Cinco años después
── ¡Vamos! ──Animé── Ponte en posición y no lo dudes. De nuevo, uno, dos, tres…
Guie vagamente sus pasos, no podía moverme mucho para no forzar la cadera, pero podía hacer lo suficiente para que ella entendiera las correcciones y las aplicara. Me encantaba poder guiarla de esta manera, hacer coreografías me apasiona mucho más que el baile en sí.
Amo escuchar con atención la música y crear los pasos en mi mente, sentía que creaba historias con ellas, historias que dejaban un mensaje. Era la belleza del baile y cómo me encanta poder hacerlo.
── ¡Salta más alto! ──Asentí al ver que lo lograba── Confianza, no lo olvides, la confianza lo es todo.
── Es que no sé si…
── No, señor. ──Gruñí, muy parecido a un gruñido en mis recuerdos── No permitiré ese tipo de pensamientos, en esta academias solo hay diamantes en bruto, no lo dudes.
Ella asiente y haciéndome caso, lo hace con más confianza que nunca.
Vi la hora.
Vaya se me hizo tarde… otra vez.
── Listo por hoy chicas. ──Dije.
Las chicas se despiden de mí con cariño y yo les sonrío con amabilidad, todas ellas lo hacían fenomenal.
── Gracias por ayudarme con este equipo, estaba preocupada, pero gracias a ti ya pueda verlas en el escenario. ──Dijo María, mi antigua entrenadora.
Me había contratado como coreógrafa desde hace tres años, ayudaba en lo que podía.
── Es un placer, es muy divertido.
── Se nota que el baile, sin importar su forma, te apasiona.
Enrojecí un poco al escucharla.
── Sí, bueno… ──Reí nerviosa── Debo irme.
Ella suelta una risita.
── Adiós, Rebeca. ──Me despido con la mano mientras me alejo── Saluda a Cristian de mi parte.
Asiento.
Caminé por las calles, respirando hondo y disfrutando del viento que hacía a esta hora, era precioso. Subí la mirada al cielo y sonreí al ver las estrellas, con el tiempo dejé de verlas con tristeza, solo nostalgia.
Llego al edificio, subo trotando las escaleras ignorando la ligera molestia de la cadera, estaba de tan buen humor que eso no me afectaba. Había sido un día genial, sería perfecto si no fuera porque…
Hago una mueca al entrar al apartamento, las arcadas de Cristian se escuchaban con claridad.
Tenía casi dos semanas así, y no sabía qué hacer con él. Él muy cabeza dura no quiere ir al hospital, revisé cada cosa del refrigerador para verificar su estado y nada. Todo parecía bien.
Solo era Cristian, incapaz de tolerar cualquier comida que se le pusiera en frente.
Cierro la puerta y dejo mis cosas a un lado, acercándome al baño.
── Ballerina, aléjate de aquí. ──Gruñe de mal humor── No quiero que veas esto.
Suspiré, ahí vamos de nuevo.
Los vómitos lo tenían irritable.
── Creo recordar que en mis votos te dije claramente que en la salud y en la enfermedad. ──Dije, entrando al baño. Tomo una toalla y me acerqué a él para limpiarle la frente, intenta apartarse, pero cede ante mi insistencia.
Hice una mueca al verlo tan pálido.
── Lo sé. ──Dijo── Pero esto… no para, estoy harto, me tiene harto tener que estar cerca de un baño todo el tiempo.
── Lo lamento, mi pelirrojo. ──Digo besando su cabeza, él vuelve a gruñir── Ven, déjame llevarte a la habitación.
── ¿Para qué vuelvas a tener que limpiar mi desastre? ──Pregunta, visiblemente irritado── No gracias. Estaré aquí hasta que salga todo lo que tenga que salir.
Lo miré con dureza y vi como su mal humor tambaleó.
── Vamos. ──Ordené y él se levantó sin más── Sé que te sientes fatal, ¿Por qué no vamos a un médico?
── No quiero ir. ──Lo abrazo por la cintura para ayudarlo a mantener el equilibrio, él vuelve a molestarse por eso── Rebeca, tu cadera…
── Mi cadera está bien. Y ya ha pasado casi dos semanas y no has mejorado, debemos ir. ──Le ayudo a recostarse, palmeo sus costillas── Estás más delgado y todo, me tienes preocupada.
Sus ojos se llenan de lágrimas y yo me paralizo.
¿Tan mal le hablé?
── No quiero hacerte sentir mal…
Volví a suspirar, Cristian era una bola de emociones y nervios, no sabía cómo tratarlo la mayoría del tiempo. Me recuerda a mamá cuando estaba embarazada de Alan.
── Iremos al hospital mañana, no tienes opción. ──Levanto una ceja con dureza cuando veo que quiere discutir, por lo que se contiene── ¿Qué crees que puedas comer?
Hizo una mueca.
── Pensar en cualquier cosa, me revuelve el estómago.
Respiro hondo intentando pensar en opciones, me recuesto a su lado para acurrucarme en su pecho.
── ¿Qué opinas de una sopa? ──Lo noto temblar ante la idea── Piénsalo, sería solo el caldo, tal vez eso te ayude…