BIANCA
Se despertó aquella mañana con una firme determinación de ejercitarse. Se vistió con un conjunto deportivo azul celeste y, al mirarse en el espejo, esbozó una sonrisa que resultó ser un mero esfuerzo forzado, revelando solo una mueca de dolor. Con un gesto decidido, tomó una liga blanca y recogió su cabello color miel en una coleta. Abandonó su hogar con el estómago vacío y un nudo en la garganta, pero al colocarse los audífonos, se lanzó a correr por la acera.
JANET
Se encontraba en el patio de su casa, sumida en un estado de embriaguez que enturbiaba su juicio. En un arrebato de locura, arrojó una botella hacia la ventana donde él dormía. Él salió furioso, sus ojos castaños ardían con rabia y desprecio, y ella no podía sentirse más insignificante ante su mirada. Él se acercó a ella, recriminándole con voz alta, y el miedo la invadió cuando él alzó la mano y la golpeó, haciéndola caer al suelo. Teniendo su mejilla entre las manos, miró hacia la acera y vio a una joven corriendo; llevaba audífonos y parecía estar llorando.
HUGO
Cruzaba la carretera con la cabeza gacha, sus ojos enrojecidos por las lágrimas derramadas esa noche. Tenía presente un pensamiento que no podía sacudirse: nunca le perdonaría. Se había tragado varias pastillas cuyo contenido desconocía; estaba aturdido. Sus manos sudaban y sentía que podría sucumbir en cualquier instante, aunque en el fondo sabía que no era así. De repente, unos gritos lo sacaron de su ensimismamiento; al mirar hacia adelante, vio a una chica caída mientras un chico le gritaba. Pensó que probablemente eran pareja y que ella había terminado en un lugar peligroso; optó por cambiar de acera para evitar problemas adicionales.
ZOÉ
Caminaba apresuradamente, ahogada en lágrimas descontroladas; había cometido un acto impulsivo que sabía que no estaba bien. Salió de casa con dirección a la de su hermano, con sangre escurriendo por su brazo. En su camino se topó accidentalmente con un chico rubio de ojos azules; al cruzar miradas se dio cuenta de que él estaba tan perdido como ella para comprender lo que sucedía a su alrededor. Él cayó al suelo mientras ella continuaba corriendo.
DEREK
Salió disparado de su habitación; lo estaba haciendo de nuevo. Escuchaba los gritos resonar como ecos desgarradores. Al salir encontró a ella en el suelo temblando incontrolablemente mientras él seguía gritando a todo pulmón. Miró al cielo despejado y sintió cómo la ira lo consumía; tomó del cuello a su amigo y lo miró con furia desmedida. Él intentó zafarse, pero lo zarandeó con fuerza y le gritó de vuelta. Al ver a la chica llorando desconsolada en el suelo, intentó ayudarla a levantarse, pero ella huyó en dirección contraria justo cuando otra chica apareció corriendo; parecía haber corrido mucho o estar sufriendo un ataque de pánico, pero él entró tras su amigo a la casa sin prestarle atención.
SAID
Estaba preparando el desayuno cuando un ruido proveniente de la ventana de su habitación lo sacó de sus pensamientos. Al salir furioso hacia afuera se encontró con ella allí, visiblemente alcoholizada. La rabia lo consumió y le propinó un golpe que la hizo caer al suelo; sabía que estaba mal pero no podía contenerse. Empezó a gritarle hasta que notó a una chica corriendo por la acera; bajó un poco la voz mientras no comprendía por qué actuaba así. A pesar del murmullo del entorno, no le importaba ser oído; desvió la mirada hacia un chico pálido que cruzaba desorientado la calle. Continuó gritando hasta que su mejor amigo salió para enfrentarlo; furioso regresó al interior de casa junto a él y comenzaron a discutir sobre lo ocurrido. Fue entonces cuando alguien empezó a golpear insistentemente la puerta, como si estuviera apurado por entrar. Con rabia se dirigió hacia ella y al abrirla se encontró con una imagen impactante: sangre escurría por su brazo y la mirada que ella le dirigió transformaría por completo su perspectiva sobre los demás.
BIANCA
Regresaba de su carrera, las lágrimas brotaban sin cesar, como un torrente incontrolable que arrastraba su alma. De repente, su mirada se posó en una figura que se acercaba: una chica cubierta de sangre. Ella, impulsada por un instinto casi primario, intentó ofrecer ayuda, pero pronto se dio cuenta de que ella también tenia una herida que no solo era física. Luchando contra su propio pánico, se dirigió a su hogar, pero al llegar a la puerta, el mundo a su alrededor se desvaneció y sucumbió al desmayo.
HUGO
Mientras tanto, avanzaba por la acera, perdido en sus pensamientos. De pronto, una joven colisionó con él, manchando su camiseta con el rojo brillante de su sangre. El peso del dolor y las sustancias que había ingerido lo abrumaron; sintió que la vida se le escapaba y cayó al suelo en un letargo profundo.
JANET
Había sentido la mano del chico intentando levantarla; sin embargo, el terror la impulsó a huir. Su llanto resonaba como un eco desgarrador. Sin prestar atención al caos a su alrededor, cruzó imprudentemente la calle y, en un instante fatídico, un vehículo veloz la arrolló, dejándola tendida en el suelo, rodeada de un charco rojo, de su propia sangre.
NARRADOR OMNISCIENTE
Todos estaban fracturados de maneras distintas. Cada vida era un relato por descubrir y yo estoy aquí para desenterrar esas historias.
Y todo comenzó bajo la superficie...