Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo II

──Ya te dijimos que no ──advierte papá──. ¿Es tu novio o algo así?

──No, claro que no…

──¿Entonces por qué no viene él para acá?

Observo la casa con algo de inquietud, este ambiente tan tenso que me tiene alerta cada segundo. Solo quiero relajarme un minuto sin tener que escuchar algo que me duela.

──Porque le queda lejos del trabajo ──insisto──. Además, sabes que ya soy algo mayor. Me faltan solo dos semestres para poder graduarme, debo tomar mis decisiones.

──Si quieres hacer lo que te dé la gana ──continúa mamá──, vete de esta casa e independízate de una buena vez.

¿Por qué tiene que irse a ese extremo?

──Pero…

──¿Qué? ¿No te gusta jugar a la independiente? ──responde──, pues lástima, porque a partir de ahora, te irás preparando para serlo. Como, por ejemplo, ahora que estás a punto de graduarte como dices, prepara tú misma tus propias comidas y empieza a ver por ti.

Es irónico que me digan eso y cuando quiero buscar trabajo me digan que no tengo necesidad de trabajar.

Mi hermano mayor, a todas estas, se encontraba allí junto a papá, de brazos cruzados sonriendo de forma burlona. Y aunque no me está viendo a mí, puedo asegurar que se burla por completo de mí.

¿Independizarme? Pienso con amargura.

¿Y él?

Él es ocho años mayor que yo, y a él no le reclaman absolutamente nada.

Ni mucho menos se cocina por sí solo, y si lo hacía, lo hacía de forma desmedida, solo para él y consumiendo sin preocupaciones los insumos comprados por nuestros padres. Cuando estuvimos un tiempo mal económicamente, él compraba su propia comida y sus cosas para asegurarse a sí mismo y nosotros llegamos a comer una vez cada dos días.

Yo era menor de edad en aquel entonces, estaba estudiando y debía ayudar en casa. Él, en cambio, se quedaba sin hacer nada por horas cuando no estaba en su trabajo de medio tiempo.

Lo odio. Pero papá lo adora tanto, que ni vale la pena usarlo como ejemplo. Nunca ganaría esa discusión. Ni siquiera papá tolera que mamá le reclame por él, ya mi mamá se rindió por completo en ese tema. Ya que, al no ser su madre biológica, Michael no la respeta ni un poco.

Por lo que, dando por perdida esta conversación, simplemente asiento y me voy a mi habitación.

──Recuerda que tienes que limpiar la cocina ──dijo mamá──. No tienes razones para cansarte, ponte a ello de una buena vez.

Suspiro.

──Vale, mamá.

***

Ya que después de todo, no podría reunirme con mi compañero porque de ninguna manera lo invitaría a mi casa, comencé a hacer las correcciones del proyecto por ambos. Enviándole los progresos para que pudiera verlos y agregar su punto de vista en caso de ser necesario.

Frank se extrañó por aquello, y se disculpó conmigo por tener que hacerlo sola.

Fue algo complicado debido a que solo le escribía por mensajes, vagamente pensé en aquellas chicas, de seguro ellas no tendrían problemas para…

No vayas por ahí. Me regaño.

Me quedo viendo a la nada en mi habitación, sintiendo un vacío enorme, uno tan grande que hace que mi pecho duela.

Aquella necesidad vuelve a nacer y me pone de lo más inquieta, quiero sentirlo de nuevo, sentir el ardor tan característico que puede opacar el dolor en mi corazón. Es estúpido hacerlo y lo sé, pero es la única manera en la que había logrado canalizar mi dolor, de expresarlo y dejarlo salir, aunque sea un poco.

Sé que nadie lo notará, porque tengo esta mala costumbre desde el bachillerato y nadie lo ha hecho.

Tomo mis tijeras del escritorio.

Cuando termino, no me atrevo a moverme mientras una que otra lágrima salía de mis ojos.

Entonces los cierro, deseando que todo algún día mejore.

Al día siguiente, me cubro como puedo para que no se note la locura que estoy haciendo.

¿Cómo puedo querer llamar la atención y al mismo tiempo pasar desapercibida?

Quiero ayuda y compañía, pero no soy tan valiente como para pedirla. Siento que de llegar una, no sabría qué hacer con eso.

──¿Rebeca? ¿No tienes calor? ──pregunta mamá con curiosidad y yo me inquieto al escucharla.

Veo mi suéter de mangas largas.

Dilo. Me digo a mí misma, di lo mucho que la necesitas, lo mucho que quieres que te escuche, ella no podrá saberlo si no se lo dices.

Abro la boca para hacerlo, pero recuerdo cómo han minimizado todos y cada uno de mis problemas, por lo que solo puedo decir:

──Siento algo de frío ──murmuro.

──Mmm.

Y se va.

Me muerdo el labio, no debería dolerme eso.

Porque nadie se pregunta por qué tengo bolsas oscuras bajo los ojos, cómo nunca tengo energía, cómo siempre deseo que se haga de noche para volver a dormir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.