Bailando Hacia Ti (colección: Caleidoscopio de Emociones #1)

Capítulo IV

Estaba en casa de mi abuela, ayudando a servir café para todos, el ambiente, aunque no era del todo agradable, era menos tenso, lo cual me daba un respiro. Todos se encontraban en el comedor, viendo una novela algo dramática para mi gusto personal.

Al servir las tazas de café, las reparto a cada quien para que comiencen a tomar y me siento junto a ellos para observar lo que veían.

A pesar de no gustarme el drama, me conmovía profundamente el dolor de la protagonista.

── Mírala, ella no llora. ──Dijo una de mis tías entre risas, señalándome── ¿Cómo no le puede conmover esta escena?

No supe que decir.

── Ella no siente nada. ──Dijo su hija.

── Ella no tiene sentimientos. ──Y así mi tía inicio una ola de comentarios similares hacia mí.

¿Debería decir algo?

No.

No tenía sentido hacerlo, siempre que replicaba lo hacía con más agresión de la necesaria y lo sabía. No podía medir el tono de mis palabras y no quería iniciar una discusión.

Yo solo me dedique a observar la pantalla, incapaz de aclarar que, en realidad, si me conmovía, pero aparentemente al no llorar a mares como lo hacen todas te hace automáticamente carente de emociones.

¿Qué no tengo sentimientos dicen?

Ja, bueno.

Luego de que terminara la novela, cada quien fue a parar a su propia habitación, dejando las tazas sucias sobre la mesa. Intenté recogerlas, pero mi abuela…

── ¡Yo las lavo! Ustedes siempre malgastan el jabón.

Eso.

Reí un poco al escucharla.

Me quedé con ella mientras las lavaba, a pesar de que nosotras no teníamos la mejor de las cercanías, me gustaba su compañía, era de las pocas veces que sentía algo de empatía, en lugar de respuestas a la defensiva que recibía día tras día.

── ¿Tú como has estado Rebecca? ──La escuché preguntar.

Horrible, me siento como una prisionera en mi propia casa, intento defender mi voz y es como si aumentara la pena de algún delito, siento que estorbo y no tengo un lugar. Papá se enfoca más en el trabajo y leer la biblias que, en prestar atención a su familia, claro, excepto por su hijo favorito quien recibe todo el amor y atención a pesar de ser un excremento de caballo.

── Estoy bien, mami. ──Suspiré, no tenía caso decirle nada, eso no llegaría a nada── ¿Tú cómo te has sentido de la presión arterial?

── Bien. ──Dijo ella en un tono donde claramente estaba mintiendo.

Sabía que mentía, siempre escuchaba de mis tías que sufría de constantes dolores de cabeza y su presión estaba por los cielos, ella debía tomarse las cosas con calma, solo que no hacía caso.

Entonces, volteó a verme, y fue como ver mi reflejo por un momento.

Somos más parecidas de lo que pensaba.

── ¿Estás tomando tus pastillas? ──Le pregunto con desconfianza.

── Sí. ──Responde desviando la mirada.

── Mas te vale.

Ella me sonríe.

── ¿Cómo van los estudios?

Le conté vagamente como me iba, no queriendo entrar en detalles para no aburrirla, contando levemente mi progreso en las clases y los temas que estábamos tratando y como, a pesar de que no entendía muy bien, estudiaba el triple para poder comprenderlo por mi cuenta.

── ¿Y por qué tu papá no te explica? ──Preguntó con mucha curiosidad.

Me reí.

── Le dije un par de veces, pero está muy ocupado para mí.

Recordé cuando se lo pedí, la primera vez lo dije en un tono casual, queriendo llamar su atención, pero él se limitó a verme y empezó a hablar con otras personas. La segunda vez, cuando intenté hablarle de Linux, me dio un discurso de como las universidades hoy en día ponían a Linux como la gloria cuando, según él, no era del todo cierto, el problema es que lo sentí más como un regaño que como una conversación. Y la tercera, quería que arregláramos el cargador de mi laptop, que estaba fallando, dijo que después lo haría, pero ese momento nunca llegó.

La veo apretar los labios.

── No seas así, es tu papá.

── Deberías decírselo a él, tal vez así se entere.

── Rebeca. ──Advierte.

── Lo siento.

Ella, a pesar de todo, era muy conservadora con este tema, no quería escuchar cuando me refería de mala manera a un familiar, mucho menos si es mayor porque la frase “debes entender que así es su personalidad y hay que aceptarla”, se hace presente.

Ah, pero cuando a mis primos pequeños les ofendía mi frialdad, aunque no estuviera faltando el respeto a nadie, la frase era “debes entender, son niños”.

¿Quién carajo me entiende a mí?

── ¿Y amigos nuevos?

El rostro de Cristian apareció a mi mente, sentí el impulso de querer sonreír, pero no quería profundizar en ese tema por lo que lo reprimí.




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