Bailando Hacia Ti (colección: Caleidoscopio de Emociones #1)

Capítulo XXIII

Gracias al cielo cuando terminaron las defensas, Mason se fue sin volver a acercarse, quitándome una preocupación de encima. En parte me sabía mal por rechazarlo de esa manera, pero May tiene razón, debo ser honesta con lo que no me gusta y ya está.

No fui grosera, ¿o sí?

Esa idea me estaba preocupando.

Entonces las clases finalizaron y salimos todos juntos. Me estaba despidiendo de Cristian, que debía ir a hacer un trabajo con sus amigos y no podría acompañarme.

── Si tienes que trabajar yo puedo buscar las cosas, no tienes que preocuparte por eso. ──Volví a ofrecer, intentando que no se preocupe tanto por mí.

Eso parecía imposible de lograr.

── Ni hablar, no quiero que llegues cansada a la academia, de por sí llegas exhausta cuando sales de allí, no quiero imaginar si llegas peor.

Rio un poco ante eso.

── No quiero molestarte. ──Admito.

── No lo haces.

── Romeo, debemos irnos. ──Una voz nos interrumpe.

Ambos enrojecemos ante el llamado de los amigos de Cristian.

Esto era nuevo para nosotros, tanto sus compañeros como los míos apenas se estaban enterando de nuestra relación, y aquello nos avergonzaba terriblemente. Debido a todos los comentarios y miradas picaras que recibíamos por parte de todos.

── Voy. ──Masculló Cristian a su dirección antes de volver a verme── Cuídate, Ballerina. Prométeme que tendrás cuidado.

── Lo tendré, solo iré a casa de Frank, no a cruzar una frontera.

Cristian sonríe ante mi comentario.

── Solo bésala si es lo que quieres, pero rápido, nos esperan. ──Vuelve a hablar el amigo de Cristian.

Volví a sentirme avergonzada, pero Cristian le tomó la palabra.

Me tomó con firmeza de la cintura mientras me besaba, me apoyé tomándolo de los hombros para no perder el equilibrio, algo que normalmente pasaba cuando me besaba así.

── Dije bésala, no que te la comas.

Sin hacer caso, mordí levemente su labio antes de separarme.

Entonces la vergüenza volvió al ver el su rostro complacido.

── Hasta luego. ──Balbuceé llena de nervios.

Di la vuelta y hui de allí junto a mi compañero, quien me veía con diversión.

Un movimiento llamó mi atención antes de subirme a su auto, me quedé viendo a un árbol a la lejanía, creí ver…

── ¿Todo bien? ──Reacciono al llamado de Frank.

Pestañeo a su dirección.

── Sí todo bien. ──Subí y cerré la puerta del auto.

A diferencia de la casa de Mason, la casa de Frank se sentía con un ambiente más agradable y tranquilo.

Fuimos a su habitación para que el ruido de la calle no nos molestara tanto, ya que aparentemente a sus vecinos les encantaba poner música a todo volumen todo los días de cada semana de cada mes durante todo el año.

── ¡Dios mío! ──Exclamó── No se cansan de esa música.

── Tienes vecinos bastante animados. ──Quise intentar verle el lado bueno.

No funcionó.

── No pensarías eso cuando no te dejen dormir.

Escucho con atención la música y le di la razón, no creí que pudiera descansar ante tanto escándalo, no solo era la música, sino también gritos, risas y aplausos. Ni idea de que celebran tanto.

── Es la primera vez que vienes, y tenemos como tres años estudiando juntos. ──Escucho a Frank comentar.

Reí algo apenada.

── Lo lamento. ──Me miró con curiosidad ante mi pregunta.

── ¿No querías venir antes? ──Me pregunta.

Recordé vagamente a mis padres, a como ellos eran tan estrictos para dejarme salir con mis compañeros.

No quise hablar sobre eso, no quería que todos supieran aquello.

── Mis padres me necesitaban en casa. ──Opté por decir.

── ¿Y ya no?

Diablos.

Había olvidado por completo que nadie sabe que vivo con Cristian, por eso me resultaba de lo más curioso que Mason lo supiera.

── Vivo con… mmm, bueno, desde hace un par de meses, eh…

Mi compañero ríe.

── Oye, tranquila. ──Intenta tranquilizarme con una sonrisa── ¿Vives con Cristian te refieres? Eso es genial, al principio la convivencia es difícil pero luego ambos se van amoldando al otro.

¿La convivencia es difícil al principio?

No lo veía así, al principio lo que pasaba era que teníamos una lucha constante de quien hacía qué en el apartamento. Yo quería cocinarle a Cristian, pero éste no me dejaba. Y por mi parte no dejaba que Cristian levantara una sola esponja para limpiar.

Pero con el tiempo nos resignamos, yo ya ni me acercaba a la cocina, y Cristian optó por dejarme cantidades específicas de los productos en envases para que no terminara por usarlo todo en menos de una semana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.