Bajo el Refugio del Destino

Bajo la Lluvia, un Encuentro

La lluvia caía con una cadencia suave, como si el cielo estuviera contando un secreto que solo la tierra podía entender. Las calles del pequeño pueblo de Villa del Sol estaban vacías, salvo por una figura que corría bajo el refugio de un paraguas rojo. Clara ajustó su bufanda y apresuró el paso. Había algo en esa noche que la inquietaba, algo en la forma en que el aire parecía más denso, cargado de posibilidades.

El café "La Luciérnaga" era un refugio cálido en medio de la tormenta. Clara abrió la puerta, dejando que el tintineo de la campanilla anunciara su llegada. El aroma a café recién molido y pastelillos horneados la envolvió de inmediato, haciéndola sentir como si estuviera en casa. No había mucha gente: un par de estudiantes inmersos en sus libros, una mujer mayor leyendo una novela y un hombre sentado junto a la ventana, con una libreta abierta y una mirada perdida.

Fue él quien captó su atención. No porque fuera especialmente atractivo —aunque había algo en su perfil que podía describirse como intrigante—, sino por la forma en que estaba completamente absorto en lo que escribía. Clara, llevada por una curiosidad que no entendía del todo, pidió un cappuccino y se sentó en una mesa cercana. Desde allí podía verlo sin ser demasiado obvia.

—¡Siempre tan observadora, Clara!— se burló mentalmente de sí misma mientras sacaba su cuaderno de bocetos.

Intentó concentrarse en el dibujo que había dejado a medias la noche anterior: un paisaje lleno de árboles y un lago tranquilo. Pero su lápiz se detuvo a mitad de una línea. El hombre había levantado la vista y sus ojos se encontraron. Fue solo un segundo, pero Clara sintió como si algo hubiera cambiado en el aire.

—Bonito dibujo— dijo una voz profunda.

Ella parpadeó, sorprendida. Él se había levantado y ahora estaba junto a su mesa, sosteniendo su libreta cerrada contra el pecho.

—Gracias… —respondía mientras un leve sonrojo le subía a las mejillas.

—Perdón si fui muy directo. Soy Álvaro —dijo con una sonrisa que parecía iluminar incluso la noche lluviosa que seguía afuera—. Estaba escribiendo y no pude evitar fijarme en tu concentración. Parece que tenía competención.

—Clara —replicó ella, estrechando la mano que él le ofrecía—. Y no creo que sea competencia, apenas estoy practicando.

Álvaro inclinó la cabeza, estudiando el dibujo en el cuaderno de Clara.

—Practica o no, tienes talento. Yo apenas logro juntar palabras sin que parezcan un desastre. ¿Puedo sentarme?

Clara asintió, todavía un poco desconcertada. No era frecuente que alguien se le acercara con tanta facilidad. Álvaro colocó su libreta sobre la mesa, y Clara alcanzó a leer unas pocas palabras escritas en tinta azul antes de que él la cerrara de nuevo. "Aquella noche… el destino".

—¿Eres escritor? —preguntó, incapaz de contener la curiosidad.

Él sonrió, pero esta vez con un toque de timidez.

—En realidad, estoy intentándolo. Es algo así como una novela, pero la mayor parte del tiempo me parece una locura. ¿Y tú? ¿Eres artista?

—Igual que tú, lo intento —dijo Clara, riendo suavemente.

La conversación fluyó como si se conocieran de toda la vida. Hablaron de libros, películas y de lo mágico que era encontrar un rincón tranquilo en un mundo tan ruidoso. Afuera, la lluvia seguía cayendo, pero dentro de "La Luciérnaga", el tiempo parecía haberse detenido.

Cuando Álvaro finalmente miró su reloj, frunció el ceño con pesar.

—Es tarde, y creo que te he robado demasiado tiempo.

—No lo creo —replicó Clara, sorprendiéndose a sí misma—. Ha sido una noche… diferente.

Él sonrió de nuevo y sacó una tarjeta de su bolsillo.

—Si alguna vez necesitas un lector para tus dibujos, estaré encantado de ayudarte. Y tal vez tú puedas darme tu opinión sobre mis palabras.

Clara tomó la tarjeta, sintiendo que esa noche había sido el comienzo de algo. Quizás no sabía exactamente qué, pero el simple pensamiento hacía que su corazón latiera un poco más rápido.

Cuando Álvaro salió del café, dejando tras de sí una estela de posibilidades, Clara miró la tarjeta. Solo había un nombre y un número, pero eso bastaba para que la promesa de un nuevo capítulo en su vida comenzara a escribirse.



#5545 en Novela romántica

En el texto hay: romance

Editado: 13.01.2025

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