Cristian
Hoy es el primer día de clases. Y apenas entro a mi salón luego de dejar a Rebeca en el suyo, Mario me intercepta.
──Te ves… relajado. ──Aprieto los labios──. Ja. ¿Dejaste de ser virgen?
Vale, solo han pasado tres días desde esa noche, ¿cómo puede darse cuenta de eso tan rápido?
Volteo cuando el sonrojo me domina.
──Cállate ya ──gruño en voz baja.
Inevitablemente, recuerdos de esa noche vienen a mi mente, la verdad es que fue… maravillosa. Jamás creí que hacer eso con alguien me volvería tan loco. Siempre he respetado y puesto un límite, pero termino tirando todo eso en la basura cuando entra mi Ballerina a escena. Podría verla sin nada puesto y jamás cansarme.
Siento que soy el más suertudo de todos, definitivamente.
Mario se echa a reír.
──Estoy tan orgulloso. ──dice mientras me sacude con fuerza──. Vamos, cuéntame, ¿mi regalo te salvó la vida?
Lo veo con mala cara.
──Eres un idiota, no vuelvas a dejar porquerías en mi apartamento ──espeto──. ¿Qué se supone que haré si Rebeca ve esas cosas?
──Le rompes la ropa y ya, ¿cuál es el problema? Ya lo hiciste.
──Hablar contigo es imposible ──me quejo.
Vuelve a reír.
──No te pongas así, vamos. ──Pasa un brazo sobre mis hombros y nos encaminamos a nuestras mesas de siempre──. ¿Cuándo saldremos los tres?
──¿Contigo? No.
Mario se ofende.
──¿Crees que haría algo con ella? ──Alzo una ceja y él suelta otra risa──. Vamos no seas así, sabes que te respeto demasiado, tu chica es intocable. Además, ya la he cuidado y todo salió de maravilla si quitamos que le dio fiebre, ese día la pasamos muy bien.
Aprieto los labios ante su tono pícaro, Mario no se cansa de avergonzarme usándolo.
Sé que la ha cuidado, que puedo confiar en él. Y por mucho que me conmueva, parte de mí sigue con la inquietud. No por Mario, sino por experiencias pasadas. La idea de volver a beber en un bar me pone nervioso, no lo he hecho desde aquel entonces.
Apenas dejo mi bolso en mi silla, Rafael me golpea en la cabeza.
──Hey, Cristian.
Respiro para tener paciencia.
──Hey ──saludo de igual manera──. ¿Cómo estás?
──Pues muy bien, estuviste algo desaparecido en las vacaciones. ──Sonrío como puedo──. Anoche Mario me estuvo enseñando un par de cosas. Lástima que no fuiste, hiciste… falta.
Ajá.
──Lo lamento, estaba ocupado.
──Vaya que lo estabas ──dice Mario entre risas.
Intento matarlo con la mirada, pero no soy capaz de decir algo sobre eso. Rafael me escribió para salir, pero ciertamente la razón por la que no fui, es porque estaba con Rebeca.
Rafael me observa con atención.
──Bueno, pudimos pasarla bien sin ti ──insiste en el tema──. Mario suele ser más divertido cuando no estás.
Casi quiero reír al ver cómo intenta ponerme celoso.
Mario se inquieta, pero no por la misma razón.
──No hice tonterías ──me dice con seriedad──. Solo…
──Conquistó a una chica preciosa, debiste verla. ──continúa diciendo Simón, acercándose.
No es difícil de creer.
──Hablando de chicas. ──Rafael habla de nuevo mientras se sienta en mi mesa y yo solo le veo en silencio para que siga──. Supe que esa chica con la que hablas últimamente es tu novia.
Veo a Mario sin disimular ni un poco y él enrojece. Es patético guardando secretos, los termina revelando todos tarde o temprano.
La razón por la que no quise revelar que Rebeca y yo somos novios abiertamente en la universidad, es porque mis compañeros suelen ser idiotas casi el noventa por ciento de las veces. No quiero que la molesten, además de que…
No, no creo que eso afecte. Han pasado años y ya nadie habla de eso.
──Pues sí, es mi novia. ──confieso de una vez, sentándome.
──¿Qué estudia?
──¿En serio no lo sabes? La viste el día de educación física.
Rafael ríe.
──Bueno, no sabía si era de mecánica o informática. Mario me lo confirmó luego. ──Mario me mira con claro arrepentimiento, le sonrío para calmarlo──. Una informática, eh. Es muy linda, tienes buen gusto.
Me tenso ligeramente ante ese comentario.
Mario se acerca y toma el hombro de Rafael.
──Respeta, es su chica ──pide con seriedad──. Al ser novia de López, la hace intocable, ¿lo sabes?
Mi mirada se torna en una agradecida al escucharlo, que el más mujeriego del grupo diga eso, me reconforta.
Con solo decir eso, puedo ver cómo los otros dos dejan el tema de inmediato. Rafael se va diciendo que Mario parece un perro o un guardaespaldas, pero no le prestamos atención.