Bajo el mismo techo

2. "Solo por 30 días".

 

NARRA JANE.

(Día 1)

El grito agudo y desformado que salió del fondo de mi garganta toma desprevenido a Garreth quien se incorpora de inmediato en el espacio sofá, a medio vestir  y se me queda mirando. Por la expresión en su rostro era evidente que no tenía ni la más pálida idea de que es lo que estaba ocurriendo.

—Demonios, Jane— chilló poniendo una mano en su pecho desnudo— Casi me matas del susto— exclamó peinando su cabello, intentando acomodarlo en su sitio.

¿Yo? Y qué hay de él?

—Qu… ¿Qué haces aquí? — murmure a la vez que trataba que mis latidos volvieran a su ritmo habitual?

—George me  dado las llaves de este apartamento para que se quede mientras encuentro un lugar nuevo donde quedarme.

¿QUE? ¿COMO? ¿POR QUÉ? Iba a matar a mi amigo. Lo juro.

Aparentemente la duda reflejada en mi semblante era tan obvia que  él se vio en la obligación de explayarse más al respecto. 

—Al menos hasta que recupere el dinero que  se ha perdido en medio de una partida de póker.

Mis ojos se abrieron como platos ante su respuesta y la necesidad de atacarlo, probablemente por el historial que compartimos, y el cómo aún no superaba lo que me había hecho, nació en mi.

—Es lo que te mereces  por haber sido tan irresponsable— me alcé de hombros, como si esto fuese lo mejor que tenía para ofrecerle. 

— No es lo que piensa y deberías ser menos prejuiciosa, así evitarías quedar como una pusilánime delante de todos. 

Su contraataque activo mis brazos los cuales a modo de defensa se cruzaron a la altura de mi estómago, creando una barrera entre ambos.

No miento cuando digo que estaba haciendo un gran esfuerzo en contener las ganas que tenía de decirle un par de cosillas a este esperpento y desagradable hombre que tenía parado delante de mí y quién para hacer de esta situación aún más incómoda estaba usando solo unos boxers de Batman.

— ¿Un consejo? Cuando quieras aleccionar respecto a mi actitud, tal vez debas utilizar ropa  decente— lo evalúe de arriba abajo, burlandome con mis pupilas de su aspecto. 

—Y ahí vas de nuevo. Esto es todo lo que he podido agarrar cuando  me echaron a patadas de mi dormitorio de la universidad.

—Me pregunto por qué será— murmure enarcando una ceja.

—No es que deba ponerte al corriente de mis asuntos pero no  pude reunir el  dinero para pagar su cuota. 

—Y… Convengamos que es lo que pasa cuando se es un ludópata—espete.

—Retira esas palabras. Yo no soy eso. Solo lo hice por  diversión.Además tendré  los billetes pronto. Se supone que en 30 días debería aparecer en mi  cuenta de banco cuando el pusilánime que me ha engañado se digne a pagarlo.

— ¿Cómo estás tan confiado de que será así? — inquirí.

—Conozco a su padre y no le agradaría saber que su hijo realiza campeonatos ilegales.

O sea que estaba delante de un experto en sobornos. Una amenaza para la sociedad. Aunque eso ya lo sabía. Lo había sido para mí años atrás. La única ventaja que sacaba de ello es que no debía preocuparme por ser educada con él ni nada por el estilo. Podría ahorrarme esas babosadas. Sería cualquier cosa menos empática con él.

No merecía ni un gramo de mi empatía.

—No tengo tiempo para aguantar tus estupideces — afirme dándome media vuelta para salir al pasillo, el mismo que había recorrido minutos atrás cuando creí que por fin había retomado el control de mi vida.

Mi vista se posó en las réplicas de importantes pinturas hechas por reconocidos artistas y jarrones que merecían estar en un museo, soltando un suspiro involuntario debido a la majestuosidad que desplegaban.

Mi móvil sonó en mi bolsillo y algo en mi interior se contrajo a un punto en el que mis órganos podrian haberse unificado en uno solo.

— ¿Y?— pregunto en cuanto atendí la llamada— ¿Ya te instalaste en el apartamento? Acaso no es maravilloso. Debes reconocer que mi padre tiene un gusto exquisi…

— ¿Cómo no pudiste hacerme esto?— me queje, mi voz quebrada.

Un silencio inundo la línea, la incomodidad de él manifestándose entre ambos.

— ¿De qué estás hablando? 

—Por qué no fuiste capaz de avisarme que él se quedaría aquí. Es Garreth, el condenado Garreth— repeti— Como pudiste ponerme bajo el mismo techo que él a sabiendas de cuánto lo detestaba Garrett, que es la última persona con la que desearía compartir y respirar el mismo aire.Tu sabes cuanto me hizo sufrir cuando estaba en la escuela y como me  había roto el corazón cuando me avergonzó delante de toda la escuela en ese maldito festival de primavera, ensuciando mi vestido con pintura dejándola en ridículo.

— ¿No te parece que es hora de que dejes atrás ese rencor que tienes  guardado en tu interior? Piensalo bien. No te vendría mal  dar vuelta la página. Los dos son adultos y confío en que podrán comportarse como seres civilizados— hizo una pausa— Aparte si mal no recuerdo no estás  en condiciones de ponerte quisquillosa dado que soy quien sacó tu trasero de ese horrible catre y puse un techo sobre tu cabeza, evitando que acabes  viviendo abajo de un puente.

Un gruñido se fugó de entre mis labios. Odiaba reconocerlo sin embargo era así.

—Eso es lo que creí. No me decepcionas, Janie. Al fin pudiste entrar en razón— rió— No te preocupes,el piso es tan grande que casi no se cruzarán dentro del mismo. Y no pude comentartelo porque se estaba haciendo tarde, no obstante me encargue de crear un  un espacio diseñado para que puedas diseñar tus  velas. Por supuesto quise ser equitativo y por ello él tiene un cuarto donde podrá entrenar para sus partidos de básquetbol y así permanecer en su equipo y no perder la beca que ha ganado. 

—Él comentó algo sobre un plazo. Sobre que se quedará aquí durante 30 días.

—En efecto, mi querido Watson— bromeó— Deberás soportarlo por un mes.

El terror me invadio de imaginar que podria ocurrir desde hoy hasta que esta tortura  llegase a su culminación. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.