En el parque detrás de la escuela, donde el murmullo de los árboles se mezclaba con la luz dorada del atardecer, Lucas y Tomy esperaban a Sofía en un banco bajo un viejo roble. La tarde estaba tranquila, y el ambiente parecía ser el escenario perfecto para la conversación que se avecinaba.
Sofía llegó poco después, y al ver a ambos chicos sentados juntos, supo que la charla iba a ser seria. Se acercó con una sonrisa nerviosa y se sentó frente a ellos.
Lucas, con una expresión decidida pero amable, empezó a hablar. “Sofía, queríamos hablar contigo de manera sincera. Sabemos que la situación ha sido complicada, y no queremos seguir compitiendo ni presionándote. La verdad es que me importas mucho. Me encanta tu forma de ser, tu manera de pensar y cómo te preocupas por los demás. Pero entiendo que lo más importante es lo que tú sientas.”
Tomy asintió, añadiendo con su característico carisma pero también con seriedad. “Estoy de acuerdo con Lucas. Mi admiración por ti es genuina. Valoro mucho nuestra amistad y no quiero que esto nos divida. Lo que más quiero es que tú elijas con quién te sientes más feliz y cómoda. Nos hemos dado cuenta de que pelear por tu atención no es justo para ti ni para nosotros.”
Sofía escuchó atentamente, eligiendo sus palabras con cuidado. “Aprecio mucho que sean tan honestos y maduros. Me doy cuenta de que ambos realmente se preocupan por mí. Necesito un tiempo para pensar en lo que quiero y en cómo me siento.”
Lucas y Tomy asintieron, sonriendo con comprensión. “Tómate el tiempo que necesites,” dijo Lucas. “Estamos aquí para lo que necesites.”
Mientras Sofía se alejaba, Lucas y Tomy intercambiaron una mirada de entendimiento. Habían tomado una decisión difícil, pero estaban dispuestos a aceptar cualquier resultado. La honestidad y el respeto habían marcado un nuevo comienzo para todos.