¿Está bien dejar que él pague por todo eso?
Me da demasiada pena, no soy su responsabilidad para tal cosa. Ya de por sí me da pena con mis propios padres.
El doctor García me explica un par de cosas más, de cómo debo cuidar mi alimentación y mantenerme hidratada. Junto a otros detalles más específicos que no sabía del todo si iba a poder recordar.
Entonces, antes de irse se acerca a mí mientras mis padres hablaban entre ellos.
──Rebeca, no estás sola, ¿lo sabes? ──me pregunta en voz baja y suave, como si hablara con un niño asustado. Al mismo tiempo, me tiende una tarjeta──. No temas en pedir ayuda.
El doctor se retira, y al ver la tarjeta veo el número de un psicólogo.
Lo escondo con cierta vergüenza, he recibido demasiadas burlas para mi gusto respecto a este tema. No creo que sea algo que valga la pena intentar.
Cuando Cristian vuelve, se dirige a mamá con total amabilidad para explicarle lo que le dijeron en recepción. Le muestra su celular para que vea los mensajes con el dentista hasta ese momento, mi mamá lo observa con detenimiento.
Entonces pasa algo que no creía posible, se relaja con él.
──¿Puedes quedarte con ella mientras Erwin y yo buscamos unas sábanas?
──Claro.
Se van, dejándonos con Michael. Cosa que me desagrada, ¿para qué se queda?
Cristian vuelve a revisar su celular.
──Rebeca, debo llamar a May ──notifica──. Está preocupada por ti, le diré que estás bien. Además de que debo resolver otras cosas, vuelvo rápido.
Apenas se levanta para irse, tomo su mano.
──¿Qué sucede? ──pregunta y lo veo de forma suplicante.
Parece comprender, porque se acerca.
──No me dejes sola con él, por favor ──pido en voz baja.
Cristian me observa con seriedad, mira de reojo a Michael que ni nos presta atención, algo que él aprovecha para acercarse.
──De acuerdo. ──acepta y toma mi mano, sonrojándome──. No te dejaré hasta que lleguen tus padres, ¿te parece?
──Sí. ──Sonríe con cierta tristeza.
──Duerme, Rebeca. Descansa un poco, no me iré.
Asiento y suelto el aire, cerrando los ojos.
Al día siguiente, ya estamos por irnos del hospital, no he intercambiado ni una palabra con mis padres desde que desperté, y me siento tan inquieta de lo que pasaría al llegar a casa. Parecen tensos conmigo, como si les preocupara qué decir o hacer cerca de mí. Algo que me incomoda.
En el comedor, papá saca mi celular de su bolsillo y lo deja sobre la mesa.
──Lo siento ──murmura. Parece avergonzado, porque no quiere verme a los ojos.
Pero una pregunta viene a mi mente.
Si no lo hubiese intentado, ¿se estaría disculpando conmigo ahora?
Mejor ni la hago, yo ya me sé la respuesta a eso. Solo tomo el celular y me voy a la habitación. Me recuesto en la cama, revisando todos los mensajes ya leídos de Cristian, era claro.
Entonces él me llama. Solo ver su nombre me acelera más el corazón.
──Hola, Cristian ──saludo con timidez.
──Hey… ¿cómo estás? ──cuestiona.
──Estoy bien ──aseguro sin ganas.
──No, de verdad, ¿cómo te sientes?
Me muerdo el labio.
──Tengo náuseas. ──confieso, cerrando los ojos──. Me duele la muela y eso me provoca dolor de cabeza.
Lo escucho suspirar.
──Solo aguanta unos días, ¿sí? ──Asiento, y me siento tonta porque él no puede ver aquel gesto──. Hablé con el dentista, me dijo que mañana puede evaluarte, hay que llevar tus exámenes para saber qué puede o no hacer.
──Cristian, de verdad, no quiero que…
──¿Cuánto tiempo piensas que puedes soportar ese dolor?
Sé que se refiere a la muela, pero no puedo evitar tomármelo personal, pensando en todos mis jodidos problemas en casa. La enorme bola de emociones que reprimo cada día lucha por salir, y mantenerlo a raya es de lo más agotador, no quiero llorar en la llamada y preocuparlo más.
──No tengo cómo pagarte ──advierto.
──No te estoy cobrando por ello.
──Esto es extraño, ¿sabes? Apenas me conoces y quieres pagarme una cita médica.
Lo escucho reír.
──Digamos que me gusta cuidarte y saber que estás bien.
Me sonrojo, y agradezco que no pueda saberlo.
──¿Trabajas?
──Claro, ¿cómo crees que te voy a pagar la cita?
──No seas idiota ──gruño.
Él vuelve a reír.
──Lo lamento, pero sí, trabajo. ──Me siento terriblemente culpable, yo soy la que debe trabajar para pagar todo esto en lugar de que gasten en mí. Solo… no he tenido el valor de hacerlo antes, me da vergüenza pensar qué pensará Cristian de mí por todo esto──. Oye…