Mi tobillo molesta un poco pero aun así soy capaz de caminar perfectamente, por lo que me quedo de pie en la entrada de la cocina para escuchar atentamente.
── ¿Lograste que se levantara a hacer cualquier cosa que no sea ir al baño o comer?
── No. ──May suspira── Y creo que es mi culpa, le mostré ese anime y ahora ella esta hipnotizada con cada capítulo, a pesar de que se queja con cada uno.
── ¿Y si la animas a comprar algo que tenga que ver con eso?
── Solo quise intentar una vez el convencerla de salir de aquí, y me gruñó de una manera que me dio miedo a que me matara. ¿En dónde esconde ese carácter debajo de esa ternura?
Cristian ríe.
── No la has visto molesta, es de lo más sexy. ──Mi rostro se calienta al escucharlo.
── No me digas esas cosas, por favor. ──Respondió en una queja.
── Es la verdad.
── Sí, pero ahora no es sexy, me da miedo.
── A ti te dará miedo, a mí me encanta.
── ¿Puedes por favor tomarlo en serio?
Cristian guarda silencio unos momentos.
── Lo lamento, es que… ──Suspira── No sé cómo hacerla sentir mejor, sé que tampoco la puedo presionar, pero… no me gusta verla así de triste, está más decaída que cuando la conocí.
── Se le pasará, Cristian. Solo debemos ser pacientes y hacerle compañía. Si lo que me comentas es así en verdad, entonces ella no está acostumbrada a recibir apoyo, debe ser la primera vez que deja salir su tristeza y debe sentirse incomoda.
Bajé la mirada, la verdad sí que me sentía incomoda.
No sabía cómo recibir el consuelo que me estaban brindando, me tensaba de forma casi automática cada vez que ellos se acercaban a mí con tanta ternura, me hacía sentir extraña.
── ¿Qué sabes de sus padres? ──Cuestionó May en una voz más baja.
Aquello me puso alerta.
── ¿No te dije? Los llamé el domingo mientras ella dormía. ──Mi corazón se aceleró── Ese mismo sábado su padre le llamó no me dijo realmente para qué. Y al contestar su papá se volvió de lo más arisco conmigo. Y Rebeca ya estaba lo suficientemente mal como para recibir ese tipo de llamadas.
── ¿De qué hablaron?
── ¿Hablar? Que va, peleamos.
── No te creo, tú no discutes con nadie.
── No me importa si no me crees, tuve que salir del edificio para levantar la voz con tranquilidad y no molestar a Rebeca. ──¿En qué momento habrá sido eso? ¿Cómo no pude notar que él había salido? Mi ánimo bajó aún más── Ese señor ha sido la primera persona en poner a prueba toda mi paciencia. Yo no suelo levantar la voz, pero con él no pude evitarlo.
── Vaya, ¿Por qué pelearon?
── Me dijeron de todo, la verdad es que me odian, no entiendo cómo puedo merecer todo ese odio, pero es lo que hay. Les dije que lo que ella necesita es apoyo para superar este momento duro para ella, y me dijeron que, si no era capaz de hacerla sentir bien con ella misma, es porque estaba fallando como pareja.
── ¿Qué diablos tienes tu que ver? Sabes que eso no es cierto.
── Sé que no, pero aun así eso me hizo sentir mal. ──Suspiró── Supongo que es un super poder por parte de ellos.
── No estoy segura de querer conocerlos.
── Por favor, no lo hagas, no quiero que estés en ese ambiente.
── No puedes recibir todos los golpes para siempre, Cristian.
── Lo sé, al final de todo eso solo…
── ¿Solo? ──Pregunta May ante su silencio.
── Solo les pedí que, si no tenían algo de aliento para Rebeca, que ni se molestaran en llamarla.
Eso explicaba por qué no me habían llamado.
── Bueno, al menos estará tranquila por un tiempo.
── Lo que me preocupa es lo que vaya a pasar si vuelve a hablar con ellos, me dijeron de todo por hablarles de esa manera. No quiero ni imaginar lo que le dirán a ella.
Cerré los ojos con fuerza, intentando no llorar por eso.
Ya podía ver venir lo que me dirían, que él no era el indicado para mí si no era capaz de hablar con ellos con normalidad o algo así. Podía escucharlos desde ya diciéndome que la relación no llegaría a ningún lado, que me apresuré en ella y que solo era cuestión de tiempo para que se terminara.
── De verdad que sacan lo peor de ti. ──Dijo May.
Luego de unos segundos, Cristian dice unas palabras que me rompen el corazón.
── ¿Y si yo soy el problema, May? ──Preguntó con la voz rota── ¿Y si tengo que dejarla ir para que pueda ser feliz con su familia?
Aquello me hizo soltar un sollozo, coloqué mis manos sobre mi boca para amortiguar el sonido, pero fue en vano. Sé que me escucharon.
Cristian sale de la cocina, y al verme allí se ve completamente culpable.
── Rebeca…
Intento irme de allí, pero él me levanta en brazos.