Autentic Letters: Cartas sin Respuesta

Buenos Aires, donde hay lugares que nos guardan, aunque nunca volvamos

Querido A.,

Hoy caminé por Puerto Madero. No sé qué hacía ahí, en realidad. Quizás la costumbre de caminar sin rumbo me trajo hasta acá, o tal vez porque siempre dijiste que la ciudad nunca se veía más hermosa que reflejada en el agua.

Es extraño. Este lugar cambió tanto, se volvió un espejo de vidrio y acero, de edificios tan altos que parece que se pelean con el cielo. Pero sigue teniendo esa calma que no se encuentra en ningún otro lado de Buenos Aires. El agua sigue ahí, moviéndose apenas, como un testigo eterno de todo lo que pasa alrededor.

Caminé por los diques, vi las luces encendiéndose lentamente con la caída del sol y pensé en vos. Pensé en nosotros.

¿Te acordás la primera vez que vinimos acá juntos? Éramos adolescentes, todavía con la ciudad como un misterio por descubrir. Nos sentamos en el borde del muelle, con los pies colgando sobre el agua, comiendo churros que compramos en un puesto callejero. Me acuerdo que intentaste hacer malabares con ellos y terminaste tirando uno al río. “Para los peces”, dijiste, riéndote.

Después caminamos por el Puente de la Mujer, inventando historias sobre los edificios iluminados, sobre la gente que pasaba a nuestro alrededor. “Ese tipo de traje seguro tiene una doble vida,” me dijiste, señalando a un hombre que hablaba por teléfono con un gesto tenso. “De día es abogado, de noche es espía.”

Siempre me hacía reír la forma en que veías el mundo. Todo era un cuento, todo tenía un significado más allá de lo que los demás podían ver.

Me quedé un rato mirando el agua, esperando encontrar algo en los reflejos, en la danza de las luces sobre la superficie. Pero lo único que encontré fue un eco de la ausencia.

Después de un rato, seguí caminando. Seguí el recorrido del tren, dejándome llevar por la nostalgia, como si cada estación fuera una página de una historia que alguna vez compartimos.

Llegué a San Justo. A nuestro barrio.

La avenida todavía tiene ese desorden hermoso de siempre, con los colectivos peleando espacio entre los autos y los vendedores ambulantes gritando ofertas en cada esquina. Pasé por la plaza, donde solíamos sentarnos después de la escuela, hablando de todo y de nada.

Pasé por nuestro viejo café, el de las sillas incómodas y los mozos que parecían sacados de otra época. No pude evitar entrar. Pedí un café con medialunas y me senté en una mesa cerca de la ventana, como hacíamos antes.

Y ahí me di cuenta de que, aunque todo siga igual, nada es lo mismo sin vos.

Después seguí hasta Ramos Mejía. No podía no hacerlo. Porque Ramos no es un lugar más, es donde dejamos huellas que el tiempo no puede borrar.

La estación sigue ahí, con su ruido, con su gente corriendo para no perder el tren. ¿Te acordás cuando nos apoyábamos en las barandas del puente, mirando los trenes ir y venir, inventando destinos para cada uno? “Ese va a Mar del Plata, seguro lleva a una familia de vacaciones.” “No, ese va a Córdoba, con una banda de rock en el último vagón.”

Caminé por la calle Espora, pasé por el cine donde vimos nuestra primera película juntos. Qué desastre, la película era malísima, pero vos insististe en que era “tan mala que era buena.” Terminamos riéndonos más de la situación que de la película en sí.

Y al final llegué al parque. Nuestro parque.

El banco donde nos sentábamos sigue ahí, con las mismas marcas talladas por generaciones de enamorados que pasaron antes y después de nosotros. Me senté ahí un rato, dejando que los recuerdos me envolvieran, que la brisa trajera de vuelta esas tardes en las que todo parecía más simple.

Me pregunto si vos también recordás estos lugares. Si alguna vez, en medio de tu vida lejos de acá, te asalta la imagen de una esquina, de un café, de un tren que parte.

A veces siento que te hablo en el viento, que mis palabras se pierden en esta ciudad que ya no nos pertenece. Pero igual sigo escribiendo.

Porque si algo aprendí de vos, es que las historias nunca mueren del todo.

Con el alma entre el ayer y el hoy,

E.




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