Bastián
—¿Qué haces tú aquí? —Camino sorprendido, hacia él, que se encuentra relajado en la silla acolchada que está afuera, con algún tipo de coctel en la mano.
¿Cuándo tuvo el tiempo de hacerse eso? y ¿Con qué?
—¿Qué pasa idiota? Luces muy sorprendido, ¿Acaso no me extrañaste? Porque podemos solucionar eso con unos buenos golpes, a ver si cambias de opinión. —Se gira hacia mí, sin abandonar su postura cómoda en la silla. Theo siempre tan cariñoso.
—O con unos buenos besos, no me molestan ninguna de las dos opciones. —Me giro, sin salir de la sorpresa hacia la voz que viene desde el cuarto que hace de closet. Connor saliendo con una colonia que ya doy por olvidada por la sonrisa satisfecha de su cara.
—Un beso de cinco no me molestaría, sería mi primera vez, aprovechen y quítenme la virginidad de beso. —Comenta Enzo, entrando por la puerta, cargando con varias bolsas de frituras contra su pecho, para que no se le caigan ninguna, seguido de Enzo, que entra con dos paquetes de seis cervezas en cada mano.
—Okey, veamos. Voy a suponer que ustedes dos están saqueando la despensa por todas las cosas que llevan encima. —Sueltan una risa que confirma mis sospechas. Me giro hacia Connor y se me adelanta.
—Ni creas que te la devolveré. Huele increíble y es nueva. —Dice sin despegar la mirada del envase de colonia.
Suelto un suspiro cansino, pero sin evitar la sonrisa que adorna mi rostro.
—Por cierto— Se levanta Theo de la silla y se acerca la esquina de la pared que no puedo ver por el lugar en el que estoy parado. —Trajimos Adler, lo encontré un día tocando tu ventana con insistencia, supongo porque no sabía donde estabas. —Entra en el cuarto con el pequeño águila en su brazo, que rápidamente vuela hasta posarse en el mío cuando lo estiro para que se pose en él.
—¿Cuándo llegaron?
—Luego de que salieras a llevar a Cloe, nosotros ya estábamos de aquí con el taxi. Cuando llegaste para cambiar la moto por el carro ya nosotros estábamos dentro de la casa. Tú mamá nos dijo lo que ibas a hacer hoy, así que aprovechamos ese tiempo en que no ibas a estar para vagabundear por la casa. —Me explica Enzo, cómodo en la cama comiendo de sus papitas, mientras yo acaricio la pequeña cabeza de Adler.
—¿Cuánto se quedarán? —Me acerco a la bolsa de papitas para agarrar un poco, pero me la arrebatan antes de que pueda tocar la bolsa.
—¿Cómo que, cuanto se quedarán? Acabamos de llegar y ¿Ya quieres que nos vayamos?
Ruedo los ojos, con un coro de sonidos indignados de fondo.
—No me refería a eso idiota. Deja tu drama.
—Entonces no preguntes eso, hieres nuestros sentimientos.
—Es increíble que no dures un minuto sin ser dramático.
—Deberías de estar acostumbrado. —Me ofrece la bolsa y no dudo de agarrar un poco.
—Muy bien, que haremos ahora—Habla Scott por primera vez, dando un trago a su cerveza.
Veo la hora en el reloj de mi muñeca, noto que aún me quedan cuatro horas para tener que ir a buscar a Cloe.
—Aún tengo unas horas antes de tener que ir a buscar a Cloe.
—Muy bien, una pequeña partida de pool en esa hermosa mesa que tienes sería excelente. Luego podemos ver alguna película y buscar a Cloe de último.
—Si si. Necesito jugar en esa mesa. —Salta fuera de la cama Enzo, ante las palabras de Scott.
—¿Ya vieron toda la casa?
—Ah no, nos íbamos a quedar sacándonos los mocos, esperando a que llegaras. Obvio la vimos toda tarado. —Sarcástico como siempre Connor. Todo rastro de alegría se va de mi rostro, suplantándolo por mi seño fruncido completamente, y mi mirada seria y molesta.
—Primera y ultima vez que te lo digo Connor, controla esa boca cuando te diriges a mí.
El también borra su sonrisa y baja la cabeza ante mi tono.
—Perdón.
—Si la vimos. También dejamos nuestras cosas en nuestras habitaciones. —Trata de aligerar el ambiente Theo.
—Sus habitaciones ¿eh? —Me cruzo de brazos, aún serio, pero sin estar enojado.
—Obvio. Me sentí insultado cuando tu mamá dijo que había suficientes habitaciones para “invitados” —Hace comillas con sus dedos con la ultima palabra, diciéndola con tono dolido. —De “invitados” Bastián. La corregí por unos largos minutos diciéndole que no éramos invitados, si no familia. Me dolió aún mas ver que no estaban decoradas. Tu mamá ya no nos quiere— Coloca su cabeza en mi pecho, soltando falsos sollozos, pero rápidamente la alza con una sonrisa. —Pero eso no importa, porque trajimos nuestra propia decoración, que ya nos encargamos de colocar. —Alza la barbilla orgulloso y satisfecho con su idea.
Yo estallo en una fuerte carcajada, que provoca que los demás también suelten una.
Camino a la terraza de mi habitación, aún regulando mi respirar. Poso a Adler en la barandilla y vuelvo a entrar.
—Vamos a esa dichosa mesa de pool tontos.
{***}
Mete la bola 8
Dejo inmediatamente el taco en la mesa, sin expresión en la cara, pero por dentro mi ego crece y crece.
¿Puede ser más grande de lo que ya es?
Oh, claro que puede.
Esta es la quinta partida que salgo ganador, significa, si, que he vencido a los cinco perdedores de mis amigos.
Lo de siempre
—Menos mal no juego contra ti con público. Sería una gran humillación para mí. —Se rinde Scott, el resto emitiendo sonidos de afirmación.
Me quedo apoyado en la pared, con las manos dentro de los bolsillos de mi oscuro pantalón, viendo como vuelven a arreglar las bolas para una última jugada entre ellos.
Subo las escaleras que conecta la sala de juegos con la sala de visitas del piso de arriba sin emitir palabra hacia la cocina, para buscar un vaso de agua.