La profesora de biología les pidió que se presentaran. El primer chico comenzó. Se colocó en el centro del aula delante de la profesora, su actitud despreocupada y varonil tenía a todas las chicas revueltas.

—Hola, mi nombre es Alex aunque todos me llaman Al —su voz fuerte se robó varios suspiros y malas caras por parte de los chicos—. Me encanta hacer bromas y divertirme —lanzó una pícara sonrisa roba corazones—. Además estoy solito ahora —fingió una carita triste que desordenó a las chicas del salón.
Luna solo bajaba su cabeza y se sonrojaba, su mejor amiga sabía que ella era demasiado tímida y que debía hacer algo antes de que otra fiera se le adelantara. Sin embargo, compartía su mente con otra preocupación: el chico de ojos verdes brillantes. Ella estaba casi segura de que era El Justiciero, aunque esa imagen se le borró cuando el segundo chico se presentó.

—Soy Eithan —dijo con su rostro serio, su voz no tenía nada que ver con la del héroe y su tono tampoco—. Adoro las ciencias y quiero ir a la universidad, tengo talento para la química. No me gustan las bromas ni los jueguitos tontos, a diferencia de mi hermano estoy centrado en mis metas —concluyó cruzado de brazos, haciendo que sus musculosos brazos se marcaran debajo de la camisa del uniforme.
Cloe quedó impresionada, aquel chico autosuficiente no era como el educado y bondadoso de la noche anterior, solo sus ojos se parecían. Un tema decepcionante y realista, no sería simple descubrir la identidad de un joven que expone su vida para salvar a otros. Otra cosa que la dejó incrédula era el hecho de que Al y Eithan fueran hermanos, ya que, no se parecían en nada.
—Muy bien tomen sus puestos —la profesora les señaló con la mano sus asientos y comenzó su clase.
La mañana se hizo más larga de lo habitual, los chicos nuevos se sentaban justo detrás de Luna y Cloe. La rubia no conseguía concentrase y la castaña solo pensaba en el terrible error que cometió al confundir a su héroe con semejante imbécil. Eso no descartaba la duda porque podía estar fingiendo para ocultar su identidad o también podría haber varios chicos con ojos parecidos.
Cuando llegó la hora del almuerzo, el aula entera rodeó a los chicos nuevos haciéndoles preguntas: ¿Cómo era la preparatoria de chicos? ¿Por qué se tuvieron que trasladar? ¿Dónde vivían?, y muchas más, pero como eran tantas voces muy pocas se entendían.
Alex comenzó a hablar sobre sus aventuras y conquistas robándose el papel protagónico mientras Eithan solo se levantó y se disponía a irse cuando Cloe lo interceptó.
—Hola, soy Cloe —lo saludó amablemente.
—¡Quítate! Estoy apurado.
—¡Eh! Pero... —Eithan la empujó a un lado, no fue brusco pero tampoco bondadoso.
La joven estaba que ardía en furia, ¿cómo ese nerd se atrevía a tratarla así? Cerró los puños por la impotencia.
—Me disculpo por mi hermano —dijo Al con notable vergüenza.
—No te preocupes. ¿Siempre es así?
—La verdad, no. Supongo que el cambio de ambiente lo tuene irritado —se encogió de hombros.
—Oye Al, ¿quieres venir con mi amiga Luna y conmigo a almorzar? Creo que tu hermano no tiene hambre por la forma en que salió.
—Aquí entre nosotros —se acercó a ella y susurró—. ¿Tu amiga es la rubia que lee mucho?
—Sí —afirmó Cloe leyendo a través de la pregunta y formando traviesas teorías.
—Es muy linda, la más hermosa del salón... Tú también eres bella, pero...
—Entiendo —lo interrumpió—, ¿puedes esperarnos en la entrada?
—Claro —sonrió y salió del aula.
Cloe agarró su mochila y a Luna. La rubia no separó la vista de su libro imaginándose el perverso plan de su amiga. Ya la había visto de reojo conversando con Al.
Los tres se dirigieron juntos a la cafetería ubicada cruzando el campo de fútbol. Muchos estudiantes los observaron mostrando diferentes reacciones desde caras felices, hasta muecas.
En la cafetería ocuparon la tercera mesa de la izquierda pegada al ventanal de donde se observa con claridad la institución. Cloe va a buscar la comida dejando a Al y Luna sentados en la mesa. Esperaba que entablaran una charla. Cuando regresó la primera vez con dos bandejas notó que Al devoraba a Luna con la mirada y ella estaba a punto de incrustar su rostro contra la madera.
—Aquí tienen. Alégrense de que estoy de buenas haciendo de mesera —Cloe intentó aligerar el ambiente.
—Muchas gracias. ¿Cuál dijiste que era tu nombre?
—Cloe, y creo que no llegué a presentarme debidamente. Lo siento. Ella es Luna —le alzó el rostro a su amiga que estaba completamente roja y pestañeaba con inquietud.
—Es un placer conocerlas.
—Voy a buscar mi comida, sigan conversando —los animó y se retiró.
Seleccionó su alimento con calma, no porque le faltara hambre, sino porque deseaba dejarlos a solas el mayor tiempo posible. Su intento de Cupido se vio afectado cuando Eithan entró en la cafetería. Aunque aparentemente estaba más relajado a ella había dejado de caerle bien. Peor aún cuando se sentó en la mesa junto a su hermano. La castaña ni terminó de escoger qué comer y regresó a su sitio con apenas ensalada y carne.
—¿Estás a dieta? —interrogó Al cuando vio la cantidad.
—Sí —mintió Cloe y le dedicó una sonrisa falsa.
—Voy a buscar mi comida —anunció Eithan.
—Si, yo no pensaba buscártela —Cloe probó su ensalada.
—Tampoco esperaba que lo hicieras —el tono del joven con ella específicamente era cortante.
—Oigan, acaban de conocerse —intervino Al—. Intenten llevarse bien.
—Yo no fui la mal educada —se defendió la castaña.
—Te metiste en mi camino, es de mala educación abordar así a los desconocidos —la acusó el de ojos verdes.
—¡¿Qué?! —chilló y se puso de pie. Luna la sostuvo del brazo intentando calmarla.
—Clo... Cloe... Por favor... Come —dijo tartamudeando.
—Hermano acaba de ir a buscar tu comida —le pidió Al y se puso de pie arrastrándolo hasta la barra.