Bajo el Muérdago

Epilogo

Aitana

Varios años después….

—¿Dónde está mi esposo? Quedó de estar conmigo hoy. —Hablo con nerviosismo, caminando de un lado a otro.

—Amiga, cálmate. Él estará aquí, no te preocupes. —Jos me mira con una sonrisa tranquilizadora.

—Hermana, si no te relajas, le harás daño al bebé. —Me dice Andrea.

—Déjenla, tiene derecho a estar así, y no se preocupen, el bebé estará bien. —Comenta Ana con una sonrisa.

No digo nada y solo me siento, agarrándome mi enorme panza. Es complicado esta situación. Es Navidad y él no está. Me prometió que estaría siempre conmigo en este día, pero se ha marchado no sé a dónde. Tengo miedo de que pase otra vez y para colmo, estoy embarazada de siete meses.

Al pasar las horas y él no llega, todo lo malo pasa por mi cabeza. Cinco años juntos y no me había dejado en este día. Cuando estoy por salir, lo veo parado en la puerta con una sonrisa junto a nuestro primer hijo, sí, este es el segundo. Sin pensarlo, me lanzo a sus brazos, tratando de no hacerle daño a nuestro pequeño de dos años, y lloro en sus brazos.

—¿Por qué lloras, amor? Cálmate. —Dice mientras entra a la casa.

—Pensé que te había pasado algo, me estaba volviendo loca. No vuelvas a irte. —Digo entre sollozos.

—Te prometí que no te dejaría en este día. Tranquila, solo salí a comprar algo. —Él acomoda a nuestro niño en el pequeño corral. Luego se acerca a la puerta, y lo veo colgar algo. Sonrío, limpiándome las lágrimas al ver el muérdago. —Esto le hacía falta a nuestro hogar para completar la decoración. Ven aquí, mi hermosa Aitana, debemos besarnos bajo el muérdago, así como inició todo.

Con una gran sonrisa, me acerco a él y nuestros labios se unen en un beso tierno y lleno de amor. Las risas de mis hermanas y mi amiga, junto a nuestras dos hijas, nos sacan de nuestra burbuja de amor. No podría pedir más que esto. Él y mi familia han sido un pilar en mi vida en estos años, no lo cambiaría por nada. El apoyo que recibí fue único, y aprendí que a los problemas no se les huye, se les hace frente, y he vuelto a amar la Navidad como siempre debió ser.

—Te amo, mi Jim. Feliz Navidad.

—Yo también te amo, mi hermosa Aitana. Feliz Navidad.

Fin.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.