── ¿Tenemos todo? ──Le pregunté a Cristian con dificultad, a estas alturas estar de pie me costaba el aire.
── Sí, Ballerina. ──Dice mientras se acerca y acaricia mi abultado vientre de 35 semanas── Podemos ir saliendo, ya es hora.
── ¿Entrarás conmigo a la cesárea?
── Así tenga que pelear con el doctor.
Respiro hondo, intentando calmar los nervios.
Como no podía ser de otra manera, mi cadera no me permitió tener un parto natural y ahora debo ir saliendo para mi cesárea ya que hoy es el día. Tuve que tomar un reposo a cierto punto del embarazo porque el peso extra me molestaba con solo estar de pie. Fue algo increíblemente difícil, pero solo pude lograrlo por Cristian, May y mi mamá, quien me visitaba junto a Alan cada día sin falta.
Cristian toma mi bolso y ambos salimos, los nervios entre nosotros eran notable, parece que todos los meses de embarazo no te preparan para esto. Veo como saca las llaves del auto de sus padres y abre la puerta para mí.
Habíamos hablado sobre esto hace meses, habíamos comenzado a ahorrar para un auto propio. Solo que aún no veíamos el correcto.
Estaba hecha un manojo de nervios cuando llegamos al hospital, Cristian no soltaba mi vientre en un intento de hacerme sentir mejor, solo que no funcionaba.
Entonces llegó la hora.
Vi como pusieron una tela para tapar lo que hacían y aquello me puso nerviosa, ya no sentía nada gracias a la anestesia, pero podía sentir una presión y aquello era de lo más extraño.
Siento un par de manos acariciando mi rostro, y me relajo al ver como Cristian estaba allí, sonriéndome.
Y de pronto, escuchamos unos llantos. Mi corazón se aceleró, y veo como Cristian observa maravillado a los doctores.
Cristian se aleja un momento, solo para regresar segundos después con una criatura tan pequeñita que mis ojos se llenan de lágrimas.
── Creo que me has vuelto a enamorar, Ballerina. ──Dijo, al borde de las lágrimas── Me has dado al bebé más hermoso del mundo.
── Sí, nuestro Lucas es adorable.
Me besa.
Ambos volvimos a ver a nuestro bebé, maravillados de tener nuestro fruto de todo el amor que nos tenemos el uno al otro.
***
Veo a las chicas ensayando sobre el escenario, las veía con detenimiento y algo de nostalgia. El teatro estaba vacío aún, pues la competencia empezaría más tarde, debemos aprovechar cada segundo que nos dejan ensayar en el escenario, pues hay otros equipos que esperan por su turno.
── ¡Ven Rebeca!
Reacciono y me acerco.
Me puse frente a las chicas con la vista hacia donde estará el público, recorro el escenario de la forma más delicada que puedo, dejando que mis brazos las guíen para que vean la expresión que deben transmitir. La historia que deben contar.
Vi a la chica que hará el papel principal hacer giros en el centro.
La observaba con profunda nostalgia, pero ya no había tristeza, si bien es cierto que así no imaginé seguir en el baile, sentía que esta era mejor que la que tenía pensada.
Podía sentir que hacía algo especial.
Tomo la pierna de la chica y se la acomodo como debe estar.
Entonces es turno de la chica que hará el solo, estaba claramente nerviosa, se veía que iba a entrar en pánico. Primero dejé que practicara así, para que fuera relajándose por sí misma, pero tuve que detenerla al ver que dudaba de sí misma antes del salto.
── Jamás dudes. ──Le recordé con una sonrisa.
Ella asiente y observa hacia adelante con determinación.
Hace un pequeño salto de impulso, seguido de la voltereta hacia adelante, haciéndolo perfecto.
Mi corazón latió con fuerza.
Entonces las personas comenzaron a llegar para la presentación, yo acompañe a las chicas junto a María, ayudándolas a arreglarse para el gran momento.
Son las nacionales, hay que lucirse.
Me quedo tras vestidores, viéndolas bailar sobre el escenario, con una belleza que me llenó los ojos de lágrimas, era el orgullo, orgullo de haber participado en este proceso, orgullo de haberlas guiado y haberlas hecho sentir fuertes y seguras de sí mismas.
Son las mejores.
Salgo de los vestidores y bajo las escaleras para visualizar a mi solista desde el público.
Sonreí al ver cómo ella logra cada salto y giro.
Veo de reojo cómo alguien se queda de pie junto a mí, no tuve que preguntar quién era, porque toma mi mano con suavidad. Cristian no dijo nada por unos segundos, estaba tan absorto como yo viendo a la chica realizar su solo.
── No tienes idea de lo hermoso que es verte aquí, siendo exactamente quien estás destinada a ser. ──Murmura cerca de mi oído para que pueda escucharlo.
Me muerdo el labio, mi corazón se aceleró ante sus palabras, por lo que volteo a verlo.
Tenía a Lucas con el portabebés en su pecho, él estaba tranquilo, recostado en el pecho de su papá. Sonreí con ternura al verlo así.