Bailando Hacia Ti (colección: Caleidoscopio de Emociones #1)

Capítulo VII

── Papá, eso duele. ──Lloriqueo intentando con una mano aflojar el agarre de su mano sobre mi brazo.

Él no me hace caso.

Me arrastra hasta el comedor. Mamá se levanta de un salto al ver cómo papá viene furioso conmigo arrastras.

── Con que ese es el chico con que te has estado viendo. ──Gruñó.

── ¿Qué chico? ──Pregunta mamá.

── Un chico de mierda y pelirrojo, de seguro es de esos que se creen estrellas del Rock y se drogan como locos.

Chillé al escucharlo.

── ¿De dónde sacas eso? ──Exclamé sorprendida de sus conclusiones precipitadas.

── Su cabello.

── ¿Qué tiene que ver…?

── ¡Silencio! ──Apreté los labios── ¿Me puedes explicar por qué se fue corriendo?

Demonios, no debí decirle que se fuera de esa manera.

Pero, por otra parte, ¿Qué podía esperar por parte de ellos? No suelen escuchar lo que les digo.

── Papá no es así, de verdad. Además, él también va a la universidad.

── Es una mala influencia para ti.

── Pero él no ha hecho nada. ──Intento defenderlo, aunque el daño ya parecía irreparable.

── ¡Que lo es y punto! ¿Qué no ves que solo quiere usarte?

── ¡No lo está haciendo!

── ¿Y qué es eso que vi?

── ¿Qué viste? ──Pregunta mamá.

── Se estaban besando como unos descarados.

Enrojecí de la vergüenza.

── ¡Ni siquiera llegó a besarme! ¿Acaso estás ciego?

Las bofetadas no siempre me afectaban, era más el dolor que llenaba mi pecho cada vez que papá prefería pegarme antes que escucharme, el dolor de no ser escuchada era lo que más me quemaba.

Solo que esta vez… el golpe había aterrizado de lleno sobre la cordal, él lo sabía, sabía perfectamente donde se encontraba mi punto de dolor y aun así lo atacó sin pensarlo dos veces. Retrocedí, ya que me había soltado, y el sentimiento de asfixia volvió a llenarme, papá no quería escucharme, solo condenaba todos mis pecados para luego ignorarme. Mi mamá, quien solo me repetía que era mi papá y debía amarlo y aceptarlo, no hizo nada para ayudarme, me veía como si estuviera mal de la cabeza por actuar de esta manera. Y luego estaba ese pedazo de basura.

Michael.

De nuevo, estaba en su habitación, viendo a detalle toda la escena con una gran expresión de satisfacción.

Apreté los puños, cansada, con punzadas tan fuertes sobre mi muela que hacía que mi cabeza diera vueltas.

Me dirigí a papá, y dije algo que sabía a la perfección que lo iba a empeorar todo.

── Por mi puedes pudrirte con tu hijo favorito en el infierno.

── ¡Rebeca! ──Mamá me regañó, sorprendida por mis palabras.

── ¡Te dije que ese chico era una mala influencia para ti! ──Empezó a gritar papá, pero yo ya había comenzado a correr hacia mi habitación── Hazme el favor y vuelve aquí, eres una decepción. ¿Crees que te dejaré hacer lo que te dé la gana por la calle?

Cierro la puerta justo a tiempo antes de que él logre entrar.

── Sí, ¡sí! ──Dije de forma retadora, lo que hizo que papá intentara forzar la puerta con más insistencia. Tomé mi cabeza con fuerza, totalmente desesperada── ¡PORQUE DEJAS QUE TU MALDITO HIJO LO HAGA TODO EL TIEMPO!

Otro golpe en la puerta.

Miré y tomé por un momento las tijeras, pero dudé, no quería ser cobarde de nuevo y recaer en esto, o que papá me viera cuando logre entrar y también me pegue por lastimarme, por muy tonto que eso suene. Dejo las tijeras, pensando en que hay muchas razones para no hacer locuras.

Hasta que…

── ¡No te metas con tu hermano! ──Vociferó papá del otro lado de la puerta── Tienen la misma sangre, y no deben pelearse por tonterías. Debes respetarlo porque es mayor, cuando yo no esté, él es el hombre de la casa. Y la biblia dice…

No pude seguir escuchando.

Me volteo de nuevo para tomar las tijeras, pero antes de hacerlo, los analgésicos que ellos me dieron, llaman mi atención.

***

Cristian

Me muevo de un lado a otro, inquieto y con un mal presentimiento.

Rebeca no ha visto ninguno de mis mensajes, ni siquiera se ha conectado, solo podía pensar una y otra vez en el terror que ella reflejó cuando vio que su papá estaba ahí. Joder, no debí irme, debí quedarme y explicar la situación para que no se malentendiera. Si me pongo en sus zapatos, si yo encontrara a mi hija en esa misma situación, me volvería loco al ver como el chico en cuestión huye corriendo del lugar.

── ¿Qué es lo que te pasa? ──Me pregunta May, yo le explico brevemente lo que pasó, ella frunce el ceño al escucharme── ¿Y que tiene? ¿Ella no es mayorcita ya?

── Sí, pero tal vez estuvo mal que en medio de la calle…

── Solo la ibas a besar, ni que la fueras a desnudar en plena calle.




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