Bajo la Luz de la Luna

Capítulo 1

—Vamos Leo, déjame entrar me están persiguiendo, si me hacen daño y mañana aparecen en las noticias que estoy muerta será tu maldita culpa- sí, muy dramática y todo pero necesito un escondite.

—Ni hablar, ese ya no es mi problema, tú te buscas las cosas por retar demasiado a tu padre—es difícil convencerlo pero....—ademas la última vez que te ayudé me descubrieron y mi madre fue la afectada así que lárgate Med

—Bien bien, no te necesito—que gran amigo—me voy pero si te preguntan yo nunca estuve aquí—lo mire mostrándole una sonrisa tan particular mía y decidí continuar corriendo.

Bien, Leo, esta vez me abandonaste pero me las pagarás algún día..

Leo se podría decir que ha sido el único "amigo" mas confiable que he tenido en este lugar, suele conseguirme cosas que necesito para mis bromas u otras cosas en particular.
Su familia no es de muchos recursos económicos pero tiene contacto muy valiosos, cuando lo conocí no nos llevamos bien pero con el pasar del tiempo nos volvimos amigos, solo que siempre fui la causante de sus problemas....no me arrepiento de nada.

Continuaba corriendo intentando esconderme pero los chicos malos son difíciles de burlar, estoy cansada y la única solución que tengo es subir a una casa vieja de dos pisos de alto.

Había corrido tanto que no me di cuenta hasta donde llegué, en aquel lugar me escondía siempre que tenía problemas y podía sentirme en paz.

Corrí y subí lo más rápido que pude por unas escaleras que se ubicaban arrimadas a un lado de la casa para poder entrar por la ventana y subir las otras escaleras que habían para ascender a la terraza, allí me recosté en el frío piso y cerré mis ojos recordado lo movido que había sido este día.

En cuanto llegue a casa mi padre se encontraba en un mueble de la sala, al parecer esperaba mi llegada.

—En donde estuviste—fue lo primero que me preguntó pero hice caso omiso y subí las escaleras para dirigirme a mi habitación
—dije que en donde maldita sea estuviste—gritó furioso, no se preocupaba por mi así que daba igual responderle— respóndeme cuando te hablo—volvio a gritar pero continúe caminando, llegando casi al final de las escaleras di la vuelta.

—Vaya, ahora sí te preocupa tu hija, que gracioso. Únicamente te preocupas por tú dinero.

—Vuelve aquí abajo y dímelo en la cara—Papá siempre me reta pero prefiero no hacerle caso y continúe mi camino.

Solo sentí que halaron mi brazo y al darme la vuelta lo vi parado mirándome con ojos llenos de furia. Mi padre estaba realmente enojado y no sabía el por qué

Decidí encararlo intentando librarme de su agarre pero no pude, tuve que enfrentarlo una vez más y responderle lo que quería. No era algo habitual que aún continuará en casa esperando mi llegada como hoy.

—¿Qué maldita sea quieres? Nunca te ha interesado saber dónde estuve toda la noche, ni siquiera te preocupas en lo más mínimo por mí— le exclamé furiosa, ese hombre me harta muchas veces. La mayoría de hombres son así. Te gritan, te lastiman y al final te ignoran.

—Eres consiente que mi apariencia y estatus social es lo más fundamental para tener la vida que tienes. Entonces, ¿Por qué maldita sea te esfuerzas tanto en dejarme en ridículo?

—Porque simplemente te odio, así como yo no te importo, tu apariencia hacia los demás tampoco me interesan a mi—no me gustaba enfrentarme a él —y sabes bien donde estaba, no necesito decirte nada si de todas formas lo averiguas con tus trabajadores.

—Solo no dejes que te vean en un estado tan patético— me miró con asco de abajo hacia arriba, maldito bastardo— pones en juego mi imagen.

—Sabes bien que me importa muy poco tu apariencia ante los demás, es más. Que todo mundo sepa cómo tratas a tu propia hija y lo sola que ella se siente por tu maldita....ausencia —dije tratando de hablar lo mas firme que podía aún sintiendo aquel doloroso nudo en la garganta, duele enfrentarme a él.

Mi padre solo me miró a los ojos y en ese instante pude ver en ellos que no guardaba ni un tan solo sentimiento de paternidad hacia mí. Supe que me odiaba sin siquiera saber por qué, simplemente no me quería cerca y entonces fue cuando me reveló un poco de la verdad.

—Hoy mismo serás llevada al instituto Land Hope, en la ciudad de Rainville, Rebecca dijo que cantas bien y podrías tener algo de clases para mejorar en eso—me miraba muy serio mientras me lo decía.

—No quiero ir, no me interesa estar en esa cárcel con nombre patético y llena de patéticos tipos cantando.

—No te estoy preguntando, es una orden.

—Y yo dije que no iré. Tú solamente quieres librarte de mi para evitar darte una mala fama. Eres un egoísta que solo piensa en ti mismo.

—Y qué si es así, no hay nada más importante que el dinero.

—Claro, es por eso que mi madre se alejó de ti, porque eres un idiota a quien nadie ama—le exclamé molesta, yo también podía jugar hiriendo con las verdades—Es por eso que tus amantes nunca se quedan y nadie te ama, morirás solo y...—no terminé de hablar, su golpe me dolió.

Su puño se estrelló en todo mi pómulo haciéndome caer por la inestabilidad que me provocó, mi cara arde y duele. Ese monstruo me acaba de golpear como nunca antes. Duele...enserio duele y mis lágrimas no dejan de caer por mi rostro, no puedo seguir viviendo con un hombre así.

— Estoy harto de tu maldito comportamiento Melody. ¿Hasta cuándo vas a continuar de esta manera? —realmente estaba enfadado mientras él estaba de pie y yo me encontraba tirada en el piso.

—Te odio—fue lo primero que pude pronunciar mientras me tocaba la parte en donde me golpeó, nunca esperé que me golpearía de este modo.

Desde que vivo sola con mi padre todo ha ido empeorando considerablemente. Nunca se encuentra en casa y todos los recuerdo que tengo con él son de discusiones entre él y yo. Ningun recuerdo feliz a su lado.

En cuanto me encontraba en la fría cerámica del primer piso y le expresé mi odio, comencé a responder muy poco sin prestar tanta atención a las palabras de mi progenitor, lo cual no fue mucho. Únicamente alcancé a escuchar la hora en que mi vuelo partiría del aeropuerto, entonces alli supe que aún tenia una última oportunidad de escapar y evitar ser enjaulada aún más en un lugar fuera de mi hogar.




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