ARDAM
–Vaya, pero miren a quien tenemos por aquí –Dalilah miro con un poco de desprecio y aburrimiento a la rubia junto a mí –La garrapata molestosa –soltó eso ultimo con burla
–Dalilah, ya es suficiente –Dije a mi hermana dándole una mirada severa. No estaba de humor para escuchar uno de sus discursos odiosos hacia Elizabeth, tenía mejores planes con ella. En mi habitación principalmente.
–A padre no le gustará esto Ardam. Sabes que las "chicas" como ella no son bienvenidas aquí –Hizo entre comillas la palabra chica para que aquella rubia entendiera la referencia. Le gustaba provocarla, era uno de sus pasatiempos favoritos.
–Perdona, no sabía que ya no podía entrar aquí. Es que como crecí aquí y mi padre es la mano derecha del tuyo, creí que siempre era bienvenida –dijo Elizabeth de manera confundida.
"Joder. No solo tengo que escuchar sus sermones en el campus, sino también en mi propio hogar" pensé amargamente.
–No porque tu padre sea la mano derecha del mío quiere decir que te pasees como si fueras la dueña de este lugar –mencionó mi querida hermana con desdén.
–Pero si este lugar pronto será m... –Al escuchar sus palabras la calle severamente, le di una mirada que sabía que entendía a la perfección.
–Elizabeth, vamos –La tome del brazo para irnos, no sin antes darle un último vistazo a mi melliza –No te metas en esto Dalilah–
Ella solo atino a darme una mirada desafiante y una sonrisa burlona mientras se acercaba a nosotros.
–Sabes que esto está en contra de las reglas Ardam, padre ya te advirtió pero al parecer no te gusta hacerle caso. Yo que tú, tendría un poco de cuidado con lo que hago –dijo mirándome fijamente.
– ¿Y qué es lo que según tú está mal? Te recuerdo que yo puedo hacer lo que quiera Dalilah, con quien me meta o no, no es asunto tuyo. Deberías preocuparte por otras cosas –Ambos parecíamos a punto de estallar, solo una palabra más y estaba seguro que comenzaríamos a pelear.
Pasaron algunos segundos donde el único ruido que se escuchaba era el de nuestra respiración. Al parecer Elizabeth iba a decir algo cuando la puerta de entrada fue abierta abruptamente.
– ¡Padre! –Soltó ella con alegría.
No, no, no, no. Mire a mi melliza y sabíamos que estábamos en problemas.
–Elizabeth, ¿Cómo estas pequeña?, Creí que vendrías a visitarme antes –El padre de Elizabeth la abrazaba lentamente mientras dejaba un beso en su frente.
Para nadie en esta sala era un secreto del cariño que Seymour le tenía a su hija. Desde que éramos niños, veíamos como aquel hombre hacia todo lo posible por hacer feliz a Elizabeth y con justa razón, solo la tenía a ella.
Aunque eso no evitaba que lo sacara de quicios algunas veces. Elizabeth era un enorme caso de exasperación, por eso solo cruzaba palabras con ella en otros asuntos, el pedirle para follar por ejemplo.
–Lo siento padre es que recién llegue, sabes que la señorita Adeline es un poco pesada y pues me tuvo haciendo prácticas hasta hoy –Rodee los ojos ante aquel comentario. Mire a mi hermana y sabía que pensaba lo mismo.
Elizabeth hacía de todo, menos el prestar atención a las lecciones.
–Bueno, en este caso bienvenida. Pásate por la casa más tarde, ahora tengo algunos asuntos que resolver –Dijo para girarse a mi padre y abandonar la habitación con un asentimiento de cabeza. Sabía que es lo que pasaría a continuación. Padre nos mataría.
–Elizabeth bienvenida, ¿Podrías dejarme un minuto a solas con mis hijos? Tengo algo importante que hablar con ellos –habló padre sin mirarla, toda su atención estaba en nosotros.
–Con permiso –Con una pequeña reverencia, la rubia se fue.
Estaba consciente de que él había escuchado nuestra pequeña discusión, él siempre odio el hecho de vernos discutir por cualquier cosa, aunque sea sin sentido. Pensaba en la mejor manera de tratar de explicar la situación pero al querer decirle algo, Dalilah me dio un pequeño golpe.
Vi como nuestro padre veía un lugar específico en la sala, sabía a quién veía.
–Recuerdo que ninguno de nosotros quería hacer este retrato pero su madre nos convenció –Padre miraba fijamente el gran retrato que había en la sala, la miraba con una sonrisa nostálgica –El día que se la entregaron no dudo en colocarlo aquí. "Espero que algún día Ardam y Dalilah hagan un retrato así con sus propias familias, sé que algún día encontraran a esa persona que les haga decir: Valió la pena la espera" me dijo emocionada –Dejo de mirar el retrato para hacerlo ahora en nosotros –Su madre era la criatura más especial que había conocido. Nadie podría igualarla a ella, ni siquiera la persona que pronto ocupe su lugar. –
–Nadie podrá ser mejor que mamá –Murmuro Dalilah. Moví la cabeza de acuerdo con eso, nadie sería mejor que ella.
–No en la manera que piensan. Ella es y siempre será mi esposa. Ella es y siempre será su madre. No quiero reemplazarla o algo parecido, no cambiaría todos los recuerdos que tengo con ella por nada del mundo –Soltó un suspiro melancólico –Su partida fue algo que jamás podre superar, aun así sigan pasando los años –
Aun podía recordar los gritos que padre había lanzado esa noche, todo el reino lo había escuchado.
"La reina se ha ido" todos habían dicho.
Desearía haber estado ahí, desearía haber evitado su muerte. Nunca podre perdonarme el hecho de haberle fallado ese día.
–La corona pasará a la nueva reina –Dejé mis pensamientos atrás y me concentre en mi padre y en la locura que acababa de decir –Su madre me dijo que aquella mujer que porte la corona será su nueva sucesora, pronto todo el mundo sabrá de lo que hablo ya que solo por el momento nos queda esperar –
– ¿Esperar a que padre? –Dalilah pregunto.
–Ardam –dirigió su mirada hacia mi ignorando la pregunta de Dalilah –Sabes que el inframundo pronto será tuyo, pero antes necesitas a tu lado a una chica, la futura reina del inframundo. No es una decisión que puedas tomar porque de cierta manera ya está tomada –Ante lo último que dijo, lo mire con un signo de interrogación por toda mi cara. ¿Qué significaba eso?