Besos Ansiolíticos

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     Por lo general, las "ferias de ciencias" suelen ser un motivo de esfuerzo y dedicación para los participantes. En el caso de Key, no era exactamente una experiencia muy grata.

     Claro que se emocionaba; lo que le frustraba era que ésta sería la sexta vez que intentaba calificar para la evaluación final. Además del hecho de poder lograr que su idea salga a flote, el premio al segundo lugar era de casi quinientos mil dólares para inversión independiente. El lector ya debe de imaginarse una de las motivaciones para que quisiera ir con tanto afán.

     A simple vista, su proyecto no era nada del otro mundo. No era una nave espacial de bolsillo o una pizza que puede regenerarse infinitamente, pero creía que tenía un poco más de chance que el año anterior. Era el mismo proyecto cada año, pero con el paso del tiempo se encargaba de mejorarlo más y más. No había llegado a la final no porque su idea fuese tonta o estuviese mal estructurada; era porque nadie se animaba a probarla. Lo hacían con todos los demás chicos, pero a ella la ignoraban casi de forma profesional.

     «Estúpidos riquillos de quinta». Bufó debido a los recuerdos de humillaciones indirectas que le habían brindado en cada oportunidad que tenían, y luego arregló su expresión en una sonrisa positiva y confiada. Estaba esperando a que una señora de mal carácter a unos metros de ella terminara de pasar la lista de las personas que habían avanzado a la etapa dos.

     La primera se realizaba a nivel local –participaban de veinte a veinticinco comunidades–, para elegir a cinco chicos de entre diez en cada una; aunque en algunos casos podía escogerse menos o más, dependiendo de las propuestas. La segunda, consistía en que los seleccionados presentaban maquetas e informes técnicos sobre sus proyectos. De entre los cien que participaban, se escogían treinta, que poco a poco, mediante las distintas fases de la etapa dos, se reducían a cinco nuevamente. Éstos pasaban a la etapa tres, de donde luego de una semana de conversaciones, negociación y movimiento de ingenio por parte de los chicos, se escogían el primer y segundo lugar ganadores.

     En este momento, tenía al menos dos horas esperando sobre sus tacones de aguja, tratando de mantener una expresión impoluta de serenidad que no poseía. Quería arrancarle los ojos a la tipa que tenía a su costado, quien le observaba como un bicho raro, alguien inferior. Tenía unas ganas tremendas de girarse y gritarle que una rubia oxigenada como ella, con su estúpida ropa y zapatos de marca, no era más que su igual; o tal vez no. Key, probablemente, era un poquitín menos bruja.

     Contuvo otro bufido debido a la impaciencia. Se suponía que debían estar a las 11:30 más tardar en el salón, preparándose para la muestra. Los inversionistas y demás llegarían a las 11:45, y el público tendría acceso a partir de las 12:20, para finalizar el evento a las 14:00.

     Eran las 12:05 en punto, y ellos aún no ingresaban.

     Los inversionistas habían llegado, algunos con un poquitín de retraso, y las miradas de reproche hacia la señora encargada de dirigirlos no se hicieron esperar. Incluso una mujer algo mayor, dueña de la segunda empresa más poderosa en correlación a artefactos tecnológicos e invenciones, le dijo con una postura autoritaria un sermón por su irresponsabilidad. Todo el atraso se debía a que ella se había quedado dormida, y a la presidenta eso le parecía una total falta de respeto. La pobre recepcionista –pues su trabajo parecía más eso que otra cosa–, hizo una reverencia tan exagerada, en símbolo claro de miedo y disculpas, que creyó que su frente se pegaría al piso. En ese momento habría reído en su cara de no ser porque tenía que mantener cierta imagen, aunque no pudo evitar una sonrisita torcida de victoria.

     —Número diecisiete, Whelan Kehlani, pasar al frente.

     Parpadeó dos veces antes de dar los pasos restantes hacia su lugar. Gran parte de los chicos ya estaban formados a su lado, en una fila horizontal. Les miró con curiosidad. Algunos se aflojaban la corbata, con expresiones nerviosas y sudorosas. Otras, se arreglaban arrugas inexistentes en su vestidos o faldas perfectamente planchados, al igual que verificaban su maquillaje cada cinco minutos con un espejo que no abandonaba sus manos.

     Se dirigió a sí misma una repasada, y comprobó que estaba igual de arreglada que cuando llegó. Sacó su celular, y en el reflejo de la pantalla apagada comprobó que su cabello estuviese en su lugar; a sus ondas a veces les daba por desobedecer. Sonrió, discreta, y guardó el aparato. Sacó de su bolso un folder sencillo, rosa crema, donde tenía todo su santo papeleo: estadísticas, beneficios, efectos colaterales aminorados, identificaciones, los trámites necesarios, presupuestos... todo. Los repasó por segunda vez en la mañana, y acomodó cada hoja de papel con un cuidado excesivo, para luego colocar el folder de nuevo en su bolso. Hace más de media hora que los ayudantes habían llegado con las maquetas y prototipos, pues en cada etapa debían llevar ciertas muestras de la anterior.

     Casi se le escapa una carcajada al pensar que su maqueta e invento estarían antes que su dueña dentro del salón. Se los imaginó presentándose solos, caminando de la mano y mirando hacia arriba para poder dirigirle la palabra a alguien, y tuvo que morderse el labio inferior para no reír como foca. El flequillo comenzó a molestarle, y lo acomodó disimuladamente. Miró al reloj en su muñeca, y abrió los ojos con sorpresa.

     —Señora Kim, son las 12:18 —le llamó un poco alto, y vio cómo la pobre señora palidecía.

     —¡Números veintinueve y treinta, pasar al frente! —Casi gritó, y un chico y una chica que parecían ser de preparatoria avanzaron con rapidez, tomando lugar en la fila—. De acuerdo. Vámonos. —Sentenció, y todos comenzaron a seguirle con pasos apresurados. Kehlani trataba con todas sus fuerzas de no quejarse de los tacones que traía. Eran unos respetables doce centímetros, y resonaban con más fuerza que los de diez o incluso cinco que traían las otras chicas.



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En el texto hay: humor, romance, drama

Editado: 10.09.2020

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