“El inicio de algo especial” leí mirando una publicación de Verónica.
Estaba con un chico alto y delgado que la besaba con las manos en las caderas, se encontraban en la arena, parecía una foto de película: con la persona justa en el lugar justo, todo tan perfecto.
“Entonces ha encontrado alguien importante por Wentir”, pensé.
Me pareció imposible encontrar a alguien con quien poder hablar en una aplicación para ligar porque quieren solo una cosa y nada más. “¡Qué suerte! Seguro que a mí no podría pasar nunca”
-¿Qué miras?, me preguntó Luise.
-Nada, esta foto que es de una amiga con su novio que ha conocido por una red social.
-¿Wentir?
-Sí, ¿tú también la utilizas?
-Que va, pero la conozco, dicen que muchas personas encuentran su pareja por ahí.
-Seguro que yo no.
-¿Por qué lo dices?
-En primer lugar no soy guapa, en segundo soy muy complicada y en tercero veo el amor como un tema muy serio y la pienso un poco a la antigua.
-Yo te veo hermosa, simpática, amable y con una sonrisa maravillosa. Hay mil chicos que te querrían.
-No lo creo, pero muchas gracias por tener tanta confianza en mí.
-Eres tú que no la tienes en ti, tienes que quererte más.
“Ya, tenía razón, pero no era fácil amarse cuanto te veías tan diferente de las otras personas”.
Pasé la mañana pensando en Vero, en las palabras de Luise y en mí. Había empezado una nueva vida, quizás habría tenido que probar también redes sociales para conocer amigos, o alguien más importante.
Cuando llegué a casa me hice la comida, mi madre estaba trabajando, me encontraba sola en casa. Me puse la comida en el microondas y encendí la televisión, trasmitían un programa en el cual hombres y mujeres participaban para encontrar una pareja.
Me encantaba este programa porque algunas veces había discusiones, pero también momentos muy dulces en los que solía llorar como una niña.
Mi concentración en la televisión fue interrumpida a causa del sonido del móvil. “Dos nuevos mensajes de Vero”, los miré, ella me contó lo que ya sabía, o sea, su nueva pareja.
Estaba tan feliz por ella, quizás un poco envidiosa porque había tenido suerte en encontrar a alguien.
Después de mi mensaje de felicitaciones me llamó para contarme los detalles de la propuesta de compromiso. La veía tan emocionada al decirme todo, mientras más cosas me contaba, más contenta estaba yo por ella.
Al final me preguntó: ¿Confías en mí?
-Claro.
-Descárgate Wentir.
-Pero…
-No Sofí, ningún pero.
-Vale, lo haré.
-Ahora mismo.
-¿Ahora?
-Sí, te dejo y te la descargas.
-Vale, vale, sin embargo…
-Adiós cariño, después hablamos.
-Vero…
Ya había colgado.
“Será solo una pérdida de tiempo, ya lo sé”, y era verdad, lo sabía, pero algo dentro de mí quería tentar y ver qué podría pasar.
Me creé una cuenta, puse tres fotos sin ningún significado. Tres fotos normales. Tenía que poner cinco categorías de cosas que me gustaban. Poco a poco aprendí como funcionada: una verdadera tontería. Había la foto de un chico, su biografía que casi siempre era: Mis amigos me han descargado Wentir, a ver qué pasa. “¿Tío, que crees que va a pasar en una aplicación como esta? O te va bien o te va mal” pensé, pero ¿realmente existía solo el blanco y negro? ¿O estaba también el gris?