¿Mmm?
── ¿Qué es esto? ──Pregunto a la nada.
Y es que eso es lo que hay a mi alrededor, no hay nada.
Intento enfocar, pero solo veo blanco y quietud, bajo la mirada y veo mi cuerpo, llenándome de más dudas. ¿Por qué puedo verme, pero no puedo ver lo que me rodea?
Escucho unas risas a mi espalda y volteo, aterrada.
Sigo sin ver nada, pero sigo escuchando unas risas, sonaban infantiles y llenas de inocencia. Fácilmente puedo decir que provienen de una niña.
Vale, esto me está aterrando.
Camino con cierto temor, todo era tan blanco que ni siquiera podía distinguir si había suelo o paredes a mi alrededor, pero la risa me llamaba, sentía que debía buscar su origen. Por lo que luego de unos cuantos pasos, mi miedo a caer iba desapareciendo, hasta que terminé por empezar a correr.
Jadeaba, no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, solo quería encontrar esa risa.
Entonces algo aparece en medio de todo, destacando entre el blanco que la rodeaba.
Era una niña, sentada mientras dibujaba, claramente concentrada en lo que estaba haciendo.
── Eh… ──Dudé, no sabía quién era esa niña o donde estaba yo, simplemente no tuve las palabras adecuadas.
Entonces voltea a verme.
Mi pulso se aceleró, la reconocí de inmediato.
Era yo, era yo de pequeña, pude reconocer esa ropa de algunas fotos familiares.
Tendría aproximadamente tres o cuatro años, no sabría decirlo, pero se ve diferente a como suelo verme en el espejo, no solo porque he crecido, sino por su mirada. Se veía como una pequeña llena de vida, capaz de comerse al mundo si se lo proponía, jamás he tenido esa mirada, no que yo recuerde.
Estaba hipnotizada por su mirada, se ve tan llena de vida y felicidad, parecía encontrar maravilloso todo a su alrededor a pesar de que no había nada que observar. Sus gestos eran totalmente despreocupados y parecía estar divirtiéndose.
Se levanta y me sonríe abiertamente, llena de felicidad.
── No entiendo nada. ──Murmuré.
Entonces comenzó a correr, no dudé y fui tras ella, solo éramos ella y yo en medio del vacío que nos rodeaba.
Aparecieron dos figuras más, los reconocí al instante, eran mis padres. Vi como mi versión más pequeñita se llenaba de alegría al verlos, corrió con muchas más ganas que antes y se lanzó sobre papá.
── ¡Arriba! ──Pidió.
Papá sonrió y la levantó, dando vueltas conmigo o con ella, la verdad era confuso describir lo que veían mis ojos, verme de niña y describir lo que hacía.
Segundos después, papá solo la baja nuevamente.
── ¡Mi nenaza! ──Dice y mis ojos se llenan de lágrimas, así solía llamarme papá de niña── A ver, ¿Qué tan inteligente eres? ¿Cuántos dedos tienes entre las dos manos?
Esas preguntas encendieron mi mente, recordaba ese momento a la perfección.
Levanté mis manos y extendí los dedos, justo como lo hacía mi pequeña versión.
── Diez deditos. ──Dijimos ambas, al mismo tiempo.
¿Por qué estoy viendo esto?
La niña comenzó a hacer vagos pasos de ballet, eran torpes, pero claramente se veía que lo disfrutaba.
── Mírame mami, soy una bailarina. ──Dijo entre risas.
Mamá sonríe.
── Si, eres una bailarina hermosa.
¿De verdad yo era así a esa edad? Tan despreocupada y llena de energía… siempre me he recordado de lo más seria y apagada.
Ella bailaba sin miedo, sin la presión de ser observada. Cada paso era torpe, pero genuino. No había duda en su mirada, ni vergüenza en sus movimientos. Yo… yo no recuerdo la última vez que me sentí así.
¿Desde cuándo…?
No pude terminar la pregunta, como si el escenario quisiera responderme, las figuras de mis padres se volvieron borrosas, volviéndose en una mancha que dejó ver a la siguiente, tensándome al instante.
Era Michael, y estaba tomando mi mano para llevarme a la habitación.
── No… ──Intenté moverme, solo que me había quedado paralizada por completo── No vayas con él… espera, ¡no entres!
Mi pequeña yo, voltea a verme llena de confusión e inocencia.
No quiero que pierda esa mirada.
Sentí el corazón en la garganta, me obligo a reaccionar y corro con todas mis fuerzas, desesperada en que esa niña no tenga que volver a vivir algo tan horrible, solo que no llegué a tiempo. Choqué con la puerta siendo cerrada abruptamente y escuchaba los lamento de la niña del otro lado de la puerta.
── ¡Abre la maldita puerta! ──Grito mientras golpeo la puerta.
No pude abrirla.
Un dolor comienza a extenderse por todo mi pecho, creí que vivir aquello me había herido de tal forma que no tenía comparación, pero me había equivocado. Verlo era mucho peor.
── Esto no me gusta. ──Me quejé, vi a mi alrededor con desesperación── ¡Quiero despertar! ¡Esto no me gusta!