Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo V

Como siempre, corro a mi habitación, encerrándome y haciendo caso omiso a los gritos y llamados, que gracias al cielo no duraron mucho y en su lugar ellos siguieron en lo suyo, conversando y hasta riendo con el tiempo. Haciéndome sentir más aislada y sola, como si fuera eso posible, los escuché cenar, escuché cómo su reunión y conversación sonaban tan amigables en mi ausencia y eso me destrozó más.

¿Para qué existo? ¿Para qué había nacido?

Definitivamente, esto es una completa pesadilla, porque nadie me escucha. Siempre que intento hablar con mis tías, me indican que debo respetarlos por ser mis padres, además de que cada vez que digo algo, van con el chisme. Provocando así más peleas.

Despierto al día siguiente con un terrible dolor de cabeza, este día no tiene las mejores pintas.

Tocan la puerta.

──Rebeca, ven para que me ayudes. ──dice mamá y se va sin esperar respuesta.

Suspiro, no tengo opción.

Me levanto maldiciendo cada movimiento, cada uno duele más que el anterior, no puedo moverme sin sentir una punzada que me inmovilizaba. Veo mi reflejo levemente, tengo medio rostro hinchado, aquello solo llena mis ojos en lágrimas.

Salgo del cuarto con miedo y en silencio, no queriendo causar el más mínimo ruido que podría provocar otra guerra, ya tuve suficiente con lo de ayer.

Y veo a mi papá leyendo la biblia, mientras susurra unas palabras.

Con el tiempo he empezado a odiar ese libro, es de lo más hipócrita verlo así. Lo usa de escudo para cubrir sus fallos y errores, pero también lo usa para atacar y tachar a otros de pecadores. La fe me parece algo muy bonito en el ser humano, en creer en algo más allá de nosotros, pero esto no, ser alguien tan falso y usar la religión para protegerse es de lo más bajo.

Todo lo hago de forma automática, me cepillo los dientes rápidamente para no tardar y voy a la cocina. No le veo sentido a comer con ellos por lo que solo le preparo a ellos y me excuso diciendo que comí mientras lo preparaba.

Me siento con ellos solo para escuchar cómo hablaban de cosas de Dios y la biblia, no quise participar ni prestar atención. Solo me dedico a asentir de vez en cuando para fingir que estoy de acuerdo.

──Hola ──saluda una de mis tías al llegar, sonrío un poco en su dirección.

Su mirada sobre mí muestra su gran curiosidad en qué había pasado, pero en lugar de preguntarme fue con mamá y al escuchar todo lo que pasó, solo asintió.

Vuelvo mi mirada al frente.

Otra persona más que no me defiende.

Mi celular vibra en un mensaje, y casi suelto a llorar cuando veo que es de Cristian.

Cristian: No he sabido de ti hoy, ¿cómo estás?

Mis ojos arden por las lágrimas contenidas, pero no pude responder el mensaje, simplemente vuelvo a mirar el frente para fingir que no me pasa nada.

Ninguna de las personas que se encuentran en esta casa se pregunta cómo me siento, y él único que lo hace no tiene ni idea de todo lo que me sucede. Una ligera desesperación crece dentro de mi pecho. No tiene sentido intentar encajar en un sitio donde sencillamente no tengo mi propio lugar.

Entonces mi tía se sienta a mi lado.

──Rebeca, debes controlar tu carácter. No puedes estar faltando al respeto así.

──Pero…

──Ese chico no es bueno, estás teniendo problemas con tus padres por su culpa. Haz caso y aléjalo de ti.

No me deja decirle más sobre ese tema.

Ni siquiera lo conocen, y mucho menos me preguntan por él.

***

Estoy en casa de mi abuela, ayudando a servir café para todos, el ambiente, aunque no era del todo agradable, era menos tenso, lo cual me da un respiro. Todos se encuentran en el comedor, viendo una novela algo dramática para mi gusto personal.

Ha pasado una semana desde aquel incidente con papá, nadie dijo nada sobre eso y yo tuve que hacer un esfuerzo por dejarlo atrás. Asumiendo que soy una cualquiera y dándole la razón en que soy una mentirosa, no queda de otra.

Al servir las tazas de café, las reparto a cada quien para que comiencen a tomar y me siento junto a ellos para observar lo que ven. A pesar de no gustarme el drama, me conmueve profundamente el dolor de la protagonista.

──Mírala, ella no llora ──dice uno de mis tíos con tono de burla, señalándome──. ¿Cómo no le puede conmover esta escena?

Me tenso, no supe que decir o hacer.

──Ella no siente nada ──responde su hija.

──Ella no tiene sentimientos. ──Y así dio inicio a una ola de comentarios similares hacia mí.

Esto me incomoda, cada palabra me afecta y tengo que forzarme a no demostrarlo. Porque de enojarme o mostrarme herida, la burla será peor.

Me dedico a observar la pantalla, incapaz de aclarar que, en realidad, sí me conmueve y mucho, pero aparentemente al no llorar a mares como lo hacen todas te hace automáticamente carente de emociones.

¿Qué no tengo sentimientos dicen?




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