Bajo las luces del juego

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Capítulo 2 – El juego de las miradas

La primera noche fue un caos de maletas, risas y comentarios cruzados. Pero en medio del ruido, Aarón se descubrió buscándola con la vista.

En el desayuno, Elaine entró a la cocina con el cabello suelto y un suéter cómodo. No llevaba maquillaje, pero para él era como si las luces la siguieran.

—Buenos días, Haro —dijo, entregándole una taza de café.

—¿Ahora eres mi mesero? —bromeó ella.

—Solo con clientes especiales.

Se miraron un segundo más de lo necesario. No lo notaron, pero dos de sus compañeros se dieron un codazo, susurrando algo entre risas.

En una prueba física ese día, tuvieron que formar equipos. Por casualidad —o por destino— terminaron juntos. Entre empujones y caídas, se reían como si se conocieran de toda la vida.

—Te vas a tener que acostumbrar —dijo Aarón, ayudándola a levantarse.

—¿A qué? —preguntó ella.

—A que siempre voy a cubrirte las espaldas.

Elaine lo miró fijamente, sin saber qué contestar. Solo sonrió, y el juego continuó.

Esa noche, en el jardín, las miradas se repitieron. Ninguno lo admitía, pero algo empezaba a crecer.




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