Beloved

Capítulo 1

¿Por qué existe bullying siendo que nadie es perfecto?

Eso jamás lo voy a poder responder, pero sí puedo asegurar algo...Tuve un día de mierda y eso queda corto. Primero me cortaron los audífonos, segundo me rajaron la polera y tercero, pero ¡Peor! Me pegaron chicle en el pelo por lo que tuve que cortarlo.

Si me explico mejor, antes lo tenía hasta los muslos y ahora tengo el corte de Dora la exploradora. Supongo que no podre volver a usar mis cintas de cabello por un tiempo. Aparte, si le sumo mi estatura... ¡Me parezco a Lord Farquaad!

Llego a mi casa frustrada y hastiada de mi día. Tanto es así, que lanzo mi mochila a uno de los sillones que se encuentran cerca de mí. Lo que es un problema para mi si contamos con el hecho de que la sala de estar y el comedor se encuentran en el mismo espacio. Esto no me ayuda mucho si consideramos el tema de que al cruzar la puerta lo que primero veo, es a mi padre sentado leyendo el periódico en una silla.

— Hija, ¿Qué te pasó?

Pregunta al acercarse y a examinarme de pies a cabeza. Me quedo callada y me evado su pregunta para ir al patio de la casa, donde me espera mi amado y fiel amigo peludo/ Nico quien me recibe con todo su amor y le acaricio la cabeza.

— ¿Cómo te portaste? — Le pregunto con una sonrisa, pero él solo se recuesta en el suelo y con sus patitas se tapa los ojos — Ese es mi bebé.

Nos entramos a la casa, obviamente mi papá se enoja porque resulta que Nico enterró sus zapatos en dónde dios sabe dónde y lo tenía castigado. Luego de unas insistencias y unas caritas se rinde y le da unas palmaditas en la cabeza.

— Me voy a la clínica, ya sabes las reglas — Me dice mirando fijamente al Nico y a mí.

— Ya sé, no quemar ni inundar la casa, nada de experimentos científicos y si pasa algo tengo tu número en el celular — Enumero con mis bellísimos dedos.

Él contento con mi respuesta, me dice que invitó a Alexa y a Victoria para que me hagan compañía. Le agradezco y me despido de él con un abrazo y un beso en su mejilla. Luego aprovecho mis pocos momentos de soledad para sentarme sobre el sofá y comenzar a reflexionar sobre mi día.

¿Saben? A mí no me pega el papel de la pobre chica abusada o cosas así.

Cuando empezó todo esto del acoso escolar no era nada más que una niña que acaba de llegar a Chile y que no tenía muchos amigos. Sin embargo, a pesar de todo eso y de que muchos me aislaron, logré salir adelante luego de muchos porrazos y sufrimiento.

Me considero alguien bastante sociable hasta cierto punto e intento evitar juzgar a alguien antes de conocerlo para no hacerlo pasar por lo mismo que yo he vivido, pero aún así... Siempre hay personas que vienen a atacarme sin razón lógica. Me gritan cosas horribles y me lanzan objetos con la excusa de que me lo merezco por mi sexualidad. Lo sé, a mí también me parece estúpido que ese sea su motivo para agredirme...

Muchas veces he contenido las lágrimas y me he hecho la fuerte frente a los demás para no demostrar que hay palabras que si logran herirme. Mi batalla contra cierta clase de personas es algo constante y agotador con lo que he tenido que cargar desde hace ya muchos años. Sin embargo, cuando logré definirme a mí misma y comencé a amar lo que soy. Muchas cosas en mi punto de vista cambiaron.

Si una persona me dice cosas crueles y muy hirientes me detengo a pensar en sus palabras y luego miro a esa persona como si no fuese nada. Entendí que en este mundo hay mucha gente mal intencionada e insegura que intenta hacerse sentir mejor a sí misma a través del maltrato hacia otras personas... Solo espero que el tiempo y la madurez les permita ver su error.

Volviendo al tema principal, me quedo contemplando mi alrededor con los codos apoyados en mis piernas. Mi vista pasa de los sillones color crema a las decoraciones metálicas que se encuentran sobre las mesitas de café circulares. Observo las lámparas, la pared de madera y los cuadros que se encuentran en esta haciendo resaltar el elegante comedor.

Pasados unos minutos de completo silencio llega el par con un tarro de papitas, dulces, una pizza y una Pepsi en los brazos, pero que manjar...

— Servicio de consuelos para maracas hermosas — Anuncia Victoria, me río y las dejo pasar a la casa — ¡Nico!

Las veo correr hasta la cocina con la comida para salvarse de mi perro, pero alcanzando a dejar los platillos sobre la encimera son alcanzadas y derribadas.

No sé si es solo en Chile o así le dicen en sus países, pero aquí le suelen decir "maraca" a las prostitutas o chicas fáciles.

— Jajaja — Las veo sufrir un rato para después ayudar. Como nos encontramos en pleno invierno nos quedamos adentro viendo "El conjuro" — No te quedes dormida, no te quedes dormida — Ninguna se quiere mover del miedo <RIIING> suena la weá de timbre gozando provocarnos un micro infarto.

— ¡AHHHHH TIMBRE DE MIERDA! — Me paro más enojada y con una cara igualita a la de Óscar de Plaza Sésamo para pausar la película y abrir la puerta.

— Tiene un minuto para hablar de la pala...

< ¡PAH!>

Les cierro la puerta en plena nariz y me devuelvo al sofá con las chiquillas — Testigos culiaos — Mascullo mientras me siento y le doy play a la película.

No malentiendan, les tengo respeto y amor a todas las religiones. De hecho, normalmente tengo la paciencia para escuchar su charla de hora y media, es más, les meto conversa para que se vayan felices. No obstante, hoy no me encuentro de ánimos para su charla.

Me vuelvo a meter en la manta que nos arropa a mis amigas y a mí para concentrarme en la televisión. Sin embargo, confieso que de vez en cuando miro el pasillo que da directo a la cocina, al baño o a la habitación de mi padre. Ya veo aparece una sombra por ahí, ¡Dios! Me muero en ese mismo momento...

Ya con el avanzar de los minutos la película termina dejándonos con el corazón en la garganta, ¿Y me podrían creer que de la nada se fue la luz? Osea, más mala suerte no se puede tener.




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