Invicto
—El día de hoy, se unen dos personas a nuestro instituto. —El profesor deja su maleta encima de su escritorio, poniendo sus manos luego alrededor de su cintura, mirando a cada uno de sus estudiantes. —Me gustaría mucho que les dieran la bienvenida... luego de mi clase.
Y así sin más, empieza a escribir en la pizarra detrás suyo formulas matemáticas, dando comienzo a la clase.
Theo se ríe en voz baja, por lo patético en como ocurrió todo.
—No se preocupen, el Señor Harrison siempre es así. —el chico sentado en la mesa de al frente se voltea a vernos para decir eso, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia.
—Joven Lancaster ¿Tiene algo importante para aportar a la clase? —Interroga el profesor, sin voltearse a ver, continuando escribiendo en la pizarra.
—Por el momento no, pero gracias por la preocupación.
Theo me da un codazo y subo la cabeza del cuaderno, viendo la sonrisa divertida en su rostro.
Así pasan dos horas de clase, en las que el profesor explica la materia a toda velocidad, dándome la oportunidad de ver a Theo entrar en colapso por no entender nada.
—No te rías, serás tú el que me explique todo luego.
—Solo por ese tono, no lo haré.
Se queda parado, perplejo, antes de volver corriendo a mi lado, empezando con sus quejas.
Salimos del aula, para dirigirnos a la siguiente clase.
Arte.
Otras dos horas más, en las que, según la profesora designada, por ser el primer día, podemos dibujar, cualquier cosa que sintamos en el block, algo que exprese lo que sentimos o sencillamente, algo que nos venga a la mente.
Cuando la campana suena, nos ocupamos en bajar de nuevo hasta el patio, donde me vuelvo a sentar contra el tronco, mientras que Theo decide sentarse en la grama.
Vuelvo a sacar el block, queriendo terminar el dibujo que comencé.
—¿Crees que ese tal Luka nos pueda invitar a fiestas?
—Sonaste como un completo antisocial Theo. —Ladeo la cabeza, detallando el boceto más de cerca.
—Muy lejos de la realidad no estás.
Niego con desaprobación, escuchando su falso suspiro lastimero.
Escucho pasos acercándose y sin levantar la mirada, sé que se sienta en junto a Theo en la misma posición.
—¿Les ha ido bien hasta ahora?
—Si te refieres a que tengo más ganas de dormir que, de tocar un cuaderno, entonces sí.
Entablan una conversación, en la voluntariamente no participo. Descanso mi cabeza en el tronco, volviendo a respirar el aire natural, que logra tranquilizar cualquier inquietud dentro de mí.
De un momento, abro los ojos, hasta posarlos en un árbol un tanto alejado, frente a mí.
Ahí en la rama, se encuentra un águila, reposando, sin hacer ruido, solo viendo a su alrededor.
No dejo de observarlo, detallando como sus ojos negros se fijan en mi persona, antes de alzar en vuelo, adentrándose al bosque.
—¿Bastián?
Pestañeo, dirigiendo mi mirada hasta Theo.
—Luka nos acaba de invitar a una fiesta, el sábado.
Volteo hacia el susodicho, que sonríe encantado.
—¿De qué va la fiesta?
Ambos comparten una sonrisa, antes de decir al unísono.
—Carrera.
{***}
La semana transcurrió con normalidad.
Haciendo la misma rutina del lunes, pero está vez, agregando a Theo reclamando por no querer ir al instituto, excusándose diciendo.
"Si la mayoría no va, ¿por qué ir nosotros?"
Pero luego se le pasaba, cuando veía a Luka en la entrada del instituto esperando por nosotros.
Era viernes por la noche, nos encontrábamos cenando en el comedor de nuestra casa, junto con Theo y su familia.
—Apenas una semana, pero la empresa se a acoplado perfectamente con nuestra llegada. —Papá alza la copa, chocándola contra la del señor Folker, en un gesto de celebración.
—No nos ha podido ir mejor, los cambios que hemos hecho solo han aumentado las acciones, y cada vez llegan más empresarios queriendo unirse a nosotros. —La señora Folker deposita un beso en la mejilla de su esposo.
Papá comenta todos los sucesos de esta semana en su trabajo, en un tono entusiasta, con un poco más de alegría de la necesaria por las copas de alcohol ingeridas. Mamá no deja de verlo con orgullo, encantada con el ánimo de su esposo.
Cuando la cena termina, luego de habernos sometido a un interrogatorio respecto a nuestros estudios en general, Theo decide hablar.
—Resulta que conocimos a una persona, se llama Luka y es sobrino del director. —Intercala la mirada entre los cuatro adultos que le prestan su total atención. —Estuve hablando el lunes con él y nos invitó a una fiesta que habrá mañana.
—¿Irás a una fiesta? —Los ojos de mamá se iluminan cuando me ve, esperanzada por mi respuesta.
—No por voluntad propia, eso es seguro.
—Eso no importa. —le resta importancia a mi comentario, antes de enfocarse de nuevo en Theo. —El alcalde nos invitó a una fiesta que celebrará todo el pueblo mañana.
—Eso me dijo, ustedes los adultos junto con los niños estará ahí, mientras que nosotros estaremos en la otra ¿se puede?
Entrecierro los ojos hacia papá, pidiéndole silenciosamente que diga que no.
Pero la sonrisa creciendo en su rostro, es una clara respuesta, de que no dirá lo que pido.
—Por supuesto que sí, ¿Cierto Connor?
—Cierto. —Dice la mamá de Theo en su lugar, brillando de alegría ante la idea.
—No.
Todos giramos al mismo tiempo hacia Cloe, que se encuentra con el ceño fruncido.
Le extiendo la mano bajo la mesa, sintiendo como las choca con la suya, sin dejar de mirar a todos con el mismo gesto.
—¿Cómo? ¿Por qué no?
—Primero, no quiero ir a ninguna fiesta. —Enumera con su pequeño dedo. —Segundo, no quiero que Bastián también vaya a esa fiesta.