Beloved

Capítulo 23

Despierto en una camilla de hospital con mis amigos hablando con un doctor que se encuentra a pocos metros de mí, me duele todo el cuerpo y siento que los párpados me pesan un poco. Lentamente dejo que mis ojos se adapten a la luz del lugar, intento quedar sentada, pero hasta mis brazos se sienten adoloridos.

— Auch — Me quejo.

El sonido de mi voz hace que todos volteen a verme — ¡Neo! — Ellos se acercan a toda velocidad y me abrazan.

— Auch — El médico viene hacia mí y los aparta.

— Recomendaría no hacer eso, tiene muchas heridas — Me ayuda a quedar sentada y luego me hace un chequeo — Su profesor está llenando el papeleo, luego podrá irse.

Veo mis manos, brazos, piernas y pies; tengo unos cuantos hematomas bastante oscuros en mi piel — Te protegiste el rostro — Habla la Mary.

— Así es — Todos se ven molestos.

— No podemos dejar que la Mónica se salga con la suya — Mis amigos idean un plan para humillarla, pero los detengo.

— Esto lo solucionaremos ella y yo — No creo en la violencia física, pero lo que hizo esa zorra fue jugar sucio — Si quiere guerra, guerra tendrá.

— Esa es mi amiga — El profe Yoda llega y me mira de los pies a la cabeza.

— Ya le notifiqué al director lo que su hija decidió hacerte en el baño con sus amigas — Todos lo miramos boquiabiertos, nos cuesta creer que el Yoda haya hecho eso — Al atrapar a una de sus amigas, todas cayeron.

— Espero la expulsen — Su silencio lo dice todo — ¿Es un chiste? Me golpeó con un tubo.

— Lo sé — Nuestra conversación no puede continuar debido a que mi papá llega al lugar, genial, me trajeron al hospital donde él trabaja.

— ¿Qué le pasó a mi hija? — Todos nos quedamos en silencio, su mirada y actitud no se muestran ni alegre, ni apacible.

— Señor Rossi, sígame por favor — El Yoda se lo lleva lejos y mis amigos me ayudan a ponerme de pie.

— Voy a hacer mierda a esa weona — El dolor en mis costillas es el peor de todos, a penas me puse de pie una punzada se hizo sentir — ¡Agh!

— Nos vamos a casa — Mi papá llega a mi lado, pero el Camilo se le adelanta y me carga en sus brazos — Chicos, ¿Quieren venir a nuestra casa?

Nadie niega la propuesta de mi padre, con ayuda del profesor llegamos a mi hogar y mis amigas me ayudan a subir las escaleras. Entramos a mi habitación y vamos directo a mi cama, cuando mi espalda toca el colchón siento un poco de tranquilidad.

— Según el Yoda te dieron dos semanas de licencia — La Fran me acaricia el pelo y me hace cariñitos en la cabeza — Te tuvieron que desvestir y bañar en el hospital.

— ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? — Pregunto.

Todas se miran — Un día — Hago un sonido de desagrado con la boca ante el comentario de la Victoria, luego dejo que mi cabeza se apoye contra el respaldo de mi cama — Te dieron una golpiza entre siete.

— Super justo — Esta es de las pocas veces que he podido ver a la Alex molesta, por lo general es una persona alegre y enérgica.

— Soy optimista — No tendré que levantarme temprano durante dos semanas, todas reímos, pero a mí me duele un poco hacerlo — ¿Me podrían dejar sola un ratito? Necesito ponerme algo de ropa.

Todas ellas salen de mi habitación, espero unos segundos para agarrar mi celular y prenderlo; tengo seis llamadas perdidas de Evan. Marco su número y a los pocos segundos me contesta — ¿Neo?

— ¿Quién más podría ser? — Intento hacerme la graciosa, pero no me resulta.

— ¿Qué pasó? ¿Por qué no contestabas? — Se oye muy preocupado.

Intento decir algo, pero no puedo, un nudo se forma en mi garganta y una lágrima cae por mi mejilla. Intento controlarme a mí misma, sin embargo, toda lucha es imposible. Me recuesto como puedo sobre mi cama y comienzo a sollozar con fuerza... Esto es una mierda.

— ¡¿Amor?! — Me tapo la boca, pero eso no sirve de mucho — ¿Te hicieron algo? ¿Alguien se atrevió a hacerte daño?

— Evan, ya no puedo más — Es difícil resistir tantas cosas en tan poco tiempo — No puedo seguir con esta mentira — Me pide que le cuente qué fue lo que me ocurrió, con todo este llanto dudo que sea entendible, pero lo intento — Viví una mentira, resulta que todo este tiempo mi padre vio mi sexualidad como una falla.

— Neo — Escucho como dice mi nombre.

— La weona que me ha estado molestando desde que era pequeña llegó peor este año — Prendo mi cámara y le muestro todos los hematomas que me dejó — Estuve años aguantando y resistiendo sus burlas, pero ya no puedo más — Alzo un poco mi polera y le muestro la zona donde impactó el tubo — ¡Me duele lo que la gente me dice! ¡Me duele que el ser más cercano a mi resulte ser un mentiroso!

— Dios mío — Él lleva su mano a su boca y derrama unas pocas lágrimas — Te pudo haber matado.

— Lo sé — Llevo mi antebrazo a mi rostro y cubro la zona de los ojos — Esta lucha me está desgastando.

— No digas eso — Miro la pantalla mientras intento respirar con tranquilidad, pero siento que me ahogo con mi propio llanto — Amor, tú eres más fuerte de lo que crees — Ninguno de los dos puede sonreír — Habla con alguien y pide ayuda, no te quedes en silencio.

— No pensaba hacerlo — Otra punzada hace que deje mi mano en mi costado — No voy a ser otra víctima.

— ¿Te digo la razón por la que las personas como esa chica molestan a los demás? — Miro la pantalla con atención — Porque se sienten amenazadas — Comienzo a recobrar poco a poco mi respiración regular — Personas como ella buscan atención y cuando aparece alguien que se la puede quitar o que resulta ser mejor que ellos — Se toma unos segundos para recuperar el aire, habló muy rápido — Intentan sacarlos de su camino.

— ¿Tú crees eso? — Cuestiono su razonamiento, pero él me mira y sonríe.

— Lo sé — Siempre sabe qué decir para subirme el ánimo, sabe pintar mi mundo cuando todo está de color gris — Porque no hay nadie que pueda superarte.




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