Tiempo después había caído la noche.
Cogí mi camioneta y conduje sin rumbo.
Hellen no respondía mis mensajes ni llamadas, no tenía el valor para presentarme en la clínica, por lo cual no sabía ¿Cuál era el estado de salud de Renata? Y... eso me enloquecía.
Me encontraba hundido en el alcohol ¿Cómo pude permitir que esto sucediera? Nunca me lo voy a perdonar.
Hellen.
–Los doctores aún no logran estabilizarla. Debe prepararse para lo peor.–me indicó el director de la clínica Santa Lucía.
Suspiré.
Apenas llegué al centro de salud una enfermera me informó que Renata ingresó enseguida a quirófano, además me comentó que la bala solo había rozado su cabeza pero que sí logró dañar una arteria muy importante.
Estoy preocupada.
Cogí mi móvil y llamé a la única persona que debe estar aquí junto a mi sobrina.
–Han pasado más de tres horas y las cosas marchan mal. Sí soy sincera puede que mi Reni no sobreviva. Lo siento mucho, Hermana. –expresé nostálgica, a la madre de Renata.
–¿Lo sientes? ¿En serio? ¿Lo sientes? –gritó entre lágrimas–Por lo que me contaste, fuiste tú quién la introdujo a ese mundo. Fuiste tú quién se la entregó fácilmente a ese tipo, te pedí ayuda para que la cuidaras. No para que me la matarás. –replicó hiriente y colgó.
Sus palabras me llenaron de odio, pero me lo merecía, yo soy la única culpable de todo esto que le está pasando a Renata.
Señor A.
Mientras conducía me tope con un puente y me detuve ahí. Me bajé con la botella en la mano y me dirigí a ver el río que pasaba por debajo de él.
Confieso que me encontraba totalmente ebrio, y el problema con mi enfermedad apareció, pero esta vez luciendo como mi verdadero amor.
“–No tenía idea que pudieras beber tanto licor. –su dulce voz me sonrojó.
–¿Eres tú? –dije sorprendido.
Subo la botella de alcohol hacia mi boca para ingerir otro trago pero ella me detuvo–Si. Sí, soy yo. Ya deja de beber. –ordenó Renata y me quitó la botella. Mi vista no estaba clara, mi cuerpo apenas se sostenía por sí solo y mi corazón junto a mi mente estaban destrozados... Aún así en mi estado, la mire fijamente y le dije–No puedo creer. Estás viva. Pensé que jamás te iba a volver a ver. Creí que te había perdido para siempre.–mis lágrimas inundaron mi rostro.
–Claro que estoy viva–ella sonreí mucho, no dejaba de hacerlo.–Nunca me iría de tú lado, sabes muy bien que te has convertido en parte de mí. –comentó Renata.” Establecí una profunda y sincera conversación con ella...
Hellen.
Mi hermana no llegará hasta mañana.
Y por lo que me comentó el cirujano que atiende a Reni, la operación fue todo un éxito, solo estamos esperando que ella responda.
Desde hace rato Andrés dejó de llamarme y eso me preocupa.
Suspire.
Ahora que Reni, salió de cirugía, puedo ocuparme por él.
Saqué mi móvil de mi bolsillo y empecé a llamarlo.
La primera llamada, no contestó. La segunda, tampoco y la tercera menos.
Salí apurada de la sala de emergencia, me reuní con algunos hombres afuera y les ordené buscarlo.
“Creo que el jefe está en peligro. Necesito que lo consigan y le comenten que Renata está viva” –ordené. Y todo ellos asintieron enseguida.
Te preguntarás ¿Porque reaccione así? ¿Se supone que lo odiaba? ¿No? Pues. Todo lo dije sin pensarlo, en un momento de rabia. Nunca debí tratarlo mal. Andrés es un buen sujeto.