Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo III

¿Qué cosas me gustan?

Es una pregunta que nunca me había detenido a responder. Tal vez porque temía que nadie realmente quisiera saberlo.

Dejo a un lado mi pobre uña y comienzo a juguetear con mi cabello, él desvía la mirada, atento a cada uno de mis gestos.

──Pues… ──intento decir, pero me quedo en blanco.

Cristian parece notarlo.

──Escuché del compañero de allá que te gustan los videojuegos. ──dice, señalando a alguien con su dedo.

Veo al compañero que me indica, Frank. Recordando aquella vez que él trajo algunos juegos en su laptop, de las pocas veces que había vencido mi timidez al pedir jugar un poco, donde ese poco se extendió por toda la tarde. Ganando todas las partidas.

──Sí… ¿eso qué tiene? ──pregunto casi a la defensiva.

A él no le parece afectarle mi tono de voz.

──Me parece… fascinante. ──Apoya su barbilla en su mano izquierda, observándome con una sonrisa.

Mi corazón se acelera.

No pude responder a eso, por lo que él vuelve a preguntar.

──¿Qué tipo de juegos te gustan?

¿Qué tipo de juegos? ¿Qué juegos estarán de moda? No quiero quedar como tonta, yo solo conozco los viejos. Y en lugar de probar algo nuevo, suelo repetir los que ya he jugado una y otra vez.

Las únicas consolas que he tenido, no acabaron del todo bien y no quería recordar aquello.

──Mmm, bueno, me gustan los juegos de Zelda

Él alza las cejas, sorprendido.

──¿En serio? ¿Cuáles has jugado?

Casi pongo los ojos en blanco, son demasiadas preguntas, su interés me hace sentir abrumada. Se supone que tengo que prestar atención a los detalles que indican los profesores para la feria y él también debería hacerlo, no estar conversando.

Al estar jugueteando con el lápiz, este se me cae al suelo, y al recogerlo, no me percato de que el suéter se levanta un poco, exponiéndome.

Solo me percato de eso cuando veo su mirada fija en las pequeñas heridas que hice ayer con las tijeras, apenas empezando su proceso de cicatrización.

Aquello me hizo sentir avergonzada, porque seguro pensará que soy una suicida o algo así, y no creo que entienda que solo lo hago para sentir el dolor. Porque me considero demasiado cobarde como para intentarlo en serio.

«Solo es para llamar la atención».

Es lo que siempre escucho decir sobre las personas que hacen esta tontería. Y no quiero escuchar esas palabras de él.

Acomodo mis mangas, aunque sea demasiado tarde.

──Oye… ──comienza a murmurar.

Entro inmediatamente en pánico.

Cierro mis cuadernos y los meto todos de golpe en el bolso, no quiero escucharlo. No quiero escuchar cuando diga que no tengo por qué hacerlo, que no tengo derecho a sufrir, ni nada parecido.

Él intenta detenerme, pero no le hago caso.

Le susurro al profesor que me siento mal y me voy, y aunque no me hará sentir mejor, me dirijo a mi casa.

Solo puedo pensar, que era mucho mejor cuando nadie me escuchaba y todos me ignoraban. No me gusta tener que dar explicaciones, no me gusta sentirme como una tonta deprimida o como a alguien a quien hay que tenerle lastima.

Me gusta más guardarme todo eso para mí, porque las pocas veces que he intentado decir lo mal que me siento termino siendo tan juzgada que… simplemente ya no quiero arriesgarme.

──Hola, Rebeca. ──saluda mamá al verme llegar──. ¿Saliste temprano?

──Sí, el profesor se tuvo que retirar ──miento.

──Bueno, haz el almuerzo ──pide.

Déjame llegar, al menos.

Suspiro lo más bajito que puedo, el cuerpo me está pidiendo descanso, pero aún no puedo dárselo.

Entro a la cocina para preparar el almuerzo, recibiendo quejas por parte de mamá por cada paso que doy, por cada ingrediente o vegetal no cortado como a ella le gusta. Quiere que corte los vegetales más pequeños, se queja de que agrego mucha sal, que estoy quemando las cosas y no deja de preguntar por qué me estoy tardando tanto.

Para el final de todo, mis manos tiemblan por completo.

Al sentarme con ellos para comer, mi estomago se cierra al ver a papá y a mi hermano hablar con total naturalidad, riéndose de sus bromas y contando anécdotas entre ellos. Soy incapaz de comer con esa imagen frente a mí, como si nada.

Veo de reojo cómo mamá se encoge un poco en su asiento, seguramente sintiéndose dejada de lado.

Porque no solamente yo tengo una relación fracturada con papá, también mamá. Solo que ella siempre me dijo que yo no tengo por qué saber los aspectos negativos de su relación con papá.

Lo observo de nuevo, y en un arranque de valentía, lo intento.

──Papá, uhm… ──Él me mira──. Sobre mi proyecto, un profesor quiere que haga la base de datos con Excel, pero mi compañero piensa que con Access




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.