Bajo el poder de un mafioso

Capítulo 23

Mañana siguiente...

Renata.

Despierte desorientada y con un gran peso encima de mí, abro mis ojos violentamente asustados por el acontecimiento, volteo y es Andes quién parece una bestia abrazada a mí.

Ayer fue un día tan agitado que había olvidado que nos habíamos quedado dormidos juntos.

Poco a poco fui moviéndome suave para salir de la cama, no quería despertarlo pero fue imposible... despejó su voz y  todo mi cuerpo tembló.–¿A dónde vas? –preguntó estirándose. Todavía él tenía sueño, un bostezo dejo salir.

–Voy al baño a lavarme la cara ¿Por qué? ¿Acaso debo pedirte permiso para usar el baño? –me levanté molesta, mi periodo a lo mejor estaba por venir, aunque no debería tratarlo mal ayer se enteró de algo muy fuerte, aunque conmigo no quiso hablar del tema sé que le afectó mucho porque apenas llegamos a la mansión se hundió en el alcohol.

 Andrés se levantó. –Renata–dijo vino hacia mí–No uses ese tono odioso conmigo–me guardo un mechón de pelo detrás de mi oreja–Hoy tengo una sorpresa para ti–me comentó.

 Lo miré, de él colgaba una sonrisa y me suavicé un poco. Nunca lo había visto tan feliz y… ¿Para qué arruinarlo? Es mejor así.

–¡Está bien! –Sonreí–¿Qué tienes para mí? –pregunté curiosa.

–Ya verás–expresó Andrés colocando sus manos en mis ojos dejándome así sin vista.

Caminamos unos cuantos pasos ahí mismo en la habitación y al detenerme me preguntó–¿Estás lista? –sonreí. –Sí–respondí. Andrés quitó sus manos de mi vista y me mostró la ventana.

En mi cara la confusión enseguida se reflejó.

Sinceramente creí que vería un enorme anillo enfrente de mí, pues, de él puedo esperar cualquier cosa. –¿Te gusta? –pregunto emocionado, ¿Qué? ¿En serio? ¿Qué maldita emoción tiene ver una ventana? Maldición, la frustración vino apoderar todo mis sentidos.

–¡Uy!  Claro.– doble mis ojos– Es muy hermosa está ventana–la ironía enseguida deje salir, el tono malditamente hiriente y seco lo aprendí muy bien de él. –No boba–Andrés abrió la ventana–Mira más allá–señaló su patio. Un patio grande y hermoso con miles de rosas blancas a sus alrededores.

Desde mi ventana no se podía observar tan espectacular paisaje. Me sorprendí. –¡Wow! Es realmente hermoso–le mencioné. –¿Te gusta entonces? –Sí, pero no entiendo ¿Qué tratas de decirme con esto? –Que... En dos días nos casaremos ahí, quiero que desde ahorita planifiques todo para que quede perfecta nuestra unión. –notificó y no supe cómo reaccionar. Nunca imaginé que quisiera casarse conmigo, al menos nunca lo imaginé hasta ahora.

Me quedé muda con los ojos expandidos, no sabía si sonreír, llorar o molestarme ¿Por qué rayos me pone en esta situación tan incómoda? Sí, es incómoda a pesar de que sé que lo amo inmensamente... Vengo prácticamente de casi casarme y me da miedo sentir dudas otra vez.

–¿Qué te sucede Renata? ¿No te agrada la idea? –enseguida preguntó al ver reacción paralitica.

Oh no, claro que me gusta que me digas de la noche a la mañana que en dos días es nuestra boda y más cuando hace un día casi me caso, y si, a eso le sumamos el secuestro de ayer, claro que estoy feliz de casarme en dos día mi amor. Eso es lo que quería decir ¿Pero...? ¿Saben qué? No me atreví.–Oh sí, estoy muy feliz–respondí insegura.

La verdad tuve que amenazar a mi lengua para que expresara esas palabras. –Perfecto–Andrés beso mi frente–Pide lo que quieras, organiza todo a tú manera, si necesitas ayuda solo pídela y vendré enseguida. Por los momentos te veo más tarde, voy a montar caballo–Dijo y se marchó a vestirse.

En pocos minutos estuvo listo y al estar  a punto de salir me guiñó el ojo sonriéndome. Andrés se fue. Yo aún seguía estática parada enfrente de la ventana,  trataba de dirigir todos estos acontecimientos pero se estaba siendo difícil. La tercera guerra mundial estaba por iniciar dentro de mí.

Mierda. Mierda y mierda. No sé qué hacer.

Además,  ¿Por dónde rayos comienzo?

Esto me frustra tanto.

Al menos en la granja contaba con la ayuda de mi mamá y mi mejor amiga.

Suspire.

[...]

Señor A.

–¿Por qué Lino está flaco? –le pregunté a Louis.

Hoy me levanté diferente con ánimos de montar,  había un sol increíble para recordar como lo hacía, además necesitaba olvidar toda la mierda de ayer... Pero al llegar al potrero me conseguí con mi caballo flaco y triste.

Louis es mi ayudante para cuidar a mis caballos. –Te lo dije hace días pero como tienes la mente en otra cosa–lo miré con fastidio–La situación es que Lino no ha querido comer desde hace dos semanas, desde que no has venido más a montarlo–indicó Louis.

Ambos estábamos cerca del caballo.

–Debiste decírmelo antes–regañé. –Pero lo hice–Gritó Louis pero lo ignoré. –Ahora mira como está, sabes lo importante que es Lino para mí–miraba el caballo–Maldición Louis este era el caballo de mi padre. Debería bajarte el sueldo.–grité molestó y las lágrimas no tardaron en aparecer.

Louis suspiró.

Verme lloriquear le fastidia.

–Jefe. Tranquilo, ya he llamado al doctor y vendrá cuando pueda, verá que Lino mejorará.–consoló sobando mi espalda.

Lino estaba acostado en su casilla y yo estaba a su lado, dejando caer todas mis lágrimas encima de él.

Luego de varios minutos estando ahí acompañando a Lino, Louis recibió una llamada. Habló por unos segundos y vino enseguida. –Párate. Límpiate esas putas lágrimas, que ha llegado alguien–me ordenó y al momento mi actitud cambie, mi cara sin expresiones mostré y mi mirada arrogante coloqué.

Minutos después entró al potrero una alta mujer, parecía elegante, pero solo era para aparentar. No pude distinguir bien su rostro hasta que llegó a estar muy cerca de mí. “¡Puta madre! ¡Qué hace ella aquí!” le susurre a Louis quien estaba a mi lado.



#868 en Novela romántica
#325 en Chick lit

En el texto hay: mafia, drama, amor

Editado: 02.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.