Beloved

Capítulo 9

A la mañana siguiente me levanto más temprano de lo usual y dejo todo preparado para cuando mi papá llegue, dejando una nota sobre una encimera de la cocina me voy al liceo sin dejar nada incompleto.

Mi camino de camino hacia la cárcel educativa es un tanto aburrido y sin nada nuevo. Los autos pasan, los animales que se encuentran en los patios de las casas ladran y veo uno que otro infante pasar corriendo junto a sus amigos con sus mini mochilas en sus espaldas.

 Ya habiendo llegado a mi destino, paso enfrente de la inspectoría y cruzo el corredor que une el exterior con el patio de la edificación. Veo a muchos de mis compañeros caminando de un lado a otro mientras conversan o se pasan los cuadernos porque seguramente no hicieron una tarea. A la salida de los baños veo al grupo de la Mónica y a la misma maraca mirándome fijamente. Obviamente como no tiene nada mejor que hacer con sus vidas, se acercan a mí y me jalan de mochila.

— Hola perrita — Saluda la colorina.

— Hola Shenzi María.

Una de sus amigas entiende la referencia y le dice que la comparé con una hiena, intenta golpearme pero me zafo fácilmente de su agarre y evito que su rodilla impacte en mi estómago.

— Lo siento linda, pero no hoy estoy de ánimos para soportarte — Camino en reversa con una sonrisa en mis labios, hago un gesto de paz con la mano y continuó mi caminar por los pasillos del liceo.

Ya sonado el timbre y habiendo comenzado el primer bloque, me encuentro sentada en mi lugar dejo que mi mano sujete mi mentón mientras mi mirada se mantiene fija en el pizarrón. El profesor decidió que hoy veríamos una película a nuestra elección, así que ahora nos encontramos a la mitad de "La autopsia de Jane Doe".

Estando justo en la parte donde hay más bulla, me llega un mensaje de Evan.

"Buenos días muyaya"

Aprovechándome de la oscuridad del lugar, meto mi celular bajo la parrilla de mi mesa y comienzo a mensajear discretamente, desactivo las notificaciones y la vibración para que todo pase desapercibido. Sin embargo, al rato el profe me atrapa con las manos en la masa y me manda para afuera de la sala diciendo "si tanto quiere mensajearse con su novio, váyase para afuera". 

Con una cara de "arrepentimiento" me salgo del aula y comienzo a caminar de un lado a otro hasta que decido tomar una desviación hacia la derecha para así escabullirme a la biblioteca.

Golpeo suavemente la puerta de madera y luego me abro paso hasta quedar de pie frente al escritorio de recepción. Saludando a la Tía Marta (la encargada de la biblioteca) le pido permiso y le cuento mi triste historia. Con un ataque de risa, ella me deja pasar diciéndome "escóndete en el pasillo del renacimiento, nadie va para allá".

Intercambiando miradas cómplices retomo mi paso y avanzo de pasillo en pasillo mientras leo los nombres que aparecen en los carteles que cuelgan desde el techo. Son muchas estanterías repletas de libros con tapas coloridas o muy sombrías, con interesantes títulos que llaman la atención de quien se les quede mirando. 

A lo lejos puedo ver el área de lectura, por suerte no hay nadie acomodado en los escritorios, lo que me permite atravesar el lugar hasta poder adentrarme en el pasillo renacentista, aquí no llega iluminación directa de la ventana, está un poco más oscuro y tranquilo; lo que me parece perfecto. 

Sentándome como indio en el suelo, saco el celular de mi bolsillo y continuó mi conversación con el muchacho español...

"Oye Neo te tengo unas preguntas: Primero ¿Qué cosas te gustan de tu país?"

Respondo cada pregunta con una sonrisa, nuestra conversación se hace larga, pero termina cuando el timbre suena indicando que comienza el recreo.

— Muy bien, veamos que están haciendo esos weones — Despidiéndome de la Tía salgo de la biblioteca y retomo mi camino hacia mi salón, pero cuando voy pasando frente a la enfermería choco contra alguien — Mierda.

Caigo de trasero al suelo, pero siempre digna weón. Me paró rápido y me sacudo el polvo de la falda — Lo siento, ¿Estás bien? — Frente a mí hay un tipo vestido de enfermero, por su placa de identificación supongo que es un practicante.

— Sí, tranquilo — Le sonrío y paso totalmente de cualquier embrollo.

Camino por los pasillos del segundo piso y tomo las escaleras para ir a donde están mis amigo, pero al llegar al aula veo a cierto chico de piel bronceada y de ojos cafés gritando sobre la mesa de la Victoria— ¿Qué onda? — Que son enfermos, en este momento todos están jugando a los dinosaurios y el Camilo es su líder.

Me explico mejor, todos están con los brazos recogidos y un tanto encorvados mientras hacen ruidos — No intentaría comprenderlos si fuera tú.

La dueña de la mesa que está siendo pisada en estos momentos se pone a mi lado. Yo la miro con detenimiento unos segundos. Su piel ligeramente bronceada, su cabello largo y teñido al estilo californiano, sus labios ligeramente pintados y sus ojos color miel la hacen ver sumamente hermosa... Dejando eso de lado, salto sobre la mesa más cercana e imito lo que están haciendo los chiquillos — Puta que erí.

Estallo a carcajadas, pero luego retomó mi dinosauresca posición y sigo molestando con los cabros. Llegamos a un punto en que quedo sobre la mesa del profe y ellos abajo, todos gritamos como seres jurásicos y los que están en la sala se nos unen. Para cuando llega el profesor para la siguiente clase todos nos quedamos mirándolo fijamente y por unos breves segundos reina un horrible silencio en la sala.

— Ustedes olvidaron dónde están — Todos nos quedamos callados y esperamos que nos reten —¡En Jurasic Park! — El profe nos imita y todos gritamos "¡Eeeeh!"

Gozamos un buen rato de juegos, pero después retomamos la compostura y empezamos la siguiente clase... Música.

Algunos se ponen a cantar "Soy un dinosaurio y me llamo Anacleto" y los que ya dimos la prueba nos ponemos a jugar a los Jedi perdiendo así toda la hora.




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