Aurora: Luna de sangre

Capítulo 4: Mina del abismo

Una semana después.

En busca de una manera de sobrevivir y adaptarse a la dura realidad de la mina. Arthur ha estado aprendiendo cómo es la vida y convivencia con los demás, no habló con nadie y solo se dedicó a hacer el mínimo trabajo de excavación.

A pesar de estar herido, en todo éste tiempo pudo excavar un agujero de un metro y medio de altura que no tenía más de dos metros de profundidad.

Con todo el trabajo que había logrado hacer sólo pudo extraer una bolsa de piedras de aurora, que pesaba poco más de 20 kilogramos.

Desafortunadamente al darse cuenta de que no había encontrado piedras de buena calidad, se decepcionó.

Todo lo que tenía eran piedras de baja calidad, no valía mucho, sería difícil completar la cuota de extracción de la mina. Aún así, era lo único que tenía para mostrar después de días de ardua labor.

El trabajo había sido agotador y frustrante, las manos le temblaban y cada músculo de su cuerpo le dolía como si estuviera a punto de romperse.

Se quedó mirando la pequeña bolsa con una mezcla de desilusión y rabia, sabiendo que tendría que reunir muchas más si quería obtener alimentos o algo útil para sobrevivir.

Terry llegó de manera inesperada y llamó a todos apresuradamente, Arthur salió rápido, aún estaba sin camisa, con una tez pálida y un cuerpo demasiado delgado para alguien que una vez fue considerado un noble, caminaba con pasos pesados, como si su propio cuerpo no le perteneciera.

Al ver a Arthur entrar de manera apresurada, estaba visiblemente disgustado y de mal humor, su rostro endurecido y sus ojos como puñales que perforaban a cada trabajador.

Por instinto, Arthur se escabulló rápidamente hacia los esclavos que ya estaban formados, colocándose detrás de ellos dónde le permitía ver y escuchar claramente la situación y las palabras que Terry desbocaba con gran firmeza sin ser descubierto.

— Terry: ¡Escoria! rugió, golpeando el suelo con su látigo. ¡No puede ser que sean tan inútiles! ¿Cómo es posible que no hayan cumplido la cuota de esta semana? ¿Qué han estado haciendo todo este tiempo? ¡Maldita sea!

Azotó el látigo en uno de los hombres, que cayó de rodillas, al mismo tiempo que de su boca salía un grito estremecedor, no duró mucho en el suelo, se paró firme como si nada hubiera pasado, aunque se podía ver claramente las dos marcas de latigazos en el pecho y una expresión de dolor en su rostro.

Arthur también se podría enfrentar a la brutalidad del jefe Terry de no haber huido a tiempo, quien castiga a los trabajadores por no cumplir las cuotas, manteniéndolos bajo el constante miedo de morir de hambre, de ser castigados o sacrificados.

Los otros hombres, apenas se atrevían a mirar a Terry, a pesar de su esfuerzo, no habían logrado la meta de excavación, algunos de ellos incluso chasqueando la lengua y dirigiendo la mirada en dirección a la cueva de Arthur, pensando para sí mismos que la culpa era de ese inútil que no logra nunca obtener lo suficiente como para cumplir su propia parte. El desprecio en su mirada hablaba por sí solo.

— Terry: Están aquí para trabajar por su vida y si no lo hacen, morirán de hambre; Su voz estaba cargada de desprecio; O mejor aún, les daremos una muerte rápida y traeremos a alguien que sí merezca vivir.

—Hizo una pausa, paseando la mirada entre los hombres encorvados frente a él. —¡Tienen la oportunidad de vivir aquí!, así sea un infierno y estén encerrados en este lugar, si estuvieran allá arriba, ya estarían enterrados en una tumba sin nombre.

— Tú, eres el guardian de ésta cueva, tienes que hacerte responsable de lo que sucede, espero mejores resultados la próxima semana. Habló mientras le dirigía la mirada al guardia.

— Guardian: Esta semana tendrán que hacer las cosas bien, así tengan que sacar las piedras con las uñas o tener que dejarlos trabajando doble turno hasta que puedan lograr su meta, recuerden que de lo que ustedes extraigan será determinante en nuestra decisión de darles comida o los dejamos morir de hambre. ¿Entendido?

Un murmullo sin fuerzas se escuchó entre los trabajadores.

— Terry: ¡¿Entendido?! —volvió a gritar, azotando el látigo contra el suelo con fuerza.

—¡Sí, señor! —respondieron al unísono, aunque sus voces carecían de entusiasmo.

— Terry: ¡No me miren con esas asquerosas caras de perro! Son la escoria entre la forma de vida más baja de este lugar. No me hagan arrepentirme de darles otra oportunidad. ¡Pónganse a trabajar! ¿¡Qué esperan!? ¡Por ustedes tendré que ir a buscar nuevas manos de obra para ésta cueva!

Cada uno de ellos corrió rápidamente a sus lugares de trabajo, no tenían otra opción más que cumplir con su trabajo.

Arthur se dejó caer contra la pared de la cueva, sintiéndose desesperado. Recordando la voz del hombre que provocó su desgracia, resonaba en su mente, su ritmo cardíaco acelerado y su respiración agitada mientras alimenta su odio con cada palabra ; "Te enviaré a un lugar del que nunca regresarás. Para que vivas un infierno y mueras miserablemente".

Sentía tanta impotencia que cada músculo de su cuerpo ejercía una fuerza de tensión que provocó que algunas heridas que ya estaban curando se abrieran de nuevo, se detuvo solamente al sentir un dolor punzante en su rostro. "madre, tengo miedo de morir y no poder llevar a cabo mi deseo de venganza, te juro que no dejaré que los responsables de la caída de la familia vivan su vida en paz, no mientras yo viva".

Cae de rodillas por el dolor, perdiendo el conocimiento.

Se despierta no sabe después de cuánto tiempo, lleno de polvo y con algunas vendas manchadas con sangre. Se levanta, recoge el pico y comienza a excavar, tomando el dolor como motivación.

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Varios días después.

"Es imposible llegar tan profundo con herramientas de tan mala calidad, es la tercera vez en 5 días que se daña el pico". "Tendré que ir a investigar más sobre el trabajo de la mina".




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