Beloved

Capítulo 17

Pocos días han transcurrido desde mi llegada a Alemania, podría decir que todo ha estado muy tranquilo de no ser por el vecino.

Llevo seis días aquí y puedo asegurar que todas las noches tiene las medias fiestas al lado. Me tiene harta con el volumen de la música y me preocupa que mis abuelos no puedan descansar correctamente.

— Una más y voy a hablar con ese imbécil — Estoy en una llamada de skype con los chiquillos, son las doce de la noche aquí, no puede ser tan inconsciente ese weón.

Un bajo hace temblar mi cama — Ya, ahí quedó la Neo simpática.

Corto la llamada y cierro el computador para bajar hecha una furia. Me asomo a la puerta de mis abuelos y los veo con la televisión prendida mientras se abrazan, sus ojeras son el detonante que me faltaba para actuar.

— Que la maldad me acompañe y que el velo oscuro de la noche me proteja.

Agarro mi polar negro y salgo por el patio trasero de la casa. Se que lo que voy a hacer es Heavy y que puedo tener problemas con la ley, así que mejor hago las cosas bien.

Mirando para todos lados y asegurándome de que mi papá no me cache, me meto en el cobertizo de mi abuelo. Encontrando aquello que tanto deseo lo tomo y me voy de auto en auto hasta quedar en la casa del frente — Ay, ¡¿Dios por qué estoy haciendo esto?! — Como si fuera una respuesta de parte del supremo, un bajo hace que me vibren hasta las tripas.

Con mucho cuidado me cuelo por su casa y voy hasta su caja de fusibles que por suerte la tiene en una caseta en el patio trasero de su casa. Cerciorándome de que no haya nadie alrededor me meto rápidamente, con la velocidad de un rayo me aseguro de sacar los fusibles y romperlos que pueda antes de salir corriendo en dirección a la montaña.

A lo lejos escucho los gritos del vecino junto los de sus invitados, lo subsiguiente es verlos salir y ser perseguida por al menos dos horas debido a que buscan al causante de la pérdida de los fusibles.

— Allá voy — Bajando con velocidad vuelvo a la casa del vecino (se quedó atrás perdido junto a sus amigos), llevando a cabo la segunda fase de mi plan — Diosito perdóname por lo que voy a hacer.

Agarrando el tarro de pintura que dejé escondido cerca del cobertizo del vecino, comienzo a manchar los autos de los invitados y el de él (tranquilos la pintura se sale... Luego de seis semanas). Ya con mi obra de arte completa corro por la carretera hasta llegar a los pies de una montaña que queda cerca, por seguridad de mi familia he decidido pasar aquí toda la noche. El frío y la nieve no son muy buenas compañeras, pero comparado con otros días está bastante aguantable.

Me cuesta pasar la noche, pero lo logro. Cagá de frío y asegurándome de no ser vista por nadie, vuelvo a mi casa.

 — Neo — La bienvenida de Terminator me dice lo mucho que estoy en problemas — ¿Dónde estuviste toda la noche? — Intento responder, pero un estornudo me detiene. Mi papá se acerca y toca mi cabeza — ¡Neo estás ardiendo!

— Buenos días muchachos — Mis abuelos se ven descansados, mi trabajo valió la pena — Neo ve a acostarte mientras yo preparo la tina — Mi abuelo me pone una manta sobre los hombros y me acompaña hasta mi habitación.

— Si la policía pregunta, yo nunca tuve pintura de color rojo — Quedo perpleja ante su comentario — Te vi corriendo de un lado a otro mientras lanzabas pintura a los autos.

Se ríe con mucha fuerza, podemos escuchar los gritos, protestas y un "¡MI AUTO!" del vecino y de sus amigos que seguramente recién lograron bajar de la montaña — Dulce, dulce música para mis oídos.

Al poco rato mi abuela llega y me indica que me vaya a dar un baño con agua tibia, al voltear la cabeza unos breves segundos veo a mi abuelo levantando su pulgar... Muchos creen que somos una familia completamente pacífica, pero quienes logran sacar a los Schäfer de sus casillas se dan cuenta de que tanta es su maldad interior.

Después de un baño y de volver a la cama mis abuelos y mi papá se ponen de acuerdo para dejarme recostada hasta que me mejore. Llegada la tarde no puedo dejar de toser, estornudo a cada minuto y tengo dificultades para respirar... No me arrepiento de nada.

— Neo Arabela Rossi Schäfer — Ahora me estoy comiendo EL sermón de parte de Evan — ¿Qué te pedí por favor que no hicieras? — Con la tos de perro que tengo con suerte puedo dar respuestas, pero le muestro con la cámara del computador la casa de mi vecino — ¿Cómo es que pudiste hacerlo? — Se tapa el rostro y luego suelta un suspiro.

— Lo hice de noche — Con suerte puedo hablar. Tengo la voz tan ronca que me llega a doler la garganta — Y no hice gran daño — Alza una ceja, me está mirando feo.

— Lo que hiciste estuvo mal y no hay excusas para eso.

De poco a poco nuestra conversación se transforma a una discusión, llega al punto donde ambos gritamos y luego cortamos la llamada furiosos. Pongo mis manos en mi cabeza al apoyar mis codos sobre el computador, en estos momentos comienzo a debatirme si hice bien en pintar los autos y cortarle la luz al vecino.

 

Mi cuarentena obligatoria no es tan larga y tediosa gracias a las visitas de mi abuelo y del Nico. A pesar de que mi papá lo viene a sacar, él vuelve y se hace bollito a mi lado. Agregadas las videollamadas con mis amigos y con la Milen.

Riéndonos de trivialidades comenzamos a hablar de gastronomía. Según ella la comida de Italia es la mejor del mundo, pero para mí ningún país es el mejor; todos cocinan delicioso y ya. Comentamos nuestros planes para navidad y año nuevo, va a pasar las fechas con su familia.

Tal parece que su vida es muy interesante, hace montañismo, descenso, le gusta andar en motocicleta y le encantan los deportes extremos. Diría que es la amiga que siempre estuve buscando, pero eso sería despreciar a mis amigas y aparte no le gusta el anime.

— Me perdiste — Hablando por videollamada nos entretenemos bastante — No puedo creer que no te guste el anime — Llevo una mano a mi rostro mientras me río.




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