Bajo la llave de la ilusión

Capítulo 3- Visita a la tienda, 28 de noviembre del 2020

Mi hermano había estado insistiendo desde ya varios días atrás en que lo acompañara a la tienda, en su gran parte tenía una enorme flojera a ir, pero del otro lado de la moneda descansaba la emoción de ver a este desgraciado, no podía llamarle de otra manera cuando no cesaba de poner mi paz y serenidad de cabeza. Después de todo acepté en acompañarle, sus grados de insistencia son criminales.

Nadie tenía conocimiento de lo que me pasaba con él, nadie excepto mis mejores amigas, amigas a las que les contaba todo, y las dejaba leer lo que escribía para él, pidiendo un tanto al cielo que me dijeran que era un estúpido cursi, ridículo y debía cesar de escribirle a alguien que realmente ni siquiera conozco, pero no, lo que recibía en respuesta por parte de ellas es que debía armarme de valor y hablarle, pero no, de ninguna manera eso podía pasar, estaba totalmente fuera de mis planes y desaprobado en su totalidad por mi instinto de supervivencia, lo que fuera que hubiera en mí y respondiera a él, debía quedarse ahí, ahogándose conmigo en ese mar grutesco.

Ellas son las personas en las que más confío en el mundo, son chicas extraordinarias en todo aspecto, una tan diferente de la otra, pero es eso precisamente lo que las vuelve únicas, y las hace brillar en su máximo esplendor.  

En varias ocasiones, ellas mismas casi me obligaron a entrar a la tienda para verle, para ser honesto todas las veces nos hacíamos mensos, espero que si ellas llegan a leer esto no se me ofendan, pero sinceramente no hacíamos nada más que hacernos tarugos entre los pasillos del lugar.   

Entré a la tienda acompañado de mi hermano, siendo yo el acompañante a decir verdad, ingresé sin tener la mínima idea, el mínimo indicio de que ese día conocería el tono de su voz, si desde un principio lo haya sabido, mi hermano no haya batallado tanto para convencerme.   

Después de una larga indagación por parte de él respecto a un artículo, al fin se decidió por uno, y era momento de buscar a un agente de venta para que nos atendiera con la compra, y ahí, justo allí vi mi oportunidad para acercarme a él con un pretexto, para suerte estaba presente ese día, en ese piso y en ese departamento. Tomé la iniciativa y me dispuse a acortar la distancia entre él y yo, dando un paso a la vez, mientras mi mente le rogaba al cielo mismo que no se le fuera a ocurrir llamar a alguien más para que me atendiera, ya que, anteriormente había pasado por esa experiencia, no con él, pero sí. Estaba tan de pie como siempre, con ese porte tan seductor que te desarma por completo. Revisaba algo en una Tablet, me tocó respirar profundamente varias veces mientras me acercaba para conseguir el valor y la fuerza para pronunciar palabra delante de él.  

—Disculpa. —le dije con voz algo débil, a pesar de que traté de que sonara de lo más normal.

—Dime. —y es ahí, cuando mis oídos escuchan por primera vez su voz, era grave, y tan seductora como la imaginaba, mi corazón dio un vuelco y de nuevo esa corriente de electricidad bajó por mi cuerpo, casi creyendo que volvería inertes mis piernas y caería al piso, directo a sus pies.  

—Nos interesa un DS. —le dije ya casi logrando que mi voz sonara neutral, disfrazando la enorme emoción que sentía dentro de mí. Me estaba mirando, justo a los ojos, hasta esa fecha jamás los había mirado tan de cerca, no me equivoqué al poner eso en la carta, realmente su mirada era muy profunda. Tenía mis brazos cruzados, de esa forma descargaba la elevada fascinación que sentía en mis bíceps.  

—Ah sí claro. —me dice a los ojos. —Enseguida voy

—Muchas gracias. —giré en un pie y volví para con mi hermano.

— ¿Qué pasó? —me cuestiona él para cuando se percata de que he vuelto solo

—Ahí viene. —le respondo sereno, intentando no sonar extraño.

Él sigue viendo el juego, yo miro de reojo y observo que se acerca, mis ojos se cierran lentamente, e igual de lento vuelven a abrirse, el acto fue como limpiar el parabrisas para tener una mejor imagen del exterior.

<<Aquí viene>> me dice ese oportuno aprovechado en mi mente

<<Cállate tarado y ni se te vaya a ocurrir hacer una estupidez porque te juro que no me va a importar fallar a mi palabra e ignorar nuestro trato>> le respondo firme, recto de palabra

— ¿Cuál va a ser? — <<Dios que voz tan varonil>> me es imposible pensar  

—Ese de ahí. —señalo con un dedo una parte del cristal y luego regreso mi mano a su posición anterior

—Bien. —se saca un par de llaves y abre la puerta de cristal para sacar el juego. Se inclina un poco, muy cerca de mí y causa que el aire deje de entrar por mis pulmones, por al menos un segundo. Suelto el aire lentamente.

—Aquí no tienen PSP ¿verdad? —inquiere mi hermano. <<Eso, tú pregúntale cosas, quiero escuchar su voz>>

—Se nos terminaron, y ahorita con la pandemia no nos han llegado más. —responde al momento en que vuelve a correr la puerta y asegurarla

—Ah está bien. —dice mi hermano. —Y este sí trae juegos ¿verdad? —vuelve a preguntar, un tanto reprimido, le cuesta un poco expresarse con las personas, y supongo que en estos momentos hablo de orejas

—Sí, me parece que trae tres. —le contesta analizando un segundo las descripciones en la caja. —Sí, eso parece. —repite sin elevar la mirada aún, y yo deseaba seguirla viendo, verla hasta que me fuera de la tienda, hasta que mi mente guardara la imagen en un boceto de tinta indeleble, un boceto que pudiera ver a diario antes de dormir y a diario al despertar. — ¿Está bien? —le pregunta ya directamente a los ojos




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