos.

Sonidos de pasos se escucharon desde afuera, la puerta de la pequeña sala crujió al abrirse lentamente, interrumpiendo la conversación.

Todos los presentes giraron la cabeza al unísono, sus miradas cargadas de desconfianza y precaución. Un hombre bajo y de aspecto descuidado, su mirada sombría recorrió toda la habitación, algunos de los hombres sonrieron al verlo, por otra parte el jefe de familia Snow se tornó nervioso de repente.

El hombre que había salido del Umbral, era el dueño de la posada, caminó lentamente, aunque estaba frente a los jefes de las familias más importantes de la ciudad blanca, se mostró firme, aunque un poco nervioso y permaneciendo cortéz al asentir agachando su cabeza ante ellos cuando pasó cerca.

Lewing pudo ver que traía entre sus manos una carta sellada.

— Dueño de la posada: Mis señores... Ha llegado una carta para ustedes.

Caminó lentamente y se detuvo a un paso de la mesa, extendió sus manos y colocó la carta sobre la mesa suavemente, asintió levemente para luego dar la vuelta y caminar hacia la puerta.

El señor Lewing alzó una ceja, intrigado, y extendió la mano para tomar la carta.

El silencio se apoderó de la habitación y el ambiente se volvió tenso, el leve crujido de la puerta se escuchó anormalmente fuerte al cerrarse, mientras los ojos llenos de nervios de todos en la mesa observaban atentamente la carta.

Lewing tomó la carta en sus manos, en ella se podía ver un sello que contenía la forma de la luna naciente junto a tres gotas que salían de ella como si estuviera sangrando. Rasgó el sobre lentamente, revelando el papel lleno de escritura doblado en 3 partes, desdobló la carta y sus ojos recorrieron línea tras línea con rapidez.

— Barón Lewing: Ha llegado el momento, Todo va de acuerdo al plan. Dijo finalmente, rompiendo el silencio, su voz impregnada de frialdad al mismo tiempo que una sonrisa siniestra figuraba en su rostro.

Los demás lo miraron expectantes, hasta que uno de ellos fue el primero en romper el silencio.

— Barón Snow: ¿Qué dice la carta? Preguntó impaciente.

Dejó la carta sobre la mesa y la giró levemente hacia el centro, uno por uno se acercaron, pero antes de siquiera poder agarrar el papel, fueron interrumpidos por una voz.

— Barón Lewing: El señor de la ciudad y el jefe de la familia Ashki se han retirado de la frontera durante la batalla decisiva.

Han sido gravemente heridos, y no se espera que regresen pronto hasta recuperarse de las heridas más graves, tenemos unas cuatro o cinco semanas para elaborar un plan y emboscarlos cuando estén de regreso, para deshacernos de ellos. Mientras hablaba sus ojos se llenaron con un brillo de satisfacción.

Los murmullos comenzaron entre los presentes, pero levantó una mano para silenciarlos.

— Barón Lewing: Además, el comandante de la luna sangrienta ha iniciado la invasión a la casa Ashki. Hasta el momento han acabado con la mayoría de nuestros problemas.

Así que, ha dado la orden de acabar con todos los miembros restantes de la familia Ashki que se encuentran dispersos por la ciudad. Quiere que terminemos con todos ellos lo antes posible.

Hubo un silencio tenso en la sala, hasta que Rich se inclinó hacia adelante, visiblemente incómodo.

— Baronet Rich: ¿Órdenes de ese extranjero? -dijo con desdén-. No estoy dispuesto a seguir ordenes de un extranjero, aunque nos haya sido útil hasta ahora, no es quién para tomar decisiones por nosotros.

Snow asintió, sus ojos entrecerrados en señal de desconfianza.

— Barón Snow: Deberíamos tomarlo en consideración, pero no estamos obligados a tomar sus órdenes, después de todo nosotros somos quienes hemos ayudado a que sus tropas hayan pasado desapercibidas por los controles del Reino. Hemos hecho este trabajo por nuestras propias razones, no por cumplir con las órdenes de un noble de Kayros.

Antes de que la conversación pudiera escalar, Cavil intervino, su tono sereno y calculador.

— Baronet Cavil: No es cuestión de aceptar órdenes. Eliminar los restos de los Ashki es un asunto que nos preocupa a todos. No podemos dejar cabos sueltos.




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