HANNAH
"Hannah, ella es tu compañera de habitación. Dalilah"
Fue lo último que había escuchado por parte de Owen antes de que alguien tomara mi brazo y me llevara a uno de los dormitorios de aquel campus.
Dalilah.
Era el nombre de mi nueva compañera de habitación.
–Sabes Hannah, tú eres la única persona a la que permití compartir una habitación conmigo –soltó Dalilah con una mueca de burla. ¿Y cómo no? Si desde el momento en que llegue, no había parado de observar con sorpresa toda la habitación –No soy muy fan de los demás, en especial de los humanos –
Deje de prestar atención a la decoración que había para remplazarla en ella. Cuando la vi la primera vez, sabía que era una demonio, sus alas de un tono rojo intenso y su vestimenta eran la prueba de ello. Pero había algo más en su presencia, algo que te decía que ella no parecía ser como los otros demonios en aquel salón, no. Ella tenía un aire diferente.
–¿Entonces porque me aceptaste? –Pregunte con algo de recelo –Pudiste decir que no, pero en su lugar me arrastraste aquí –
Vi como soltó una pequeña risa mientras se levantaba de aquel cómodo sofá donde estuvo desde que llegamos. Rojo y negro, aquel sofá representaba los colores de un demonio sin duda.
–Porque siento que me caerás bien –dijo sin más
–Eso es ridículo –dije con el entrecejo fruncido
–¿Por qué lo seria? –pregunto divertidamente
–Porque estás hablando como si vieras el futuro, ¿quién dice que no puedes matarme mientras duermo? –con solo ese pensamiento, me dio un pequeño escalofrío. No conocía del todo este nuevo mundo, pero no me gustaba el rumbo que estaban tomando las cosas.
La risa burlona de Dalilah no tardó en llegar a mis oídos. La mire con extrañes ante ese comportamiento y es que, cualquier persona pensaría que los demonios tienen un carácter de frialdad pero ella, ella tenía lejos ese concepto.
–No mato por diversión Hannah, podre ser un demonio pero se seguir las reglas, en su mayoría claro –menciono con calma –Además, no creo que a mi padre le guste saber que mate a alguien en su primer día aquí –se rio.
Bien, al menos podría respirar por unas horas.
La habitación había quedado en completo silencio cuando decidí seguir mirando a mí alrededor. Después de lo que parecían ser minutos, caí en cuenta de un pequeño detalle. Lo único rescatable de ese cuarto eran las paredes blancas. Era lo único blanco que se podía observar ya que todos los sofás, armarios, cortinas e incluso las dos camas que había ahí, eran de color rojo y negro.
"Que pintoresco" pensé.
Al parecer Dalilah había leído mi mente ya que soltó un pequeño bufido.
–Me gustan estos colores aunque parezcan vacíos –dijo lentamente –de alguna manera me recuerda a casa, así que te sugiero que si estás pensando en cambiarlos... –antes de poder seguir hablando, la interrumpí.
–No, me gusta –le dije con una sonrisa –podrá ser un poco oscuro pero eso no le quita lo interesante –
Ambos soltamos una pequeña carcajada entrando en un agradable ambiente familiar. Al ser un poco olvidadiza con algunas cosas, decidí preguntarle algo que me estaba rondando la mente desde que llegamos.
–Adeline dijo que en cada habitación habitaban tres criaturas. ¿Por qué aquí solo hay dos camas y por qué dices que soy la única que ha compartido habitación contigo? –
–Ah eso, lo que pasa es que tanto yo como mi hermano tenemos una habitación solo para nosotros y podemos elegir con quien compartirla –hablo con algo de superioridad –A veces, ser hijos del rey del inframundo tiene algunos beneficios –
"Hijos del rey del inframundo".
Uno, dos, tres. Respira.
Bien. Al parecer este día no parecía tener fin de sorpresas.
¿Estaría bien sufrir un pequeño infarto en este mundo?
"Si claro, adelante. Capaz no te despiertes aquí, sino junto a dos dinosaurios en medio de algo privado" menciono la tonta voz de mi cabeza.
Joder, cada vez más loca.
Recapitulemos.
Morí.
Fui recogida por un ángel trayéndome a este nuevo mundo.
Un campus que pertenecía a ángeles y demonios.
Tener de compañera a una demonio cuyo padre es mismísimo rey del inframundo.
¿Algo más?
Ah sí, la criatura frente a mí no dejaba de evaluarme de manera crítica. Seguro esperaba que me arrodillara ante ella y pidiera que no me llevase con su padre. Eso no sucedería.
Volvió a tomar asiento en su cómodo sofá mientras esperaba que hablara.
¿Qué podría decir?
No creí que estar en este mundo era posible, pero sucedió. ¿Escuchar o ver al mismo rey cambiaría algo? Estaba segura que no.
–¿Rey del inframundo? –pregunté observándola fijamente.
–Así es, supongo que ya sabes quién es –soltó la pelinegra con un poco de aburrimiento mientras movía las manos –Al ser llamado diablo o satanás, cuando en realidad ese no es su nombre. Un demonio alto, alas espantosas, cuernos enormes y una cara de terror –explicó
–¿Supongo que no es así verdad? –tome asiento en otro sofá que se encontraba a pocos metros de ella –Porque en la tierra, los demonios habían sido descritos como criaturas espantosas con las alas y cuernos enormes –dije con un poco de culpa –Pero cuando los vi en el gran salón me di cuenta que toda su descripción había sido falsa, ya que ellos eran similares a los ángeles solo con las alas de distinto color y vestimentas diferentes –
–Esa es nuestra apariencia Hannah, solo que nosotros tenemos alas y poderes –hablo con un tono calmado –Cuando fuiste al gran salón con Adeline, ¿Te fijaste en la cantidad de criaturas que había ahí? –
–No, en ese momento estaba más preocupada pensando que pasaba en ese gran salón que fijarme en cuantas criaturas había –hable pensativamente –Que por cierto, era muy ostentoso y muy colorido –mencione con una extraña mueca haciendo que soltase un carcajada –¿Qué es lo gracioso?–
–Lo siento es que, mi hermano dice lo mismo de ese salón –soltó la pelinegra aun riendo –Bueno ya me calme –dio un respiro dramático –En ese salón habían más de cien criaturas Hannah, entre ángeles, demonios y humanos. Claro que solo estamos hablando de alumnos –dijo sin más ocasionando un pequeño silencio.