Bastián

Capítulo VIII

Bastián.

 

Mi madre sigue esperando una respuesta, y no nos dejará ir hasta que nos dignemos a abrir la boca.

Literalmente, está parada en medio de la puerta de la cocina, con los brazos cruzados, obstaculizando el camino.

—No sé si sería capaz de matarlos, pero podría intentarlo, porque ganas, ahora mismo, no me faltan.

—Señora König, preciosa dama, bella luz que alumbra nuestros días ¿No le parece que se está confundiendo? —Connor llega hasta ella y la abraza por la espalda. —Creo que lo que usted quiere es abrazarnos y llenarnos de cariño ¿No lo cree usted así?

—Tú mismo lo dijiste Señora König, aleja tus manos de mi mujer—Llega mi papá por detrás y le da un golpe en la nuca, antes de agarrarlo de la camisa y separarlo de su esposa. —Buenos días querida. —Y eso es todo para que mi mamá se relaje en los brazos de mi padre. —¿Hicieron algo los muchachos para que estés molesta?

—¿Acaso no escuchaste la bulla que hacían? Estuvieron persiguiéndose por toda la casa. —Y ya vuelve a estar molesta, mirándonos como si quisiera matarnos.

Theo por supuesto, para “tratar” de calamar su humor, le manda un beso.

Que tipo tan suicida.

—Theo, querido. Si piensas seguir durmiendo en mi casa, te recomendaría dejar de provocarme y de ahora en adelante dormir con un ojo abierto. —Voz dulce como siempre, sus palabras sinceras hacen que Theo se cague del miedo en su lugar.

—Si señora, disculpe señora.

—Así me gusta.

Linda, nosotros ya estábamos despiertos y sabes que Cloe no se va a despertar, no importa el ruido que hagan, así que no estés tan molesta. —Mi padre empieza a repartir besos por su cuello. Todos nosotros terminamos haciendo una mueca de asco por la escena que están ofreciendo.

—Ay Dios, su cuarto lo tienen aquí mismo, no es necesario hacer esto frente a nosotros.

—Si van a comer frente a los pobres al menos inviten.

Miro rápidamente hacia Enzo, que habló a la misma vez que yo.

—Te sugiero que cierres la boca idiota. —Siseo entre dientes, dándole una mirada que no dice más que le voy a romper la cara a golpes, él al entender levanta las manos en señal de rendición y da dos pasos hacia atrás, tomando la mayor distancia que sea posible.

—Correcto ¿Ya nos podemos ir o tenemos que seguir viéndolos?

—Oh por poco me olvidaba de ustedes. —Todos dirigimos nuestras miradas hacia Enzo, por atraer la atención de mamá. —Limpiarán todos los pisos por los que corrieron, sin peros ni quejas ¿Entendido?

—Si señora.

—Muy bien, ahora salgan de mi vista. —Sacude la mano y ellos rápidamente desaparecen de la cocina.

Me doy la vuelta y me dirijo hacia la máquina de café para empezar a hacerlo.

—Así que Scott es pasivo ¿eh?

—¡Eso no es verdad! —Grita el aludido desde la sala de estar y los muchachos estallan en carcajadas.

—¿Por qué dices eso Linda? —Mi padre se había detenido un minuto, sorprendido por el comentario de mamá.

—Eso fue lo que dijeron los muchachos, y yo solo preguntaba si era cierto o no.

—¡Pues no es cierto Señora König!

Mis padres me ven ahora a mí, en busca de alguna respuesta.

Lo estaba castigando por haberme despertado. Scott en vez de quejarse de dolor, gimió —Me encojo de hombro y voy hacia la nevera, restándole completamente importancia al asunto.

Los muchachos se vuelven a reír. Mis padres se miran entre ellos y también se echan a reír, pero no pasa mucho tiempo para que mamá salga y se reúna con los chicos.

—Más les vale no molestar a Scott con esto…—después de eso la dejo de escuchar, parece que les está hablando en susurros. Ella vuelve a la cocina y empieza a preparar el desayuno.

—¿Qué les dijiste?

—Nada cielo—Le sonríe inocentemente a papá y vuelve a lo que estaba.

Papá y yo compartimos una sonrisa y asentimos, sabiendo muy bien lo que ella les pudo haber dicho.

—Querida, espero que si les llegas a pegar no sea con la chancla que te regaló tu mamá, esa duele demasiado.

—No, como crees, yo no haría eso.

—Es bueno que Cloe no te escuche. No dejaría que la regañarás por decir mentiras más nunca.

—Tienes razón, lo siento —Me mira arrepentida

Asiento y salgo de la cocina con café en mano.

Subo las escaleras para llegar a mi habitación.

Entro y encuentro a Adler nuevamente en mi balcón, me dirijo hacia él, no sin antes agarrar en envase con su comida.

Abro la puerta de vidrio, Los rayos de sol me reciben, junto con el aire fresco del bosque. Dejo la comida en la baranda y empieza a picotearla. Me quedo a su lado, apoyando los brazos en el mismo lugar y cerrando los ojos, permitiéndome absorber el calor que proyecta el sol, llevando de vez en cuando la taza de café a mis labios.

Mi mente se aleja del mundo real, empieza a imaginar escenas, palabras, historias. Lo que he estado viendo últimamente llega a mi cabeza, las letras en el televisor de Theo, la harina en la cocina.

Lamo una gota de café de mi labio y suspiro, debo empezar a conseguir respuestas, pero no sé dónde empezar a buscarlas.

—He estado viendo cosas Adler. —Me volteo hacia él. Deja de picotear la comida y me devuelve la mirada. —Escuchando susurros, palabras que no logro entender.

Luego, salgo de mi habitación, sin más nada que agregar.

{***}

Llegó el día.

Pasamos todo el viernes dentro de casa, luego de limpiar la casa como nos había dicho mamá, dejando los pisos brillantes para que pudiera ver su reflejo en ellos, nos la pasamos viendo películas o pasando el tiempo en la sala de juego.

El sábado estuvimos todos juntos, haciendo cualquier cosa que se nos ocurriera, dentro o fuera de casa, porque el domingo en la mañana, tuvimos que despedirnos, cuando ya era la hora de que regresaran a casa.



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En el texto hay: angelesydemonios, poderes, grupodeamigos

Editado: 28.08.2021

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