Renata.
Luego de lo que descubrí, tome enseguida la decisión de irme de Nueva York... No podía seguir más ahí, no podía estar más cerca de él ¿Por qué? Simple, él había desplomado cada parte de mi cuerpo, cada parte de mi corazón. Y no, no podía permitir que desplomara mi mente la única que me transmite fuerza para seguir adelante.
Voy en el autobús rumbo a mi pueblo, voy a recostada en la ventana viendo la llovizna que está cayendo desde ayer. Mis padres no saben que voy, nadie sabe qué voy al pueblo que juré nunca más regresar al menos que fuera bailarina profesional.
¡Joder!
Pensar que regresare sin haber cumplido con lo que jure, me llena de coraje y tristeza al mismo tiempo... Este sentimiento de querer llorar y destrozar todo a mi alcance me causa mucha impotencia dentro de mí ¿Como hago para detener este sentimiento? Necesito saber urgente, no quiero sentirme más así.
Minutos después...
*SEAN BIENVENIDOS A MICHIGAN, EL PUEBLO MÁGICO* -El chofer hablo por el alta voz sacándome de mis pensamientos. Me encontraba distraída pensando en el señor A, si en Andrés... Parpadeé dos veces y reaccione, miré por la ventana y efectivamente estábamos en Michigan. Tomé mi bolso y bajé juntos a los otros pasajeros quienes ya bajaban del autobús... Al bajar había muchas personas esperando para recibir a sus familiares quienes llegaban de la ciudad, había muchas personas pero ninguna de ellas me esperaba.
¡Rayos! Un frío de nostalgia pasó sin permiso por mi corazón marchitando más.
¡Como quisiera que mamá estuviera aquí!
Suspire.
Caminé hacia la parada de taxis y me subí a uno que me llevó en 15 minutos a mi hogar. Cuando baje del auto la tristeza se desvaneció dando paso a la felicidad, mi casa es como una granja de películas, es decir; Como miles de caballos, con muchos pollos y gallineros, como muchos cochinos y animales... Mi hogar es pequeño pero con gran terreno para pasear, tenemos una laguna a unos 3 kilómetros de la casa donde mi hermano disfruta llevar todas las mañanas a las vacas a tomar agua para allá. Mi casa no es lujosa aunque tiene todas las comodidades que una familia puede desear, estaba parada enfrente a la puerta principal y por la enorme ventana de vidrio que tiene la cocina estaba viendo a mi hermosa madre cocinar.
Sonreí.
Estuve minutos hipnotizada observándola hasta que ella se percató de mi existencia y corrió enseguida a mí.
—¡Reniiii! —expresó apenas abrió la puerta—Dios mío mi niña, qué alegría. —me abrazó con toda su fuerza—Simón. Simón. Simón... ¡Nuestra Reni llegó! —gritó con toda su felicidad. Mi padre es de edad adulta a sus 56 era para él difícil caminar rápido pero al escuchar la noticia de mi llegada corrió enseguida hacia mí luciendo su camisa verde de cuadros con su jeans desgastado.
—¡Jesús! ¡Es cierto, Reni ha venido! —Dijo asombrado mi padre lanzándose a mis brazos. La verdad no me esperaba una reacción así, estuve mucho tiempo lejos y ni una llamada les hice, cuando mi madre me llamaba muy pocas veces le contestaba, y... Ahí fue cuando supe que el amor de los padres es eterno.
Me encontraba confundida, venía de una tormenta y encontrarme así de sorpresa con mi familia causó que explotara una bomba nuclear de llanto dentro de mí la cual segundos después no la pude contener. Y sí, deje salir mis lágrimas en abundancia por todo mi rostro... No pretendía hacer un río pero no me podía contener y llore. Lloré mientras mi padre me abrazaba, lloré como aquella vez que mi perrita Melodía murió por el detestable cáncer, estaba bañada de lágrimas y no sabía cómo detenerme.
—¿Que te sucede mi pequeña? —preguntó mi padre agarrando mis mejillas.
—No ves que son lágrimas de felicidad, ¿Cierto Reni? —Contestó mi madre.
Me quedé en silencio mientras los dos me observaban.
Veía esa enorme sonrisa en sus rostros que me hizo dudar en decirle la verdad, o sea ¿Para qué arruinar su alegría diciendo que me he acostado con un criminal? Y como si no fuera suficiente también me he enamorado profundamente de él, el cual me ha roto el corazón en millones de pedacitos imposibles de restaurar.
Los miró y sus poros transmiten la felicidad de verme aquí con ellos, no soy capaz de arruinarle la alegría por una tonta decisión que yo misma tome sabiendo las consecuencias que podían pasar. Además la última vez que un chico me hizo llorar mi padre buscó su escopeta y fue en busca de él, la verdad Erickson está vivo de milagro.
¡Dios! No quiero imaginarme si le cuento que Andrés Allan Garrity el mafioso más buscado de Estados Unidos es el hombre que me ha destrozado el corazón.
Cerré mis ojos por un par de segundos, luego sonreí mientras pase suavemente mis manos por mis pestañas secándome las lagrimas.
Tome aire profundamente.
—Es cierto, lloró por felicidad. —mentí con una sonrisa la cual me costó desplazar en mi rostro. La tristeza no dejaba de apuñalarme el corazón, quería mostrarse de nuevo en miles de lágrimas pero fui fuerte y la contraje dentro de mí, debo admitir que fue el sentimiento más asfixiante que había sentido.
No sé si la alegría de verme dificulto que no se percataron de que mentí pero ellos me creyeron, no dudaron de mí. Y confieso que me sentí como la peor persona, como la peor hija del planeta al hacerlo y más cuando confiaron en mí.
Luego de abrazos. Sonrisas y mucha alegría por parte de mis papás, finalmente logré llegar a mi habitación a hundirme en depresión. Sin embargo, cuando entré a mi aposento los recuerdos me bordearon, aquí había pasado toda mi niñez, toda mi adolescencia... Los recuerdos que tuve en mi habitación verde limón eran y serán inolvidables. Camine hacia mi escritorio. Recuerdo que aquí pasaba toda la noche haciendo las tareas de la secundaria. Luego fui a mi balcón. Recuerdo que por aquí me escapaba para ir a las fiestas con mis amigas, ¡Dios! Una vez el corazón se me paralizó cuando al bajar una rama se partió haciendo ruido justo al momento que me escabullía para ir al cine, mi padre casi me descubrió pero menos mal que no lo logró.