-Hola Vero, dije aceptando la video llamada.
-Buenas tardes cariño, ¿cómo estás?
-Todo bien ¿y tú?
-Bien, estoy esperando que llegue Juan.
-Me alegro por ti, yo no sé cuando veré Alejandro, espero pronto porque lo echo mucho de menos.
-¿Cómo van las cosas con él?
-Genial, cada vez van mejor. ¡Oh! Hablando de él, me está llamando, espérame.
-Vale tía, hasta luego, colgué la llamada.
-Holi amor, dije.
-Hola cariño, ¿estás en casa?
-Sí, ¿por?, pregunté con una sonrisa.
-Voy para allá.
-¿En serio? ¿Por qué?, le pregunté sorprendida y llena de felicidad.
-¿No quieres?
-Claro que quiero tonto, pero no me lo esperaba.
-¿Qué sorpresa sería si te lo hubiera dicho? Es que tengo muchas ganas de verte, ya han pasado demasiados días.
-Ya, tres, reí.
-Son muchos.
-Sí, la verdad que sí.
-Vale, amor, entre poco estoy ahí. Hasta hora.
Me gustaba saber que me echaba mucho de menos, era la mejor sorpresa que deseaba en aquel momento.
-Vero, grité cuando volví a llamar a mi amiga.
-¿Qué te pasa? ¿Y esa sonrisa?
-¡Alejandro es increíble!
-¿Qué ha pasado?
-Me ha llamado diciéndome que entre poco llega porque quiere verme.
-¡Qué cariñoso!
-Después de esta sorpresa especial, mañana me lo casaré, estás invitada.
-Tía, alquilo un avión privado y en unas horas estoy ahí, dijo riendo.
-De verdad, me siento afortunada…no puedes imaginar cuánto.
-Te merece todo lo bueno que te está pasando.
-Muchas gracias, ahora es mejor que vaya porque estoy en pijama y no quiero salir así, comenté.
-Ve, ve, te quiero, hablamos después, así me cuentas todo.
-Vale, adiós cariño.
En cinco minutos ya estaba lista para bajar.
-Me voy, dije saludando mi madre.
-Vale, después subís por favor porque así le doy lo que estoy preparando para el turno de noche.
-Vale mami, muchas gracias, de verdad.
-De nada, sabes que para mí es como un hijo, con él te veo alegre.
-Es así, estoy de verdad feliz con él.
-Vale, ve, nos vemos luego.
Cerré la puerta y bajé las escaleras, estaba increíblemente radiante. Lo estaba por todo lo que me estaba pasando. No podía pedir más de lo que estaba viviendo.
Mientras lo esperaba reflexioné mucho sobre lo que había pasado desde la mitad de noviembre, justo cuando conocí Alejandro, cómo eran diferentes las cosas, cómo lo era yo, veía mi misma y el mundo de otra forma y me encantaba.
-Buenas tardes cariño.
-Holi, lo abracé.
Fuimos arriba para ver el atardecer, el cielo era lleno de colores: rojo, rosa, naranja, azul claro y azul oscuro.
-Es precioso, comenté.
-Ya, la verdad que sí.
-¿Qué te pasa?
-Nada, me estoy relajando, el trabajo es siempre lo mismo y a veces me agobia, en casa igual, el momento en el cual me siento más tranquilo es cuando estoy contigo.
-Amor, me alegro que me digas eso, pero lo siento que en casa las cosas no vayan bien.
-Es siempre lo mismo, mi madre me estresa porque ya tengo la edad para casarme y tendría que buscarme mujer.
-Ya la tienes, reí.
-Ya, pero sabes que ella quiere que sea gitana.
-¿Le has hablado?
-Le he dicho que no quiero casarme aún, de lo nuestro no, no eres gitana, no lo aceptará.
-Pero un día tendrá que hacerlo, ¿no?
-Ya, lo espero.
-Irá todo bien, le dije haciéndole una caricia.
-Gracias por todo y por animarme.
-De nada, le susurré abrazándolo.
-Quiero hacerte una pregunta.
-Dime.
-Me encantaría, un día, hacer un viaje en caravana por toda España, ¿te gustaría ir conmigo?
Flipé. Flipé en la manera más positiva. Me estaba preguntando de viajar con él, un viaje maravilloso y bastante largo. Parecía imposible pero había escuchado con mis propias orejas.
-¿Estás hablando en serio?
-Sí.
-Claro que quiero.
-Perfecto, y otra cosa, he leído el cuento que habías escrito para el instituto.
-¿Y te ha gustado?, le pregunté.
Había tenido que escribir un cuento inventado sobre lo que deseaba yo, así escribí una historia de amor entre una chica y un hombre gitano, un poco como la mía, pero el cuento era narrado por la hija de la pareja.
-Sí, me gustó, ¿pero estás organizando nuestro futuro?
-Bueno.
-Ven, cuéntame los planes.
-Pues, la verdad, es que yo contigo me imagino un futuro… una familia, añadí. Sabía que estas afirmaciones a algunos chicos asustaban mucho pero no podía negar lo que sentía.
-Buen plan, no lo descarto, la verdad es que a mí también me gustaría tener una familia contigo y una hija que se te parezca.
Cuanto más hablaba de esto, más me dejaba sin palabras. Estaba convencida de que Alejandro era el amor de mi vida, estaba tan segura… y poco a poco sentía que yo también habría podido ser el suyo.
-¿Y cómo la llamarías?, pregunté curiosa.
-Pues, a mí como nombres de niña me gustan mucho: Beatriz, Naomi y Alicia.
-Beatriz me encanta, opiné.
-Pues, Beatriz, afirmó sonriéndome.
-Me encanta el nombre, estar contigo, todo.
-Para mí es lo mismo, nunca he sentido esto que estoy probando ahora, confesó.
-Espero seguir viviéndolo.
-Va a durar mucho, mucho más. No tengo ninguna intención de dejarte cariño.
Lo miré, las palabras eran solo palabras, pero su mirada era sincera y cada día me enseñaba cuánto significaba para él, lo creí porque sabía que era la verdad.
-Bajamos, mamá te ha preparado un poco de comida para la noche.
-Es siempre muy mona tu madre.
-Te va a adoptar.
-Ya, casi, reímos.
-Hola Alejandro, dijo mi madre abrazándolo.
-Hola, ¿Cómo estás?