Cambio de Personalidades

Han pasado ya varios años de su aventura en el mundo de los muertos, y a pesar de que no ha vuelto a ver a su papá Héctor, lo siente con él cada vez que canta y toca la guitarra, es como tenerlo a su lado acompañándolo como la vez que entonaron "Un Poco Loco" aquella vez. A pesar del paso del tiempo, él no lo ha olvidado ni mucho menos a su mamá Imelda, tampoco a sus tíos, ni a mamá Coco. 

Ya tiene 21 años y está en su primera gira por el mundo como cantante profesional, no era del todo famoso aún, pero él se conformaba solo con poder cantar para las personas y hacerlas feliz con su música. Esa gira fue especial. En esa gira por California, conoció al que ahora era su novio, conoció a Hiro Hamada; el chico más orgulloso, malhumorado, serio, inteligente y maravilloso que jamás había visto, y que, aun así, con su orgulloso y obstinado carácter, logró enamorarlo. A él, que decía que su único amor sería la música y al que poco le importaba encontrar pareja. Ese chico, el actual dueño de su corazón, el que hace que sus días sean más brillantes, por el que no deja de sonreír, el que le roba los suspiros por las noches, la musa de sus canciones, el amor de su vida, sí, ese chico, ese japonesito bello, le hizo convertirse en un romántico empedernido. Para él no había nadie igual en todo el mundo, lo amaba y lo mejor era que Hiro correspondía a esos sentimientos. No podía ser más feliz, estaba cumpliendo su sueño al lado de la persona que ama, su familia apoyándolo, y su carrera siendo un éxito. Pero el destino es caprichoso y todo puede cambiar en un instante. 

Miguel tenía unas semanas libres antes de volver a irse de la ciudad de San Fransokyo y las aprovecharía para estar con su novio y sus amigos, además de que ya se acercaba la graduación del nipón y él debía estar allí, acompañándolo en un momento tan importante como lo es presentar el proyecto que le daría lugar en una de las empresas más reconocidas de la ciudad y todo el mundo, claro, una vez se graduara. 

Llegó el día de su presentación y Hiro se encontraba muy emocionado, por no decir nervioso, claro que ya estaba preparado, desde hacía días, pero aun así no se tranquilizaba y más porque su novio estaría viéndolo junto con sus amigos. Esa noche había estado con el mexicano a solas, tenía la sensación de querer pasar más tiempo con él esos días, pero imaginó que era normal porque el moreno pronto retomaría sus viajes por otra de sus giras.  

Faltaban solo horas y él estaba que no podía pensar bien, pero claro que lo disimulaba de manera excelente, casi nadie se dio cuenta de sus nervios, excepto su tía y su novio porque estos lo conocían muy bien y dio gracias a Miguel por quedarse con él hasta que estuvieran en el lugar para iniciar la presentación. 

Llegó la hora exacta, por buena o mala suerte, Hiro era uno de los últimos en pasar a exponer su proyecto, seguía nervioso, o eso quiso pensar porque esa sensación inquietante en su pecho le decía que algo pasaría, algo malo y no lo dejaba tranquilo, así que se forzó a seguir pensando que eran los nervios. Faltaba poco, solo restaban dos personas más y continuaría él. 

Escuchaba a la chica que estaba en el escenario, su proyecto consistía en intercambiar las personalidades entre varias personas para que así pudieran interactuar mejor a la hora de hacer amistad. Al parecer los amigos de la chica aún no habían llegado, por lo que pidió voluntarios. Qué patético, parece que está dando un show de magia al pedir voluntarios, pensaba el joven genio, pero bueno, él no debía criticar sin antes observar los resultados, bien sabía que no tenía que subestimar a los demás, ya lo habían hecho con él muchas veces y él demostró ser mucho mejor de lo que parecía. 

—Oh, oh, aquí— Se escuchó decir a un joven no estudiante desde el público. 

—Gracias, ahora solo faltan otros tres o solo uno más estaría bien— Decía la chica con notable nerviosismo. 

—Ellos me acompañarán— Se volvió a escuchar al mismo joven de antes. 

Hiro no le había dado importancia a quien se ofrecía hasta que vio a Fred insistirle al resto de sus amigos para que subieran con él. 

—Vamos, hace mucho que no están en la universidad y sería genial tener más buenos recuerdos y creo que esto podría ser uno muy bueno— Decía el joven subiendo al escenario mientras sus compañeros lo seguían ya convencidos. 

Esa sensación que tenía Hiro aumento al ver a sus cuatro amigos con cables en la cabeza, conectados a una máquina que parecía más bien una tostadora con teclado y pantalla. Lo siguiente fue que la chica empezó a teclear varias veces algo que Hiro no pudo ver. Seguía explicando, el efecto del cambio debía durar por lo menos 3 o 4 horas, pero se podía revertir con el botón de “reversa” que estaba a un costado de la máquina. La sensación no se iba, sabía que algo saldría mal, lo presentía, sabía que debía hacer algo, pero no podía interrumpir, no debía hacer nada solo por un presentimiento absurdo. 

—Bien, ahora solo presionamos esto— Pisó una tecla —Y el cambio se realizará en segundos.— Empezaron a brillar los cables conectados a los chicos. El brillo se hizo más intenso. De repente comenzaron a salir chispas raras de la dichosa máquina y se escucharon los gritos de los jóvenes, parecían como si estuvieran electrocutándose. La chica dueña de la máquina intentó teclear unas cosas, pero no pudo, el aparato estaba dando fuertes corrientes eléctricas. Hiro intentó desconectarla y lo logró. Los chicos conectados a los cables yacían en el suelo, tirados como si estuvieran durmiendo. Hiro corrió hacia sus amigos junto con Miguel y Baymax quienes intentaban ayudar; despertaron segundos después de que llegaran con ellos, pero algo había diferente en sus ojos, no decían nada, solo se separaron bruscamente de Hiro y Baymax. 

—¿Por qué patéticas personas como ustedes pretenden que nos pueden ayudar, a unas mentes como la de nosotros?— Habló la más alta con una mirada y tono de superioridad en su voz, sorprendiendo a todos los que la escucharon quedando sin habla.