Lucas decidió asistir a la fiesta en la casa de Tomy, motivado por la esperanza de pasar un rato agradable y tal vez tener la oportunidad de acercarse más a Sofía. La casa de Tomy, una mansión enorme, estaba llena de estudiantes disfrutando de la música y las bebidas.
Desde el principio, Tomy se aseguró de que Lucas se sintiera fuera de lugar. Hizo comentarios despectivos sobre la ropa de Lucas y lo ignoró deliberadamente en las conversaciones. A pesar de la incomodidad, Lucas trató de mantenerse sereno, determinado a no dejarse afectar.
Todo cambió cuando Sofía llegó a la fiesta. Al verla, Lucas se armó de valor y decidió acercarse para hablar con ella. Empezaron a conversar en un rincón más tranquilo del jardín, alejados del bullicio de la fiesta. Sin embargo, Tomy no tardó en notar la interacción.
Tomy, enfadado al ver que Sofía prestaba atención a Lucas, interrumpió bruscamente la conversación. "¿Qué haces hablando con él?", le preguntó a Sofía con una sonrisa cínica, antes de volverse hacia Lucas. "¿No tienes nada mejor que hacer que molestar a las personas con tu presencia?"
Lucas intentó mantener la calma, pero la situación empeoró rápidamente cuando Tomy decidió humillarlo públicamente. "¿Por qué no jugamos a un juego?", sugirió Tomy, atrayendo la atención de todos los presentes. "Vamos a ver quién puede beber más rápido." Era obvio que Tomy sabía que Lucas no estaba acostumbrado a beber.
Sin querer parecer cobarde, Lucas aceptó el reto. Los estudiantes se reunieron alrededor, formando un círculo y animando a ambos chicos. Tomy tomó la delantera, bebiendo con rapidez y mostrando su destreza. Lucas, por otro lado, luchaba por mantener el ritmo.
A medida que la competencia avanzaba, Lucas comenzó a sentirse mareado. Justo cuando estaba a punto de desmayarse, Sofía intervino, empujando a Tomy y derramando su bebida. "¡Basta!", gritó ella. "Esto es ridículo."
La multitud se quedó en silencio, sorprendida por la intervención de Sofía. Tomy, furioso y humillado, trató de recuperar su postura, pero era evidente que había perdido el control de la situación. "Solo estábamos divirtiéndonos", murmuró, aunque nadie parecía convencido.
Sofía ayudó a Lucas a levantarse y lo llevó fuera de la mansión. En el camino, Lucas se disculpó por haber sido tan imprudente, pero Sofía lo tranquilizó, asegurándole que no tenía nada de qué avergonzarse. "Tomy es el que debería estar avergonzado", dijo ella con firmeza.
Este incidente en la fiesta no solo intensificó la rivalidad entre Lucas y Tomy, sino que también fortaleció la relación entre Lucas y Sofía, mostrando la verdadera naturaleza de cada personaje en un momento de crisis.