La libertad huele a pizza recién horneada suena como una playlist a todo volumen en la madrugada y se siente como andar en pijama hasta las tres de la tarde al menos así lo veía yo.
Me llamo valeria Ramírez, tengo veinte años, un talento natural para desobedecer órdenes y una extraña habilidad para caerle mal a la gente con autoridad. Lo descubrí en primaria cuando insulté al director por decirme hiperactiva en secundaria cuando me expulsaron por pintar un mural gigante con la frace de -Ser normal es aburrido- y más recientemente cuando le lance un café caliente al ex de mi mejor amiga. Sin querer bueno más o menos
¿Arepentida? Jamas
Mi plan de vida era simple: evitar la monotonía, sobrevivir a la universidad de diseño y, con suerte, montar mi propio estudio algún día. Nada de novios aburridos. Nada de trajes ni reuniones sociales forzadas. Y mucho menos, nada dematrimonios por conveniencia como en esas novelas viejas que mi abuela solía ver mientras tejía.
Pero, como suele pasar en la vida, justo cuando crees que tienes el control, alguien —o algo— se encarga de voltearlo todo como una maldita tortilla.
Y así empezó todo
Con una cena silenciosa
Con una mirada seria para nada bueno y un vestido colgado en mi armario que no recordaba haber comprado
—¿Por qué estás tan callada, Valeria? —preguntó mi madre, cortando su carne con la precisión de un asesino a sueldo.Siempre hablaba así, como si estuviera a punto de anunciar el fin del mundo con una sonrisa pintada.
—¿Y por qué estamos cenando un martes con mantel blanco y velas como si estuviéramos en una novela de época? — repuse, cruzándome de brazos—. Esto huele a trampa.
Mi padre carraspeó. Él era más silencioso, más del tipo que asiente y obedece. Pero esa noche no podía ocultar su incomodidad. Se acomodó las gafas, tomo su vino y lanzó una mirada de tenemos que hablar qué tanto odiaba.
—Hay algo que debemos decirte —empezó mamá, y yo casi escupí la soda por la nariz.
—oh, no Ya sé cómo va esto. Estoy embarazada ¿verdad?—Solo bromeé para romper la tensión.
Silencio
Muy mal momento para bromear .
—Valeria… las cosas en la empresa no van bien —dijo papá, clavando los ojos en el mantel—. Estamos… en bancarrota.
Mi mente tardó unos segundos en procesarlo. Bancarrota. Como en hemos perdido todo o ya no hay más tarjetas de crédito que me saleven de la vida adulta.
—¿Y qué tiene que ver eso conmigo? —pregunté, aunque algo dentro de mí empezó a enredarse como una cuerda tirante.
—Tenemos un acuerdo —dijo mamá, ahora con voz firme—. Un compromiso que ayudara a nuestra familia. A ti también
—¿Qué tipo de compromiso?
Entonces lo dijeron.
Sin rodeo. Sin dramas.
—Te casarás con Ethan Lancaster.
Por un momento, pensé que me estaban jugando una broma.Una de esas elaboradas, con cámaras ocultas y risas de fondo. El silencio era real. Tan real como el nudo en mi estómago.
—¿Me están jodiéndo?—
—Valeria, por favor —dijo mi madre, sin perder la compostura—. Él es el heredero del Grupo Lancaster. Su familia ofreció un acuerdo para unir fuerzas. Tu matrimonio es parte de ese trato.
—¿¡MI QUÉ!? —me levanté de golpe, tirando la silla hacia atrás—.¿Van a subastarme al mejor postor? ¿Qué sigue,venderme en el mercado negro?
—¡No seas dramática! —intervino papá, aunque ni él parecía convencido.
—¿Y quién demonios es ese Ethan? ¿Un viejito millonario con complejo de príncipe azul?
—Tiene veintisiete —dijo mamá, como si eso lo hiciera menos terrible—. Es joven, exitoso, educado… y no es un viejo.
—¿Y frío como un refrigerador industrial? Seguro que sí.
Papá suspiro
—Ya conoces a los Lancaster, hija. Son estrictos, pero honorables. Ethan es su único hijo. Unirá nuestras empresas y estabilizará nuestras finanzas. Solo será por un año. Un matrimonio simbólico.
—¡¿Simbólico?! ¡¿Se están escuchando a sí mismos?! ¡Esto es una locura!
Me marché de la sala antes de que mi cerebro colapsara. O me desmayara. Subí corriendo a mi habitación, cerré la puerta de un portazo y me dejé caer en la cama, con la cabeza dando vueltas.
¿Casarme?
¿Con un desconocido?
¿Por qué mi familia está en la quiebra?
¿Que clase de novela dramática es esta?
Abrí el armario sin pensar. Y ahí estaba. Colgado con cuidado: un vestido blanco, de esos que parecen decir “felicidades, tu vida ya no te pertenece”.
No sabía si gritar, llorar o prenderle fuego.
La Valeria de siempre habría escapado por la ventana, mochila al hombro, lista para desaparecer y empezar de cero. Pero esta vez no era tan simple su familia estaba en quiebra su padre le había dado tanto ella tenía que yudar solo por esta vez
Y asi sentada en el suelo sabia que mi vida estaba por cambiar
No sabia quien era Ethan Lancaster pero algo si sabia lo iba a odiar de eso estaba segura.
Editado: 04.08.2025