Capítulo 5

El teatro estaba lleno. Las luces del escenario apenas habían comenzado a encenderse, y el murmullo de la audiencia creaba una vibración en el aire que hacía que el corazón de Anna latiera con fuerza. Estaba de pie detrás del escenario, al lado de Kael, y aunque lo había imaginado miles de veces, ahora que el momento había llegado, el nerviosismo la invadía como una ola.
—No puedo creer que ya estemos aquí —susurró, sin quitar los ojos de las cortinas que cubrían el escenario.
Kael, que parecía mucho más tranquilo, solo la miró de reojo. Anna se fijó en él, en su postura relajada y cómo parecía controlar su respiración con facilidad, como si esto fuera solo un ensayo más.
—Vas a estar bien —dijo Kael—. Hemos trabajado mucho para esto.
Anna respiró hondo, recordando las largas semanas de preparación. Cada día en el estudio, cada corrección del profesor, cada movimiento practicado una y otra vez hasta que su cuerpo ya no podía más. Había trabajado duro, más de lo que jamás había hecho, y sabía que estaban listos para la competencia. Kael y ella habían ensayado hasta alcanzar una sincronía perfecta, donde cada paso fluía sin esfuerzo, donde cada giro parecía estar en completa armonía. Y sin embargo, mientras se esforzaba por concentrarse en el baile, su mente volvía una y otra vez a las sensaciones que empezaba a tener cuando estaba junto a Kael. Le parecían extrañas, incómodas, como si de alguna manera no estuviera bien sentir algo más allá de la admiración hacia su compañero.
—Lo sé... pero aún así, tengo miedo —admitió.
—Es normal. Si no tuvieras miedo, significaría que no te importa. Y sé que te importa —respondió con serenidad—. Además, ya sabes lo que siempre te digo... solo tienes que olvidarte de todo cuando la música empiece.
No era fácil, no cuando el corazón quería demostrar que sentía algo especial y la mente lo obligaba a callarse para no causar problemas. Para ella no estaba bien enamorarse de su compañero.El baile lo era todo para ellos, y si lo complicaba con sus sentimientos, temía que todo el trabajo logrado? se desmoronara.
—Es su turno —anunció el coordinador detrás de las cortinas, acercándose a ellos—. Prepárense.
El estómago de Anna dio un vuelco, pero Kael le apretó suavemente la mano, dándole un último gesto de confianza antes de que se colocaran en posición.
Cerró los ojos, y rezó para que los sentimientos fueran bloqueados, aunque sea durante la presentación. Luego decidiría qué hacer.
Las primeras notas llenaron el aire, y en ese instante, todo desapareció. Los nervios, la audiencia, el miedo. Solo quedaban ellos dos en el escenario, moviéndose con pasos que fluían con una naturalidad que parecía imposible.
Los primeros movimientos fueron lentos, medidos. Anna podía sentir el calor de la mano de Kael sosteniendo la suya, guiándola con precisión.
Era una coreografía llena de giros y levantamientos, pero cada movimiento parecía natural, como si hubieran nacido para bailar juntos. Cada vez que Kael sostenía a Anna en el aire, ella sentía el aire fluir a su alrededor, una sensación de libertad que solo experimentaba en sus brazos. Y cuando sus pies tocaban el suelo nuevamente, era como si el mundo volviera a encajar en su lugar. Sus pasos eran precisos, pero llenos de una energía que electrizaba a todos los que los observaban.
En el último momento de la presentación, Kael la levantó en un giro perfecto, y cuando la música disminuyó su intensidad, la bajó con una suavidad que sólo ellos lograban. El público estalló en aplausos, pero Anna solo podía escuchar los latidos de su corazón, la respiración agitada de Kael y la energía vibrante entre ambos. Por unos segundos, se miraron a los ojos, aún en la postura final, respirando al mismo ritmo.
—Lo hicimos —murmuró Kael, sin mirarla, pero con una sonrisa dibujada en su rostro.
Anna lo miró, aún tratando de recuperar el aliento.
—Lo hicimos —repitió, feliz de haber bloqueado los sentimientos que podrían haber arruinado la presentación.