La señora E, sí E, he decidido llamar a la mujer elegante con severos cambios anormales de actitud así, señora E, quién durante todo el tiempo que estuvimos hablando nunca se presentó conmigo, así que la señora E me pareció buena idea.
En fin, la señora E no me dijo por donde comenzar primero así que comenzaré por la cocina y luego por los baños.
Entre la cocina y... para ser ricos son muy puercos ¡Demonios! Todo parece un cochinero, platos llenos de comida descompuesta, cáscaras de plátano tiradas en el piso, botellas vacías encima del mesón ¿Qué mierda paso aquí?
Además no se supone que deberían tener personas para este servicio, o sea, es evidente que el tal “Señor A” tiene mucho dinero ¿Por qué no contratar a un equipo experto de limpieza? Ellos terminarían primero que yo.
Suspire.
Ojalá termine a tiempo.
Jamás creí que terminaría usando el oficio que me enseñó mi madre para pagar mis deudas, no me avergüenzo pero no me agrada nada estar limpiando cosas ajenas. La gente es muy malagradecida.
Tú y yo, sabemos porque lo digo
¿No?
~*~
Comencé a trabajar apenas llegue, eran las doce de la noche y apenas había terminado con las cocinas e iba por los cinco baños.
¡Dios! Ya los pies y las manos me duelen—murmure.
Al terminar de limpiar las cocinas, corrí hacia los baños... los cuales estaban muy limpios, la verdad pensé que estarían peor que las cocinas.
Así que solo saque un poco de polvo por aquí y por allá, trapee el piso, lave los paños, coloque papel nuevo y pulí el suelo.
¡Listo!
Bote aire agotada, dejándome caer en la puerta del baño al trancar.
Cinco minutos de reposo y comencé con el siguiente baño. Hice lo mismo del primero, estaba bastante limpio lo que facilitó agilizar mi trabajo. Termine alrededor de la una de la mañana con todos los baños y sin descanso fui a las habitaciones.
Las habitaciones estaban en el segundo piso de la mansión, en un pasillo largo y oscuro se encontraban las siete habitaciones, cuando comencé a caminar por ahí un frío recorrió todo mi cuerpo y me hizo sentir miedo erizando todos mis pelos... Un miedo que jamás había experimentado, mis piernas comenzaron a temblar dificultando mi caminar.
Trague saliva.
¡Ya no me está gustando nada estar en este lugar!
Comienzo a escuchar una manilla moverse, lo que significa que una puerta estaba a punto de abrirse y enseguida me escabullí a esconderme en una habitación donde perfectamente podía ver quien estaba a punto de salir de la otra habitación.
La curiosidad nunca la puedo controlar, es mi peor defecto tengo que confesar, ajuste la puerta de modo que pudiera espiar pues no me quedaría tranquila si no veo quién está a punto de salir de ahí, llevo horas limpiando y no he visto a nadie por aquí.
Por un momento pensé que me encontraba en una mansión fantasma, los únicos que había visto por aquí era la señora E y el chofer de resto no había nadie más.
Señor A.
—¿Te gustó? —le pregunté, no quiero que piense que soy un animal sin sentimientos.
—Me ha fascinado, señor A—me respondió con una sonrisa en sus labios mientras se mordía suavemente. Todo mi cuerpo vibró. La miré fijamente y sonreí. —¡Perfecto! Ya puedes irte—ella recogió su bolso y estaba a punto de abrir la puerta—¡Aguarda! —Se detuvo mirándome—No olvides ponerte la venda en tus ojos—le recordé. Ella tomó la venda que estaba tirada en mi mueble rojo, se la coloco y cuidadosamente la ayude a salir de mi habitación. Luego vendría Hellen ayudarla salir.
Estábamos ambos en la puerta de mi habitación, me despedí con un beso en su mejilla y ella preguntó—¿Se volverá a repetir? —reí a mis adentros mientras con voz gruesa y seria—Eso depende de ti—le respondí.
La chica se retiró y estaba a punto de irme a dormir cuento un ruido captó toda mi atención.
Renata.
Me eché hacia atrás al ver salir a una mujer y a un hombre…Y ¡Rayos! Tumbe una lámpara.
¡Maldición!
Espero que no haya escuchado.
Dios, soy tan tonta ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Por qué?
Suspire.
Estaba rezando para que no me descubrieran cuando de pronto...
—¡Sal de ahí! —escuche firmemente serio a una voz masculina.
Bajé mi cabeza mientras lentamente salí de donde me encontraba, colocándome enfrente de él.
Mis manos sudaban, mis piernas volvieron a temblar y mi corazón latía con mucha fuerza, era más que obvio que estaba aterrorizada.
—¿Quién demonios eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿Quién te permitió entrar? —me bombardeó a gritos con preguntas, su tono de voz me decía que estaba molesto. Este debe ser el señor A.
—So-So-Soy Ren-Renata—el miedo me hizo gaguear—La señora E, me trajo a limpiar toda la mansión—le respondí asustada, aun con mi cabeza inclinada hacia abajo.
No tenía el valor de verlo.
Señor A.
¿Señora E?
¿Quién putas es la señora E?
La única que tiene el poder de traer a personas aquí sin mi permiso es Hellen, me imagino que fue ella, no hay otra explicación.
—¿Cuando hablas de la señora E, te refieres a Hellen, no? —le pregunté con mi maldito tono frío e hiriente. Ella no me miraba y no podría descifrar su rostro.
—No lo sé. Ella nunca se presentó conmigo—expresó con una tierna voz. Es una chica pequeña e inofensiva, lo pude notar. No permito que nadie esté muy cerca de mí si no lo deseo, nunca permito que nadie entre a mi casa, son muy pocas las personas que han esta aquí y la simple razón es que desconfío mucho en sus intenciones conmigo... En esta situación estaría en llamas gritando que se fuera pero había algo en esa pequeña que me impedía hacer eso ¿Será su dulce voz? o ¿Su tierna timidez? —¡Mírame!—le ordené frio y seco.
"¡Maldición!"—susurre impactado por su rostro.