Estaba en su pecho desnudo, acariciándolo con mis dedos mientras él hacia lo mismo sobre mi espalda. Estuvimos un rato en completo silencio, intentando recuperar el aliento luego de todo lo que pasó.
── ¿Qué diré cuando me pregunten por la blusa? ──Me atreví a preguntar.
── Mmm, que May llegó y la tomó con fuerza sin darse cuenta que estaba enganchada en el perchero.
── ¿May tiene tanta fuerza?
── No. ──Reí al escucharlo── Pero ellos no lo saben, y dudo que lo sepan, apenas y mostraron interés en mí, mucho menos lo harán con mi familia.
── Lamento eso.
Él besa mi cabeza.
── No te disculpes.
Recuerdo vagamente las discusiones que tuve con ellos por Cristian, como dijeron esas cosas sobre él sin siquiera conocerlo un poco y yo siendo incapaz de defenderlo, hoy fue más de lo mismo.
── No es… la primera vez que me muestran su rechazo por ti. ──Comencé a decir, queriendo ser honesta en este tema.
── No me sorprende.
── No entiendes. ──Me incorporé para verlo── Desde antes me decían que solo querías usarme, solo para… abrirme de piernas y ya está.
Él se vio algo avergonzado.
── Lo lamento.
── ¿Qué lamentas? No hiciste nada.
── Porque al final eso fue exactamente lo que hice.
Enrojecí al escucharlo.
── No digas eso, pervertido. ──Suspiré antes de continuar── Lo que quiero decir es que ellos han dicho cosas horrible y yo nunca he encontrado el valor para hacerles frente.
── No necesito que lo hagas, Ballerina.
── Pero…
── Rebeca, desde el momento que te apartaste de mí la primera vez que intenté besarte, estabas tan asustada que supe de inmediato que no iba a ser fácil todo esto. ──Lo miré, sorprendida── Pero, aun así, aquí me tienes, no pienso rendirme solo porque ellos no me quieran, este es el camino que escogí recorrer. Quiero hacerte feliz a ti, no a ellos.
── Lo lamento. ──Murmuro, sintiendo como mi corazón latía con fuerza ante sus palabras.
── No tienes nada de qué disculparte. ──Acaricia mi mejilla── ¿Qué te parece si me dices exactamente todo lo que te han dicho de mí?
── No puedo.
── ¿Por qué?
── No quiero que me odies por no haberte defendido.
Él se sienta al escucharme.
── Jamás te amaría menos por eso, Ballerina. Mucho menos odiarte. Solo dime.
Y sin darnos cuenta, estuvimos así alrededor de una hora, Cristian quiso saber cada palabra que ellos han dicho de él, a veces lo veo poner expresiones dolidas sin poder contenerlas. Él no dejó que eso me detuviera e insistió en que siga siendo honesta.
── Dímelo todo, Rebeca. ──Dijo cuando me quedé en silencio.
── Eso es todo.
── ¿No me mientes?
── No. ──Lo miré a los ojos── Mientras te mire a los ojos, sabrás que no te estoy mintiendo.
── ¿Por qué?
── Porque apesto mintiendo, me pongo nerviosa y no soy capaz de mentir.
── Mm, interesante información, la usaré a mi beneficio.
Enrojecí.
Aun así, me acerqué para sentarme sobre sus piernas, acariciando su rostro con ambas manos. Sonrió ante ese gesto.
── ¿Sabes? ──Alcé las cejas en un gesto para que continuara── Amo como tu confianza está creciendo.
── No lo hace.
── Sí lo hace, ¿o te imaginas a ti hace seis meses sentándote así sobre mí estando desnuda?
Mi rostro se calienta a más no poder y aunque intento ocultarme escondiéndome en su cuello, me sujeta con firmeza.
── No te avergüences, no sabes cómo me fascina verte así. ──Dice con una enorme sonrisa.
── No seas pervertido. ──Protesté.
── Eso no me lo dijiste hace un rato. ──Su rostro se acerca al mío── Me dijiste que lo fuera más.
Gemí totalmente mortificada, a lo que él ríe.
***
Un día, él tuvo que irse temprano a trabajar ya que no teníamos clases, por lo que me quedé sola al ser mi día libre. Quería aprovecharlo para descansar.
Hago una mueca al ver cómo estaba lavando las sábanas, cortinas y cada pedazo de tela que me encontraba, definitivamente tenía un concepto muy diferente para descansar. Cristian me miraría con desaprobación, eso seguro.
Mi celular suena indicando que le llegó un mensaje, sonrío al ver que es de Cristian.
Mi pelirrojo: Tus padres me preguntaron por el número de apartamento, ¿los ves afuera?
Aquello hace que entre en pánico. Había pasado casi una semana desde que fuimos a su casa, no estaba lista para volverlos a ver.
Corro hacia la ventana para ver cómo, efectivamente, allí está la camioneta.