-Hola cariño, oí una voz detrás de mí.
Me di la vuelta y vi una chica bastante alta, más o menos de un metro setenta, tenía el pelo negro azabache y los ojos color caramelo.
-¿Eres la chica nueva, verdad?
-Sí, soy yo, comenté con un tono avergonzado.
-Encantada, me llamo Cielo, soy del segundo año.
-Mucho gusto, yo soy Sofía, le contesté.
Me sonrió y toda mi vergüenza desapareció.
-Hola Sofía, me saludaron dos compañeras acercándose a mí.
-Hola chicas, ¿Qué tal?
-Todo bien ¿y tú? ¿Cómo te parece el instituto?
-La verdad es que me encanta.
-Si quieres hoy en el almuerzo te enseñamos un poco más del instituto.
-Sí, me encantaría, contesté
Me sonrieron y de repente pensé que había encontrado mis tres primeras amigas en el instituto. No puedo decir mucho de ellas, puedo deciros que cada una era diferente. Estaba Luise, alta, el pelo marrón y largo, los ojos grandes y azules y un físico de modelo, sencillamente: era preciosa. Era hermosa cuando hablaba y cuando se ponía seria, siempre más bella si sonreía. “Si tuviera aunque la mitad de la mitad de su belleza sería agradable”, reflexioné para mí. A su lado estaba Victoria, era bajita, con el pelo rubio y los ojos oscuros, no puedo negar que también ella era valiosa.
–Pff, dijo Vi.
-¿Qué te pasa?, pregunté.
–Nada es que no me gusta mi estatura y tengo un pelo horrible.
-¡Qué va! ¿Hablas en serio? Si fueses más alta estarías desproporcionada y eso te quedaría mal, tu pelo te hace una buena cara, así que no te lamentes porque eres súper guapa.
Vi me sonrío y lo agradeció.
–Sofía tiene razón cariño, afirmó Paula.
Ella era su mejor amiga, y un poco se le parecía: era bajita con ojos oscuros, pero tenía el pelo corto y marrón.
-¿Nos vamos a clase?, nos preguntó Luise, nosotras estábamos de acuerdo y subimos las escaleras para entrar a clase.
La mañana pasó velozmente, muchos profesores me preguntaron de mi vida, del motivo porque había llegado aquí, de qué me parecía la nueva vida y qué me esperaba de esa experiencia. Cada docente me hizo las mismas preguntas pero yo cada vez contestaba sin problemas y con una sonrisa en la cara porque eran preguntas que no me molestaban, estaba muy orgullosa de haber dejado mi vida para empezar un camino nuevo, no es una cosa que saben hacer todos porque es muy difícil y da mucho miedo y las personas se bloquean frente a eso, ¿pero cómo es posible no darles la razón?
-Vámonos, te enseñamos todo el instituto, dijo con entusiasmo Paula.
-No quiero molestaros, dije.
-¿Estás bromeando? Es un placer, de verdad, contestó Luise.
-Yo hago de guía… bueno, hola a todas, me llamo Victoria y soy vuestra guía, ahora os presentaré la clase R3, donde los estudiantes van a aprender varios idiomas, dijo Vi enseñándonos la clase donde nostras hacíamos latín, griego y francés.
Nos miramos y empezamos a reír tan fuerte que un profesor se acercó y nos dijo que bajáramos el volumen.
-Perdón, dije yo.
-Tranquilas, os lo digo pero no pasa nada, y se alejó de nosotras.
-Mira, mira, ¿es guapo verdad, o no Sofía?
-Muy guapo, diría yo.
-Ya, que lástima que no es nuestro profesor.
-No, mejor así, si lo fuese no podríamos, como decir, ¿cortejarlo?
¡Sofía! Jajajajaj, que tía eres, ya sabemos tu punto débil… ¿entonces te gustan los viejecitos, eh?
-Bueno, chicas, no es muy viejo, tendrá treinta años… tenemos sólo un poco de diferencia, pero está bien.
-¿Sólo un poco?, preguntó Paula.
-Ehmm…, contesté.
-Mejor que seguimos con la visita, afirmó Victoria riéndose.
Pasamos el tiempo de almorzar dando vueltas por el instituto y hablando de cualquiera tema, pasar de ¿prefieres las palomitas dulces o saladas?, a ¿entonces tu prototipo de novio tiene que cocinar bien las croquetas? En aquella media horita nos conocimos tanto que todas sabíamos la canción favorita de la otra y muchas, muchas más cosas.
Llegué a casa llena de alegría por aquel día que me había satisfecho tanto que parecía imposible.
Por la tarde llamé a mi amiga Vero, tenía mucha curiosidad de saber cómo había ido su cita con el chico de Wentir.
- Holiii, ¿entonces? Cuéntame todo.
-Puees, nos hemos besado y hoy quedamos otra vez.
-¿En seriooo? Me alegro mucho, te lo mereces todo. Tiene que tratarte bien si no tendrá una enemiga.
-Jajajaj vale, vale, ¡se lo diré! Pero… ¿Por qué no te lo descargas tú también?
-¿Qué? ¿Wentir? Nah, no soy la chica de esas aplicaciones, lo sabes, y después… ¿Qué podría encontrar por allí? Nada de lo que quiero yo..., comenté.
-Si no lo intenta no lo sabrá nunca, bueno, ahora te dejo que voy a vestirme, adiós cariño y vas pensándolo ¿vale? No estaría nada mal, tú también podrías encontrar alguien importante.
-¿Quién? ¿Yo? No pienso, no soy la típica chica de mi edad, soy muy complicada y las complicaciones no gustan a nadie.