Beloved

Capítulo 21

— Ay, Dios — Mi conciencia me está carcomiendo desde lo más interno de mi ser.

— ¿Neo estás ahí? — Respondo con velocidad para evitar que entren a mi habitación.

— Sí, me doy una ducha y bajo — Me siento al borde de mi cama y mantengo mi mirada fija en el suelo... No podré mirar a Evan a la cara.

Soltando un gran suspiro al aire me levanto y voy hacia mi maleta para sacar la ropa que usaré el día de hoy — Está bien, pero es mejor que te apures, si no el duende se va a comer tu desayuno — Sé muy bien que mi primo se refiere al Roth, río al imaginar a ese enano peleando con Blaz para ver quién se come mi desayuno.

Ese sueño se sintió tan real, que olvidé por completo que mi padre ya volvió a Chile y que ahora me encuentro con mis abuelos y mis primos en Alemania, que, a diferencia de mis primos en Italia, estudian en casa.

Volviendo a la narrativa, salgo de mi habitación con mis cosas en las manos y paso directamente al baño del segundo piso.

— No puede ser — Miro mi reflejo en el espejo y me sorprendo al ver mis labios, tienen unos moretones en los que se puede distinguir perfectamente la curvatura de cuando estos son mordidos — Lo que me hacía falta.

Estoy molesta conmigo misma, ¿Cómo puede ser que sueñe esas cosas? Y si sumamos el hecho de que mordí mis labios inconscientemente mientras dormía, peor me veo en esta situación.

Doy el agua y me meto bajo la ducha, no importa cuánto me esfuerce en olvidar ese sueño, no puedo hacerlo.

Al salir del agua, secarme y vestirme, salgo del baño y bajo directamente a la cocina; como era de esperar el Blaz se está comiendo mi cereal — ¡Suéltalo weón! — Mi primo se me queda mirando y luego sale corriendo con la caja en la mano — Te detesto — Comento antes de caminar hasta la cocina, abrir una de las alacenas y sacar una caja de galletas que tenemos escondida con mi abuelo.

Hago un chocolate caliente y un té, los pongo en una bandeja junto a unos agregados por si acaso y comienzo a poner en marcha mi plan. Moviéndome con cautela me escabullo hasta la habitación de mis abuelos y dejo la bandeja sobre la cómoda — Abuelo — Toco su brazo y él despierta, le muestro la caja de galletas que escondí en mi polerón y él sonríe.

Encendemos la televisión y nos servimos nuestras bebidas calientes para disfrutar unas caricaturas entre abuelo y nieta. Nos encontramos tranquilamente sentados en la cama con una manta sobre los pies cuando alguien golpea la ventana, es el Blaz y nos está recriminando con la mirada.

— Eso no se hace, le voy a decir a la abuela — Mi abuelo le levanta el dedo de al medio y luego va a cerrar las persianas, me río con fuerza al ver la reacción del anciano, esperaba de todo menos eso — ¡Esto no se va a quedar así!

— ¡Me vale! — Grito y subo el volumen de la televisión.

Tenemos una hora de paz y tranquilidad hasta que sentimos que un auto llega — ¡Neo esconde la evidencia! — Corro de un lado a otro hasta que por fin logro ocultar la dichosa caja de galletas, aunque ya no queda ni una.

Alcanzo a hacerlo a tiempo porque justo después mi abuela entró a la habitación diciendo que mi primo le dijo que lo dejamos afuera y que nos estábamos comiendo un paquete de galletas sin compartirle ni una sola.

Con mi abuelo nos miramos de una forma en la que parezca que no entendemos a que se refiere y luego la miramos a ella — Creo que el niño se está imaginando cosas de nuevo — Mi abuela pregunta que entonces porqué tenemos las cortinas cerradas — Las cortinas son térmicas y hace frío.

Somos examinados por la mirada de la veterana, pero su expresión cambia de una de molestia a una amable — Tienes razón, lo encontré con la caja del cereal de Neo — Yo la miro y me levanto de la cama.

— ¿Se puede saber dónde dejó la caja? — Mi pregunta es respondida de la siguiente forma "Escondida en el patio" — Con permiso — Salgo de la habitación y voy directamente al patio trasero de la casa — ¡Date por muerto maldito roedor!

Hay una gigantesca capa de nieve cubriendo el suelo — ¡Te deseo suerte encontrando tu caja! — Puedo escuchar claramente sus carcajadas.

Lo pienso unos segundos ¿Realmente vale la pena que me hunda en la nieve para salvar mi caja de cereales? Sí, por la comida todo weón.

Me lanzo como estrella a la nieve y comienzo a buscar mis cereales, que luego de media hora los encuentro — Blaz culiaó — Entro temblando a la casa, pero llevo mi premio en mis manos.

— Pareces trasero de mono babuino — Dice mi tío al pasar a mi lado, mi abuela no tarda en aparecer y revisarme por completo, llama a mi tía y pide que le traiga algunas cosas.

Obviamente me llevo la gracia del reto y de las curaciones chamánicas de abuelitas, pero más allá de eso, no pasa nada. La peor parte se la llevó el Blaz, ahora tiene un lindo huevito en la cabeza debido al coscorrón que le dio mi tía.

Ahora tengo la cara roja como un tomate, pero no pasa a mayores, me hubiese podido quemar la piel y eso sí que duele. Luego de unos cuantos minutos de paz y tranquilidad una llamada llega a mi teléfono, "Evan"

Hay una discusión en mi cerebro para decidir si contestar o no, el ganador es el no; necesito un tiempo para pensar mejor las cosas. Con la búsqueda y el rato en familia había olvidado por completo el sueño, me siento una cobarde.

Un mensaje me llega, obviamente es de él "¿Ocurre algo hermosa?"

La culpa me mata por dentro, pero respondo que no. Otra llamada llega, solo que esta vez es solo de voz y la cámara no viene incluida.

— Buenos días hermosa — Su voz se escucha algo ronca y cansada, seguramente acaba de despertar.

— Buenos días hermoso — Subo hasta mi habitación y me siento en mi cama — Se nota que vienes recién despertando.

— Me atrapaste — Esa voz me recuerda mucho a la de mi sueño, si le sigo dando vueltas voy a terminar perdiendo mi cordura — Soñé contigo — Me quedo completamente tiesa, puedo asegurar en un cien por ciento que lo que soñó debe ser cualquier cosa menos lo que soñé yo.




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