Bajo La Superficie

Capítulo 5

Bajo la Tormenta

Said:

Al llegar a la escuela de Música, voy directo hacia mi oficina; los expedientes deberían estar allí. En ese momento, entra una de las profesoras.

—Profesor D'Angelo, tengo entendido que estaría en casa descansando.

—Tenía que hacer algo importante, no podía dejarlo para después.

Ella se acerca a mi mesa y yo la miro confundido; es una de las pocas jóvenes que hay en esta institución, y cuando se sienta encima de mi mesa ya sé qué es lo que viene a tratar de buscar.

—Señorita, si sería tan amable de bajarse de la mesa, da vergüenza que usted, siendo profesora, haga ese tipo de cosas. Debería tener un poco más de prudencia y respeto, y ahora, si me disculpa, estoy demasiado ocupado para atenderla.

Ella me mira furiosa y se va dando un portazo en la puerta; no sé qué se ha creído esa mujer.

Sigo en mi tarea de buscar su expediente hasta que doy con él.

Bianca Cooper, 23 años; tiene la misma edad que mi hermana. Una sonrisa se me escapa; parece que también van a la misma universidad. Su piso no está muy lejos de la universidad; anoto su dirección y el número de la casa en mi teléfono y salgo de allí para buscarla.

Me monto en mi auto rápidamente y lo enciendo. En el camino, mi sonrisa no se va; voy a buscarla y decirle que vuelva.

Al llegar al frente del apartamento, mi sonrisa desaparece. Esto parece un gran basurero. Es un edificio que está inclinado hacia un costado, casi al caerse, lleno de humedad y moho. Varios indigentes están por toda la calle. Esto es un gran basurero y me pongo a cuestionarme si realmente aquí es donde vive.

Salgo del coche y camino hacia el lugar. Al adentrarme al edificio, si está a punto de caerse por fuera, por dentro está peor. Una mujer está frente a una oficina donde hay un cartel que dice: "No pase sin autorización".

Y en mi mente solo hay una pregunta: ¿De quién se esconde?

La señora me mira de arriba hacia abajo; tiene un gran gorro en su cabeza y está masticando un chicle que hace que mi sangre hierba. Es molesto que haga tanto ruido con un chicle.

—Señor, ¿a quién busca? —pregunta la mujer mirándome con el ceño fruncido y levantándose de su asiento.

Disimulo que el "Señor" de su parte me haya afectado; esa mujer tiene más edad que yo y me ha dicho "Señor".

—Busco a Bianca Cooper. ¿La conoce?

Ella rápidamente saca un arma debajo de la mesa y me apunta con ella. Yo levanto las manos en señal de paz.

—¿Eres tú acaso?

—No sé de quién hablas, señora, pero soy Said, el profesor de música de Bianca.

Ella rápidamente baja el arma y me mira con una gran sonrisa en su rostro.

—Pero muchacho, hubieras empezado por ahí. La habitación de Bianca es la tres, cuarto piso.

—Pues, ¿gracias?

Ella sonríe y me hace una señal para que suba. Salgo de allí rápidamente hacia las escaleras.

Todos alrededor de ella están locos, junto con ella. Para más locuras, tengo que subir por las escaleras hasta el cuarto piso porque no hay ascensor. Dios, ¿qué es este basurero?

Llego hasta el cuarto piso y siento que me faltan varias partes del cuerpo. Llego hasta su puerta y escucho las melodías más bonitas, un violín.

Toco el timbre, pero para qué mentirte, no hay ni timbre. Toco la puerta fuertemente para ver si escucha; necesito agua urgentemente. Sigo tocando fuertemente hasta que escucho cómo el violín se detiene. Era ella la que tocaba y entonces escucho sus pasos acercándose a la puerta.

Se abre la puerta y... ahí está. Tiene puesto un pantalón ancho y una blusa corta por encima de su ombligo. Tiene su cabello recogido en una gran coleta y lindos espejuelos rosados cubren sus ojos color miel.

—¿Said? ¿Qué haces aquí?

Yo entro sin su autorización, mirando las malas condiciones en las que está su apartamento. Esto no es ni apartamento, es un chiquero.

—Pues pasa, Said, eres invitado a mi humilde morada —exclama ella con el ceño fruncido.

Y da miedo, ¿cómo no podría dar miedo? Ha roto un vaso de cristal en mi cabeza.

—Quería disculparme y decirte que no estás fuera de las clases.

Ella me miró incrédula.

—Eso no importa; como sea, necesito un trabajo y no me da tiempo con las clases de música, así que no podré volver.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Entonces no lo haces por lo que te dije?

—¡Quieres largarte ya!

Grita tan de repente que salto en mi lugar; la miro ofendido, saco el papel donde puse mi número y lo pongo sobre una mesita que tiene en la sala.

—Es mi número de teléfono, por si me necesitas —le explico.

—No me hace falta tu ayuda. Adiós.

—Muy bien, me voy —digo levantando mis manos—. De hecho, la mujer de allá abajo está loca.

—Sí, ya lo sé. Ahora lárgate, Said, no te necesito.

Eso hace que la mire fijamente y vea sus ojos miel cansados y tristes. Asiento con la cabeza y me voy de allí rápidamente.

Me duele todo el cuerpo al salir de aquel lugar; fue un completo desastre. Ella no regresará y no volveré a verla jamás. Monto en mi auto y escucho cómo una gran tormenta se avecina. Mis ojos se cristalizan al saber en qué condiciones vive y no me permite ayudarla.

Voy de regreso a casa y la tormenta se desata; truenos y relámpagos hacen temblar los cielos. Miro fijamente la carretera para evitar un accidente. Al llegar frente a mi edificio, me detengo y paso mis manos por mi rostro desesperado.

Salgo del coche y la lluvia me moja al instante; la tormenta sigue intensificándose. Camino hacia la acera y me siento allí, mirando cómo los relámpagos alumbran el vasto cielo.

—¿Qué haces aquí, hermano? —me pregunta Derek.

—No volverá —es lo único que digo mientras observo mis manos.

—El mundo da muchas vueltas, Said; no te quedes solo con eso.

Siento cómo sus pasos se alejan; sé que me está dando mi espacio; él me conoce muy bien. Yo, sin embargo, me quedo allí pensando en ella.



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En el texto hay: 25 capitulos

Editado: 01.07.2025

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