Capítulo 10: Última parada: ¿el corazón?

Luca

La excursión estaba llegando a su fin. El grupo volvió a reunirse cerca del estacionamiento, con bolsas llenas de souvenirs, sandalias empapadas y pieles rojas por el sol. Alessandro y Emma reían como si llevaran años conociéndose. A veces, el amor era sencillo. Cuando encajaba, simplemente fluía.

Yo, en cambio, tenía un nudo en el pecho.

Harper caminaba junto a Emma, su sombrero en una mano, el cabello alborotado por el viento. Se veía cansada, pero tranquila. Ya no era la misma chica que discutía por mesas de café o lanzaba miradas envenenadas. Había algo más suave en su forma de andar. Más… presente.

Me acerqué cuando Emma se alejó a buscar agua.

—¿Sobreviviste? —pregunté.

—Barely —respondió, dándome una media sonrisa.

—¿Te arrepientes de haber venido?

—No.

La miré. Ella me sostuvo la mirada. Y por un segundo, no fuimos enemigos, ni turistas con sarcasmos cruzados. Sólo… dos personas en un país que no era el suyo, buscando algo que no sabían nombrar.

—Harper —dije antes de que ella volviera con Emma—. No soy bueno con esto. Con… conexiones.

—Yo tampoco.

—Pero me alegra haberte conocido.

Ella bajó la mirada, como si no esperara eso. Como si no supiera qué hacer con la sinceridad.

—Gracias por no dejarme caer del todo —dijo, casi en un susurro.

Quise decir más. Quise tocarle la mano. Pero Alessandro silbó desde el bus, y el momento se rompió.

Harper subió con Emma. Yo lo hice detrás, sentándome unas filas más atrás.

Mientras el bus se alejaba de la costa, la vi recostar la cabeza contra la ventana. No se giró. No buscó mi mirada. Pero su hombro tembló levemente… como si estuviera riendo sola por algo.

Y en ese instante, supe que quería volver a verla.
Aunque no supiera cómo.
Aunque no tuviera ningún plan.

Sólo… quería.