Capítulo 7: NUEVO MUNDO

–Debemos irnos –dije suavemente mientras observaba la escena frente a mí. Aquella joven pelinegra miraba su cuerpo inerte mientras sollozaba y hablaba entre dientes.

Hace tan solo unas horas atrás había llegado con el propósito de llevar lo que se me había encargado, no sabía con exactitud cómo es que la joven que me había tocado, moriría. Pero al verlo con mis propios ojos, no pude creerlo.

"Fue tan valiente en hacerlo, otra persona en su lugar no hubiera tenido agallas" pensé.

Me removí un poco incómodo mientras la lluvia hacia acto de presencia. No podía sentirla ya que me era imposible, pero eso no evitaba sentir las emociones que esta traía consigo. Un día melancólico y fúnebre.

"Al fin" dije al ver como aquella joven se me acercaba a pasos lentos, aun de reojo viendo su cuerpo.

–Ya estoy lista –susurró mirándome distraídamente.

Dios.

Sus ojos.

Nunca me había sentido incómodo por una mirada hasta el día de hoy, pero sus ojos. Sus ojos parecían ser pequeñas gemas que te llamaban lentamente, parecían mantenerte hechizado y nunca cansarte de ellos.

"Deja de pensar en tonterías" me reproché.

Volví a concentrarme en mi tarea y era el llevar a aquella joven a su nuevo hogar. Así que mientras nos despedíamos de aquel lugar, le eché una última mirada a su cuerpo que se encontraba en medio de la carretera.

Parecía ser que nadie la encontraría hasta el día de mañana. Cuando la luz se reflejara en el cuchillo que estaba incrustado en su pecho.

***

HANNAH

–Así que espero que hayan disfrutado de sus pequeñas vacaciones, sin más, nos vemos en las siguientes horas –

Observe como aquella mujer menuda terminaba su discurso y bajaba de la gran tarima, mientras caminaba hacia nosotros, no dejaba de mirarnos con amabilidad y entusiasmo.

No sabía que es lo pasaba a mi alrededor exactamente, pero lo que si sabía, es que estaba muerta.

Como cualquier persona, había entrado en shock y miedo al principio. Todo a mí alrededor se sentía tan raro, no sabía que era lo que me pasaría después de ver mi cuerpo sin vida frente a mí. Pero aquel pelirrojo de nombre Owen, me había asegurado una cosa.

Que aquí estaría a salvo.

"¿Y qué pasará ahora?" pregunte en susurros.

"La muerte no es lo último que les sucede a ustedes Hannah, ya lo sabrás," me respondió guiándome a un portal que esperaba por nosotros.

Ese portal nos había transportado a un enorme jardín, uno donde se podían observar un montón de árboles, plantas, y un gran lago de pura agua cristalina. Todo era hermoso. Todo parecía ser un maldito sueño.

Sueño que cada vez se ponía más loco ya que Owen me había mostrado lo que había más allá de aquel jardín.

Un enorme campus.

"Por dentro es aún más grande" me dije a mí misma cuando Owen me guio a pasos lentos por todo el lugar.

Había estado tan concentrada en observar todo alrededor, que no me percate el momento en que desapareció dejándome con un pequeño grupo de personas que por las caras que tenían, deberían haber sido recién llegados.

–Sé que para ustedes debe ser un poco extraño todo esto pero tranquilos, verán que poco a poco lo asimilaran –Salí de mis pensamientos al escuchar a aquella mujer. La miraba discretamente dándome cuenta de un pequeño detalle.

"Se me es un poco familiar" pensé.

Vi como de lejos Owen se acercaba hasta nosotros y se posaba junto a aquella mujer que le sonría con dulzura.

No lo había visto desde que me dejó aquí y desaparecía de la nada. No tuve tiempo ni pensar en tratar de buscarlo ya que aquella mujer pelirroja nos saludó y guío a un gran salón. Un salón que me había sacado una pequeña mueca al ver como lucia.

Claro que, el aspecto de aquel salón había pasado a segundo plano cuando vi quienes se encontraban en ella. Definitivamente no eran personas como nosotros, más bien eran criaturas que habían sido mencionadas en la tierra un montón de veces.

"Ángeles y demonios" había dicho con sorpresa al verlos.

Cientos de leyendas habían circulado por toda la tierra. Leyendas de como lucían aquellos seres que acompañaban al todo poderoso, criaturas que jamás pensé ver en persona.

Los ángeles mostraban aquel porte celestial que se había mencionado muchas veces en la tierra, con solo mirarlos quedabas en un especie de alucinación al verlos. Debo suponer que al momento en que Owen fue a recogerme, rechace como era. No pude apreciarlo como se merecía y todo debería haber sido obra de mi mente. Al morir, debí haber bloqueado todo, el ver quien estaba conmigo, el que hacia ahí y porque me llamaba.

Y ahora, parecía ser que mi mente era un completo huracán por todos los datos que estaba lanzando a la vez.

Tal como los ángeles, los demonios no eran una excepción a la regla de hablar sobre ellos.

Se mencionaba que los demonios eran criaturas con enormes alas y cuernos que te hacían gritar de terror, pero ellos, no parecían ser eso en absoluto. Te sentías atraídos hacia ellos por la fuerza que poseían, el poder que emanaban con solo dar pequeños pasos, el control que parecían tener sobre ti con solo mirarte.

¿Pero su apariencia? Era igual a la de un ángel.

Ambos lucían tan iguales pero a la vez tan diferentes. Mientras que la mayoría de ángeles portaban alas de color blanco y algunos de color dorado, la mayoría de demonios portaban alas de color rojo y algunos de color negro. Mientras que algunos ángeles portaban prendas de colores suaves, los demonios portaban prendas de colores fuertes.

No había diferencia alguna salvo en los colores que transmitían, sin duda los humanos habían estado equivocados en algunas aspectos. Aunque claro, no podía hablar antes de tiempo. Podría llevarme muchas sorpresas con ambas criaturas.

–Les presento a mi hijo Owen, sé que él fue por uno de ustedes al mundo humano –Salí de mis pensamientos antes lo dicho por aquella mujer, dándome cuenta por fin del parecido que había entre ellos dos. Eran madre e hijo –Les explicare un poco más de que va esto, pero lo primero será asignarles un lugar en el cual podrán alojarse –habló con una sonrisa amigable mientras abandonábamos el salón y nos guiaba hacia el resto del campus.